San Fermines #1

Estoy acá, tirado en la cama de la casa del gallego, como si me hubiese pasado un tren por encima. Bastante cansado, y eso que ayer descansamos.

Me siento Jim Carrey en Eterno Resplandor, a punto de experimentar un borrado completo de memoria, con la necesidad de bajar todo a máquina. Todo esto, porque se vienen los San Fermines.

La fiesta de despedida estuvo espectacular. Gracias miles a todos los que estuvieron y compartieron. A los que faltaron: putos! Sensaciones agridulces me encontraron aquella noche, los buenos momentos me hacían recordar que los iba a extrañar.

Tibu, ¿pudiste encontrar la pelota al final? Creo que la dejamos ahí.

Pocas horas de sueño después, salimos para Ezeiza. Despedida emotiva, besos, abrazos y saudade en potencia. A las 11 jugaba Argentina. Hicimos embarque cerca de las 10:20. Mucha cola después, entramos a American Express. Yo con la tarjeta de Pablo Dana y Duby con la tarjeta de Pablo Dana: “Estas dos tarjetas pertenecen a la misma persona. Por esta vez vamos a hacer una excepción, pero la próxima vengan de frente”, nos dijo la chica de Amex. “Puta”, le dijo Duby, sacado.

Para cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria nos dejó salir de la cárcel, estaba empezando el partido. Todos conocemos la historia. Nos clavan el primer gol, y varios brazucas lo gritan sacados. Creo que la mitad de Amex gritó el gol. Muchísima calentura. En ese momento me imaginé cómo les deben haber gritado en la cara en Argentina el gol de Holanda a los brazucas y los entendí. Veníamos perdiendo 1-0, y una mujer adelante nuestro (que según Duby era Española, pero ni en pedo), mientras la pelota todavía estaba en mitad de cancha, grita: “Gol”. Estaba escuchando la radio. Pocos segundos después, la pelota entra. Mientras lo gritábamos, la misma hija de puta grita: “Off side!”… pocos segundos después… ya saben.

En el entretiempo nos mudamos de Amex a la sala de espera de nuestra Gate. Se escuchaban los llamados por parlantes de otros vuelos, llamando a último embarque. Nadie se quería subir a los aviones. Generalmente hay 2 ó 3 colgados que llaman por parlante, que se quedaron comprando la última versión de Carolina Herrera en el Free Shop. En este caso eran listados de 30 personas. Nos llegó el turno. Uno de los de Ezeiza dice: “faltan subir a 21 personas”. Y otro le contesta: “Son los que están acá”. Se refería a la sala de espera, a los que estabamos mirando el partido, claro. La amenaza de “Si no suben ahora vamos a tener que bajar sus valijas” hizo efecto, y subimos. Avanzando por el tubo que comunica al avión, escuchamos un grito impresionante de “Gol”… no teníamos ninguna duda: Argentina lo había empatado. Salimos corriendo del tubo de nuevo al aeropuerto, cuando vemos banderas alemanas flameando, festejando el segundo. Nos habíamos olvidado de la cantidad de brazucas o de anti-argentinos que había en Ezeiza. El 3-0 lo escuchamos como rumor ya arriba del avión, y el 4-0 recién en Madrid, cuando Duby llamó al viejo. Para qué seguir explayándonos sobre esto.

El avión bien. Asientos apretados, que apenas se reclinan, piernas incómodas, etc. Vi los dos últimos capítulos de la 8 de 24. La mejor temporada lejos. Y alguna película en la que Mel Gibson se venga por el asesinato de su hija y mata a todos los involucrados. No se cuál de las 16 películas de Mel Gibson con ese mismo argumento es.

Aterrizamos en Barajas a las 6 de la mañana. Me imaginaba qué andarán haciendo por Buenos Aires, a la 1am, un sábado. De festejo. De Barajas nos tomamos un bus a la terminal de buses de Av. América. Duby se sentía bastante para atrás. Cansado, medio engripado. Una vez en la terminal, nos sorprendía la cantidad de homosexuales que había. Primero pensamos que en España eran todos franceses, digo todos putos. Después empezamos a encontrar gays y lesbians con la bandera multicolor, y sospechamos que había habido una marcha gay importante. Teníamos razón. Iban apareciendo gays borrachos envueltos en la bandera multicolor. Tuvimos que esperar cerca de 3 horas a que salga el micro, destruídos Duby por el sida, y yo por el cansancio de la fiesta del viernes.

Duby se quedó dormido varias veces acostado en el banco y la policía venía a despertarlo. En algunas ocasiones los gays se aprovecharon sexualmente de él, mientras se hacía el dormido. Todo el viaje lo hice con la camiseta de Argentina puesta. Había quemado las naves, no habiendo llevado ninguna remera de repuesto. Recién en esta terminal pude sacarme la maldita camiseta asquerosa de nuestra selección de perdedores hijos de mil puta. Yo me cambié de remera y Duby se envolvió en la multicolor. Al rato fue a llamar al viejo. Nos enteramos del 4-0 y del 1-0 de España a Paraguay. Qué guay tío.

Finalmente llegó el micro, puntualísimo. A la derecha los bolsos de los que íbamos a Soria, y a la izquierda los de Logroño. Nos sorprendió que haya tantas chicas en el micro. Ya mimetizado con los gays, a Duby le daba bastante asco y se sentía un poco incómodo por la presencia de público femenino. Ambos imaginábamos a los San Fermines como una especie de Oktoberfest, mucho más grande y de rojo y blanco, con borrachos violentos, ganas de agarrarse a trompadas y 2 flacos cantando canciones en hebreo.

Dormirmos todo el viaje, a diferencia del avión. Jet lag y eso. Cambiamos de micro en Soria, y seguimos viaje hacia Pamplona. En la estación, ninguna señal del maldito gallego. Le había dicho a las 15:15, y el micro había llegado puntual. Fuimos a buscar un teléfono público pero sólo teníamos una moneda de 2 euros. Caminé al bar a cambiarla, y a lo lejor alcancé a divisar esa cabeza de virulana que bien conocemos todos. Estaba leyendo el diario, y tomando algo con color a Whisky, muy tranquilo. Era jugo de uvas. Buena onda el reencuentro con el gaita. Nos subimos a su camioneta, vinimos a la casa.. en el camino nos iba contando de las virtudes de Pamplona, de sus características, etc.

Dejamos las mochilas en lo del gaita, y salimos a por unos pinchos, que estabamos muertos de hambre. Arrancamos con el primero con una cervecita, que el segundo con otra, que el tercero con otra, que el cuarto con un calimocho, que el quinto con un cuba libre…

Acá con el gaita en la Plaza del Castillo, en el Windsor.

Afortunadamente para ustedes, no van a tener que leer tanto porque los recuerdos son más bien borrosos. Fuimos como a 20 bares, todos por la zona vieja de Pamplona. Me encanta estar de nuevo en Europa. Es un continente increíble, y Pamplona una ciudad muy linda, la parte vieja sobre todo. No se con quién me reencontré primero. Creo que en algún momento entre el 7mo y 8vo trago, aparecieron Bea con Arantxa. Estuvimos un rato paseando con ellas. Bea más rara que un perro verde, no toma alcohol y no quiere contar por qué, y cuando le preguntás contesta algo así como: “para hacer hablar de mí” o algo así. Arantxa se fue al toque. Paseamos un rato, y se fue sumando gente. Iñaki, más tarde, Teresa (la novia que también estuvo en Bs As), luego de alguna forma apareció por ahí Javi Bernal, que me saludó con un apretón de nalgas bastante fuerte. No nos veíamos hace 5 años, pero con estos gallegos es increíble como una relación no se desgasta. Todo sigue igual. No te dan lugar a que se enfríe. Son una masa. Ahí nos vimos con el Mitxel y el Victor, cuando ya estaba oscureciendo (cerca de las 10 de la noche oscurece). Nos fuimos a jugar al metegol. La dupla argentina terminó perdedora de casi todos los matches disputados. Somos malísimos los dos. Hicimos cambio de parejas y cada tanto ganaba algún que otro partido. Alguno propuso ir por otra copa, pero no dabamos más, veníamos de un viaje larguísimo y el día siguiente parecía ser más largo aún. A dormir.

Nos despertamos más tarde de lo planificado por varios motivos: el gaita increíblemente no tiene despertador, yo no traje reloj, Duby tampoco… el despertador del celular del gaita no anda. El iPhone se le rompió, y después lo perdió, el IPod no anda y la Mac tiene problemas con el Shift y con la placa de video. La onda era despertarnos con la luz y ver qué hora era, pero sin reloj se complicaba.

Cuando salí de la ducha, en la cocina me esperaban las puteadas del gaita por tardar, unos huevos fritos con salchicha de desayuno y Txui, uno de los más amigos del gallego, y de los pocos que no habían ido a Buenos Aires. La mejor Txui, muy buena onda. Terminamos de desayunar, y salimos a comprar el “equipo”, la vestimenta de los San Fermines. Es increíble que todos los años tienen que comprar ropa nueva, porque queda inutilizable. Ya les contaré.

Agarramos el auto del gaita, y nos fuimos al centro. El Gaita entró al estacionamiento de los Magios. Veníamos andando por una calle cualquiera, lejos de su casa, y de golpe dobla a la derecha y se mete en un túnel subterráneo, mete una llave, empieza a bajar pisos, y termina estacionándolo no se dónde. Creo que era la cochera del hermano. Hicimos algunas compras, remeras sobre todo. Con Duby compramos sólo 1 cada uno, de ratas, y porque vamos a estar poco tiempo. Después fuimos a Zara a ver si conseguíamos pantalones blancos de liquidación, también para los San Fermines, pero nada. Terminamos comprando unos por 10 Euros  a unos gitanos. Pocos minutos después uno de los cierres se me rompió. Aún me queda el otro.

De las compras, volvimos a bajar al estacionamiento de los Magios, para darnos cuenta que el gaita había perdido el celular. De vuelta el mismo recorrido que habíamos hecho, hasta encontarlo en lo del los gitanos buena onda. Nos separamos de Txui, y salimos para el Valle de Baztán, una cadena montañosa muy linda del norte de Navarra. O un Valle, debe ser. Si se llama el Valle de Baztán, tiene sentido. Hermosos paisajes, hasta encontrarnos con el cartel de “Francia 50 Km”. Evidentemente, no tenía nada de interesante, ningún objetivo, nada cruzar a Francia, pero aún así no pudimos resistir la tentación. El Gaita, creo que sin demasiadas ganas, nos cruzó. Vimos un cartel que decía “Supermarché”, y ya contentos con haber pisado Francia nos fuimos. Dimos muchas vueltas por este camino de montaña, y terminamos en una posada increíble, toda de madera, en medio de la montaña, con dos mesones enormes también de madera, donde podías sentarte a comer y compartir mesa con alguien. Ya era tarde, pero la dueña con la mejor, nos dijo que algo nos podía cocinar. Unos lomos de cerdo con fritas y no se qué más para el Gaita y para mí, y algo gay y cosher para Duby. Disfrutamos muchísimo del almuerzo, la gente era por demás agradable. Dio gusto la verdad.

Volvimos a lo del Gaita, y conocimos a su compañera de piso: Gema. Azafata de una compañía perteneciente a Iberia. Tiene unos horarios de vida rarísimos. A las 4:30am se despierta, y vuela a Madrid. Desde Madrid casi siempre a cualquier otro destino, y después más tarde vuelve a Pamplona también trabajando. El gallego nos venía diciendo que Gema era hermosa, que estaba increíble, etc. Yo lo conozco, y casi siempre exagera. Esperaba encontrarme con una mezcla de Shrek, Alf y el Gordo Traub, pero la verdad es que nos sorprendimos: como dice el gaita, está más buena que el copón.

De lo del gaita nos fuimos a comprar algunas cosas a Megathlón. En realidad el Gaita necesitaba unas zapatillas para destruir en los San Fermines, y nosotros lo acompañamos, dudando si comprar bolsas de dormir Quechua copadas para el resto del viaje. Decidimos guardarnos los 40 Euricos para otra cosa. Lo que tardó el gaita en comprar un puto par de zapatillas nunca ví. Casi tanto como yo en bañarme. Una mariconada. Terminamos con este trámite como a las 9:30 de la noche. Es imposible darse cuenta de lo tarde que es, parece que estamos en el polo… sigue siendo de día hasta demasiado tarde, y ni amaga a oscurecer a las 9:30. Llegamos a la finca de los viejos del gallego aún de día. Yo ya los conocía también de Buenos Aires. Duby conoció a la vieja y la casa mientras yo me quedé afuera hablando con Rafa. Me caen demasiado bien los viejos del gallego. El viejo es super tranquilo, agradable, nos recomendó que corramos en los San Fermines. La vieja es lo contario: acelerada, super-mamá, preocupada por los hijos, diciéndonos que no se nos ocurra correr, pero también agradable, claro. Mientras la vieja nos decía que no corramos, el viejo en voz baja (sin que escuche), nos decía: “no pasa nada…”. Un fenómeno. Igual decidimos no correr. Vimos algunos videos y los toros van MUY cerca de la gente. No da.

Me hablaron del teatro colón, que les dio muchísima pena que esté cerrado cuando fueron, que quieren volver a Buenos Aires sólo para ir al colón. Les conté que había ido y me llenaron a preguntas muy intrigados. Están fascinados con ese teatro. Qué capo quedé.

La cena excelente. Salvo para Duby. El gaita no le avisó a la vieja que Duby no come cerdo, así que terminó comiendo huevos con tomate. Aunque no se queja. Creo que le gustó eso. Para nosotros un manjar: espárragos muy tiernos, atún con aceitunas, jamón serrano con tomate, huevo… mientras tanto un muy buen vino Rioja, y de postre unos helados y unos patxaranes. De lujo.

Arrancamos la camioneta, y nos fuimos. Le pedí al gallego que llame a Mitxel para arreglar lo del almuerzo del Chupinazo del día siguiente, y se dio cuenta que no tenía ni el celular, ni los documentos, nada. Volvimos a la Finca, buscamos las cosas, y cuando volvíamos para casa, nos llama Bea, para ver si la podemos pasar a buscar por la Farmacia para llevarla a la casa. Nos quedaba medianamente de camino, así que cumplimos. Pasa que Bea es tan rara que por la forma de pedirnos el favor, parecía que era un favor que nos hacía ella a nosotros. Les hago el favor de compartir conmigo ese viajecito. Nos dijo algo así como: “Bueno, pero vengan rápido porque miren que sino me voy caminando”. Duby, con su ironía que lo caracteriza, le pidió que por favor, que por favor nos haga el favor de esperarnos, POR FAVOR. Ni se por qué la pasamos a buscar. Yendo para la casa, empezamos a delirarla un poco. Media cuadra antes, el gaita se sube en un garage para que Bea se baje, y salen del garage la hermana de Bea con la hija y el marido, y al mismo tiempo pasa caminando un amigo de Miguel y se ponen a hablar. “Esto es un pueblo”, pensamos. Encontrarte al mismo tiempo con dos personas es algo que en Buenos Aires no pasa. El amigo de Miguel le contaba que se le había cancelado hacía minutos un viaje a Ibiza, estaba tristísimo. Que para colmo el perro se le había muerto hacía poco (carcajada de Bea). En algún momento Bea dijo algo así como: “Pero si es un perro…”

El Gaita le dio palabras de apoyo, diciéndole que para eso estaban los momentos malos, para disfrutar y darnos cuenta de los buenos. Minutos después de habernos separado de su amigo y de dejar a Bea, el Gaita andaba entristecido por tener que trabajar en los San Fermines. Lo habían llamado del CUATRO (Canal 4 Nacional) para que cubra los San Fermines con KATPA. Intentamos consolarlo diciéndole que para eso están los momentos malos: para disfrutar y darnos cuenta de los buenos. Nos sacó cagando.

Nos fuimos a dormir temprano, concentrados en lo que sería el día siguiente: El Chupinazo del 6 de Julio de 2010.

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8 Comments

  1. que bueno cruzar a francia en 50 km.
    que bueno los tomates con huevo que se debe haber clavado duby.
    que bueno comprar remeras y zapatillas para destruirlas al dia siguiente.
    que bueno arrancan los cuentos del loco otra vez!

  2. Genial combinación entre Alf, Shrek y el gordo Traub!

    Solo una cosa, cuando un relator escribe “Afortunadamente para ustedes, no van a tener que leer tanto” no mete 8 párrafos inmensos después.
    Que la pases de puta madre!

    PD: Gracias por hacerme revivir la derrota argentina, 5 días después (igual no sos el único, en este momento le están dando un premio a Palermo por su Gol a Grecia).

  3. un placer leerte como siempre!! es como estar un poquito de vaje on vos!..
    que triste lo mio! con que poco me conformo!!!
    beso y cuidate mucho!
    saludos al gallego y sus rulos

  4. Locooooooooooo

    bardie con no ir a tu despedida pero aca voy a estar siguiendo el viaje

    no pude parar de reirme vieja, increible lo de las banderas y duby ajajajajaja de alto nivel chabon

    bueno voy a leer el 2do

    un abrazo grandeeeeeeeee

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