Misiones #2

El mayor temor de Tino para el campamento hippie era tener que cagar en grupo, agarrando de las manos a algún otro hippie, y según sus propias palabras: “después tener que limpiarle el culo a un hippie mugriento”. Era muy delirante y denigrante, pero con los hippies uno nunca sabe. Tino tenía una imagen en la mente de que los hippies cenaban en privado, porque les daba asco ver cómo otro comía, y cagaban en público porque eso contribuía al abono de la tierra. Es decir, comer los frutos de la tierra se considera algo prohibido y por lo tanto hay que hacerlo en privado, a escodidas, avergonzado; cagar contribuye a la madre tierra y por lo tanto se hace en público. No sé de dónde sacó esta idea, pero algún sentido tiene. A lo mejor de algun film de Buñuel.

 

Entramos pues al supermercado. Yo insistí en comprar forros para Ilo porque nunca se sabe con qué hippie sidoso se podía cruzar, y uno tiene que cuidar a sus amigos. K insistía en que no hacía falta, porque ella igual LDC. Pero sabemos cómo es, el sentir ese olor a transpiración hippie, a ropa sucia… las excita.

 

Si me voy a la mierda me avisan. Me tomé demasiados mates y estoy más eufórico que Renzo. Compramos un paquete gigante de 5 kilos de fideos, un aceite de 5 litros, y como 5 kilos de verduras (tomates, cebollas con energía negativa, etc). Mientras hacíamos la cola para pagar, Karen salió del super para fumarse un pucho, y escuchó una conversación entre hippies que venían del Rainbow: “una cagada, todos peleándose por la comida, me cagué de hambre”. Karen se lo dijo a Ilo en alemán para que los flacos no vean que estaba escuchando, e Ilo a nosotros. Muy felices por el pronóstico, salimos del super.

 

Tino cuidando la comida de los Malucos (al fondo)

 

Había una banda de malucos en una combi, haciendo bardo, con ganas de desmantelar nuestro auto y violar a nuestras mujeres. No lo íbamos a permitir. Sacamos yo el machete y Tino la guitarra y se desató una batalla de características desprovistas de sentido. Mientras Tino tocaba el primer tema del soundtrack de Pulp Fiction en la guitarra para cebarnos, yo afilaba el machete juntando energías; Ilo afilaba sus dientes,

 

 

y Karen hablaba con los arbolitos y animalitos del bosque para que vengan a rescatarnos.

 

 

Resultó ser todo producto de nuestra imaginación, porque los malucos se fueron como llegaron. Dejamos el machete a mano por las dudas, y emprendimos camino hacia el kilómetro 11 de la ruta de El Soberbio. A los 11 kilómetros nos dimos cuenta que no tenía sentido lo que estábamos haciendo, que el kilómetro 11 no existía, y que no había nada a 11 kilómetros de El Soberbio. El auto marcó falta de aceite. Era de noche. Ibamos a llegar al campamento hippie de noche, sin tener la carpa hecha, con el motor fundido, y el auto lleno de las ardillitas que convocó Karen para la pelea de los malucos. No daba.

 

Decidimos volver a El Soberbio, donde le pusimos aceite al auto (no 100% sintético, perdón tibu). Y de nuevo a la ruta. Hicimos escala en el Maxikiosko Evelyn para pedir indicaciones. Se bajaron K y T, quienes se encontraron con Lesbiana y Rubia Hippie Coqueta, rubiecita, divina, pinta de suiza. Tino empezó a cantarle: “Rubia, coqueta, enséñanos las tetas”. A ella le encantó la canción, le pareció super romántica, y nos dijo que las sigamos hasta el Rainbow. Manejaba la lesbiana. Notábamos que en el auto había más gente pero no llegábamos a ver bien quienes.

 

La lesbiana manejaba muy despacio. Nosotros la seguíamos a 1 metro de distancia, tocándole los talones, apurándola. Hicimos como 30 kilómetros y empezamos a sospechar que estábamos muertos. Que nos habíamos accidentado aquella mañana, con el 405, y que esto era el infierno: conducir por toda la eternidad en una ruta siguiendo a una lesbiana. No era tan tarde, pero estábamos quemados de tanto viajar. Empezamos a sentir olor a quemado, y no sabíamos si eran nuestras cabezas, el auto que se estaba fundiendo, la lesbiana que tenía un crush por la rubiecita, o los cigarrillos de la gente del hospital que esperaba que nosotros 4 salgamos del coma en el que nos habíamos metido luego del accidente. Alguno escuchó un beeeeeep muy afilado, largo, duradero, y ahí entendimos todos: uno de nosotros había muerto, y dentro del profundo coma escuchábamos el beep de la máquina del hospital. Tino miró a su izquierda y encontró a Karen sin responder, tirada en el asiento. La lesbiana seguía manejando lento, adentrándose en la noche. Nosotros llevando un cadáver hacia el infinito, hacia la eternidad, por siempre en este infernal eterno retorno nietszcheano.

 

Finalmente la lesbiana se corrió a un lado del camino y bajó la velocidad (SE CORRIÓ). Alcanzamos a divisar a nuestra derecha un arco blanco muy grande y bonito, con la luna sobre el mismo. Qué lindo lo que hicieron los hippies para la bienvenida, dije. La lesbiana hizo una vuelta en U y volvió por donde vinimos. Nos quedamos petrificados, sin entender. El grupo dividió sus opiniones entre los que consideraban que la lesbiana se había pasado y que teníamos que seguirla, y los que delirantemente creíamos que la lesbiana nos había hecho el favor de dejarnos en el lugar, y volvió porque se había olvidado de algo. Alguno vio una sombra con una linterna debajo del arco. Nos acercamos con el auto, y apagamos las luces para no enceguecer a nuestro interlocutor. Un viejito se asomó a la valla. “¿Acá es el rainbow?”, le preguntamos. “¿El qué?”, contestó.

 

Rápidamente metimos primera y salimos disparados a intentar encontrar a la lesbiana. Hicimos algunos kilómetros yendo bastante rápido, y la lesbiana no aparecía. No tenía sentido, nada tenía sentido. La tortilla iba super lento, y nosotros yendo a 120 km/h no podíamos alcanzarla. Era obvio que estábamos en el infierno o al menos en coma. Karen todavía no despertaba, y el beep había parado de sonar.

 

Finalmente la encontramos, Karen despertó. La carpa de circo volvió a dar una vuelta en U. Ya pensábamos que nos estaba jodiendo, y en ese caso la lesbiana era una fenómena. Retomó un kilómetro, y entró a la derecha o izquierda o hacia abajo o hacia el cielo por un cartel que decía Puerto Paraíso. La seguimos por un camino de piedras, muy lentamente, cuidando especialmente las cubiertas del auto porque no daba cambiar cubiertas en el infierno. El diablo te la hace imposible. Llegamos a una especie de descampado que servía de estacionamiento, y aparcamos. Se nos acercó uno de los hippies del auto de la lesbiana y muy calurosamente nos dio la bienvenida. Creo que era brasilero, como el 90% del rainbow. Nos dijo que teníamos que ir al Alcón o algo así para que nos den la bienvenida y nos expliquen todo lo de las drogas y el alcohol (básicamente que estaban prohibidos).

 

Descargamos la mayor parte de nuestras cosas salvo la comida hippie, y nos fuimos al Alcón. Al llegar estaban tocando la guitarra, y no había un encargado de recibirnos, sino que nos acercamos y el primero que estaba por ahí nos dio la bienvenida. No nos dijo nada de las drogas así que de toque Ilo estaba tomando merca, Tino inyectándose heroína y Karen comiendo champignones.

 

Nos convidaron una sopa de no me acuerdo qué, que bebimos con un poco de miedo por los casos de intoxicación que habíamos escuchado. I y K se fueron a buscar lugar para poner la carpa con la linterna, y Tino y Loco a buscar el machete para empezar a matar hippies. Nos dio mucho miedo caminar a oscuras entre la selva misionera, miedo a las serpientes sobre todo, pero Tino sacó su BLACKBERRY, y yo mi MOTOROLA, y con eso avanzamos por la selva cual Chita.

 

Machete en mano, nos reencontramos con las chicas que no habían encontrado una goma (piensen que Ilo estaba re dura y Karen re negativa por los champignones). Nos adentramos por la selva misionera con todos los bártulos, buscando algún lugar que una carpa haya abandonado, ya limpiado de raíces y piedras, pero de noche era imposible. Terminamos armando nuestro propio lugar a las 23hs de una noche afortunadamente estrellada. La carpa en su lugar, porrito relajador después de una jornada agitada y a dormir.

 

Coming Soon: Más hippies muertos, nadar en el río en pelotas mirando mágicas mariposas, besar la tierra para agradecer la comida, más hippies desnudos sirviendo zanahorias también desnudas, médicos flasheándola con los hippies.

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4 Comments

  1. como es posi ble tu escribes asi del encuentro tan magico, oye tu tienes que pensar con respeto a tus hermanos

    1. Es humor, nada más. Tomalo como una ficción delirante, producto de un personaje ficcional desubicado y escéptico. Edward Norton hizo de nazi, pero en realidad no es nazi. Gracias por leer.

  2. I don´t think I understand. mi espoñol no es muy bien (parler français?), but anyway brother I understood it´s humour…
    siento es mejor si hablamos con mas respeto y mas amor sobre le rainbow, muchos hermanos nos unimos en paz en los circulos y no es para humour.
    luz PD

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