Amsterdam (30)

Mientras subo unas fotos a un ftp que me dio Gonzalo antes de partir,
cosa que no me convence para nada porque El Raro está más desaparecido que
el que escribió El Eternauta, me pongo a mandar un mail.
Antes que nada, escribo esto:

NATI, FILTRA —>
El viaje a Amsterdam fue placentero. El chofer hizo 3 paradas, para
comerse un sandwich en cada una; un viaje que debía durar 7 horas duró 9.
Más adelante nos imaginaríamos con Sequi qué sucedería si fuese él mismo
el conductor: “Señores pasajeros, haremos una parada de 14 horas en este
tenedor libre”.
Llego a Amsterdam, estación de Amstel. Ni puta idea donde quedaba el
hostel. Todo el mundo muy amable. Una chica que trabajaba en Pizza Hut me
ayudó a encontrarlo. Me tomé un tren, el cual no pagué porque tenía sueño
y no hubiera sabido cómo usar la máquina. Mientras viajaba en el tren
buscaba, mirando por las ventanillas, los primeros indicios amsterdianos:
mucha gente fumando marihuana en las calles. En todo el viaje ahí, creo
que no vi a nadie hacerlo. No entendí si es legal fumar sólo adentro de
lugares, o si está mal visto y por eso nadie lo hace.
Bajo del tren, y empiezo a caminar, con pasos inciertos y destino cierto.
Ah, cierto. Bueno, apenas salgo de la estación, un holandés me ofrece un
hostel. Le digo que ya tengo reserva, y me ofrece acompañarme. Me sentí
por un segundo en Marruecos, pero todo bien. Acepté su compañía, y le tiré
unas monedas luego. Y bueh, nosotros en nuestra situación de sudacas
tenemos que ayudar a los pobres europeos, no?.
Entro al Flying Pig Hostel, y la primera impresión que me dió el ambiente
fue de abundante depresión. Veo un living bastante grande con puffs y
almohadones, con gente acostada sobre ellos, sin hacer nada. Miraban al
horizonte con caras perdidas. En otras palabras, flasheaban a full. Miro
hacia mi derecha, y veo unos pelos locos locos, como diría Gianola, o su
hermano el pelado que es igual, los cuales pertenecían por supuesto a
Sequi. Bueno, estuvimos un rato charlando, en el que le conté lo que
hicimos en Paris, y el me contó lo que hizo en Amsterdam.
Corte A
Cruzamos la calle, y entramos al Coffee Shop “The Blues Brothers”, donde
nos encontramos con un español que nos empezó a contar los diferentes
tipos de marihuana que vendía. “Depende lo que busquen ustedes, esta es
para pasar un buen rato riendose a carcajadas de cualquier cosa, esta es
para estar relajados descansando”… etc, etc etc. Compramos 2 gramos de
Yellow, supuestamente la mas fuerte para cagarte de risa. Nos empezó a
contar de los hongos, que hay que comerlos con el estómago vacío, y no se
qué otras cosas…
Volvimos al hostel. Armamos. Fumamos. Nos pegó mucho, pero para abajo.
Unos flacos nos gritan “che, boludo”. Eran chilenos. Charlamos un rato con
ellos, Pato y Wafer. A Wafer le decían así porque no sabía decir Wafle.
Cansadísimos, fuimos a cocinar unos fideos, sin aceite como es la
costumbre. Una chilena nos dijo que la perillita del fuego había que
girarla a la izquierda para que esté al máximo. Esperamos 40 minutos y el
agua todavía no estaba hirviendo, hasta que nos dijo un flaco que
trabajaba ahí que había que girarla para el otro lado. Puta que la parió,
pinochetista de mierda. Comimos. A dormir.
Nos despertamos para el desayuno. Estaba bien: huevo, queso, pan, cafe,
te, jugo, nutella (ese chocolate derretito copia del ioio crem), dulces, etc.
Al rato nos encontramos con Pato, Wafer y Pedro, los tres chilenos buena
onda. Estaban yendo a probar los famosos hongos. No teníamos muchas ganas,
pero los acompañamos. Ya en el Smart Shop (donde se compran los hongos),
decidimos probarlos, y compartimos una caja de los thai, los mas suaves.
Caminamos a un parque, y los chilenos fueron comiendose sus hongos en el
camino, para llegar al parque locos. Habían comprado una caja cada uno, y
más fuertes que los tailandeses. Bueno, la
experiencia… estuvo bueno, fue muy raro, un efecto diferente, por
momentos no entendía nada, pero no lo disfruté tanto. Sequi estaba a full
cagandose de risa de todo, absolutamente de todo. Uno de los chilenos
empezó a dar un discurso como sólo pensé que se podía ver en las
películas de drogones, diciendo algo así como: “ahora lo entiendo todo, la
unión con todas las celulas conmigo, estoy compenetrado con el
ambiente. Entiendo todo el mundo, todas las cosas”. Nos cagamos mucho de
risa escuchandolo hablar. Despues cayeron mas chilenos, y una amiga de
Wafer que se encontró de casualidad ahí. Nos quedamos charlando y a
dormir.
Despertamos. Desayuno. Este día, no se por qué extraña razón, no tiene
mucho espacio en mi memoria. Creo que estuvimos todo el día en el hostel,
salvo cuando fuimos a hacer unas compras para almorzar y cenar. Por la
noche estuvimos tirados ahí como todos los depresivos que vi el primer
día, salvo que con los chilenos de vez en cuando nos cagabamos de risa.
Llegó Aussie Zoe, una australiana copada, y con Wafer la empezamos a
joder, llamandola y haciendole un bailecito. Fue divertido. A dormir.
Despierto. Camino hacia el desayuno y me encuentro a Wafer. Le hago el
bailecito, se acuerda y se rie. Subo con mi desayuno. Para esto aclaro: la
cocina estaba abajo, con el Happy Room, donde se desayunaba, pero esos
días estaban pintando el Happy Room, por lo que había que subir la comida
al bar. Subo con mi desayuno y le hago el bailecito a Zoe que estaba ahí.
Me despido de Wafer, Pedro, Pato y la amiga de Wafer que no se el nombre.
Intercambiamos mails. Muy buena onda.
Fue una mañana rara. Me desperté todavía bajo los efectos de la
marihuana, hablando lento, relajadísimo, cosa que por una parte me causaba
gracia. Decidí hacer algo con el día. Fuimos con una piba
argentina de nombre, según recuerdo Luciana, a la casa de Anna Frank. Fue
bastante impresionante, me gustó mucho. Está muy bien hecho todo el
recorrido, y explican muy bien cómo fue todo, con fragmentos del diario.
Muy bueno. Salí un poco emocionado. De ahí, caminamos a la zona donde hay
algunos museos. Ella entró al de Arte Contemporaneo y yo al de Van Gogh,
que me pareció genial. Anoté el nombre de algunas pinturas para verlas
nuevamente, porque la verdad eran muy buenas, me llegaron.
Volví al hostel. Era nuestra última cena juntos. Compramos unas milangas
de pollo, con arroz. El problema es que no sabiamos si las milangas
estaban cocinadas o no. La probé y parecía que estaba bien. Cenamos, y
Sequi me dice: “no puedo más, debe ser que la milanesa estaba cruda”.
Puede ser, nunca lo sabremos, pero Sequi no se terminó un plato!. Ahí
cayó el noticiero a filmar la cara de Sequi y el plato. A dormir.
Al otro día temprano Sequi se fue para tierras italianas. Debe haber
llegado hoy a la mañana cansadísimo despues de unas 27 horas de viaje en
micro. Yo estuve casi todo el día en el hostel, salvo cuando fui a
comprar mi almuerzo: pollito con puré. Volví y estaban viendo una
pelicula limada para reirte cuando estás drogado, despues pusieron El
Señor de Los Anillos I, que la vi y no me desagradó tanto como cuando la
vi en el cine, aunque las escenas de pelea y eso me rompieron las
pelotas. Es lo mismo que en una pelicula de Van Damme, sólo relleno.
Igual Tolkien era el más drogón.
Me acosté en la sala depresiva, sobre unos almohadones, y conocí algunas
personas: una pareja de canadienses, en la cual el macho conocía a Hernan
Cattaneo (no sabía que era tan conocido), 2 yanquis, y dos flacos, de los
cuales uno tenía puesta la tradicional a cuadros escocesa. Cuando le
pregunté su procedencia, por las dudas si se estaba poniendo la pollerita
de pelotudo nomás, simplemente me la señaló. Era escocés.
Mochila al hombro, despedida levantando la mano y sonriendo, y a caminar.
Centraal Station de Amsterdam. Tengo que llegar a Amstel Station. Ni
idea!. Empiezo a preguntar hasta que dos chicas divinas me ayudan, me
indican todo, y sin problemas llego a Eurolines en Amstel Station.
Al rato estaba en un micro vacío. Ya me habían ocupado el asiento del
fondo. Agarré dos asientos, y al minuto estaba durmiendo con los pies
sobre los dos asientos de enfrente. Que lindo noni. Me despiertan a las
dos de la mañana pidiendo pasaporte. A todos los polacos les revisan
hasta el culo, yo me imagino que a mi me van a deportar sin revisarme,
siendo argentino y con la pinta de hippie con este pulover marroquí que
no me lo saco ni en verano en El Sol, pero el flaco mira mi pasaporte, no
me dice nada, y me lo devuelve. Copado. El australiano que había tomado
los asientos del fondo, me dice algo acerca de la frialdad alemana. Nos
reimos, y a dormir nuevamente. Llegamos
Bajamos del micro, caminamos al metro con el australiano este, que iba a
visitar a la novia que vivía acá en Berlin. Nos separamos en el cambio de
subte, él iba para el otro lado. Llegué al Circus Hostel, muy muy lindo.
Estuve leyendo un buen rato Lonely Planet, e imaginandome la separación
del muro en qué lugar del mapa de Berlín estaría, pero ni idea. La
historia que tiene este lugar es increible. Me encanta. Tantas cosas
pasaron acá, desde las dos guerras que hicieron mierda todo, hasta la
construcción del muro hace cuarenta y pico de años, hasta la caída del
muro. Todo muy groso.
Esa fue toda la información.
Informó a Uds, uh… no me acuerdo el nombre de ninguno de la cnn…
Las fotos casi están, ahora tengo que ver cómo hacerselas llegar a chipi…
Besos y cariños, Pablo.
<—

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *