San Fermines #2

Esto de escribir a 8000 pies, en el trayecto Barcelona->Budapest, ya es de canchero nomás. Qué guay soy, tío.

El 6 por la mañana nos despertamos, y acá la cosa se empieza a poner interesante. El Gallego se fue pedaleando al ayuntamiento de Pamplona a buscar sus acreditaciones de prensa. La suya, y la de la notera que estaba llegando desde Madrid para cubrir los San Fermines para CUATRO, canal nacional de España. El gallego sería el encargado de grabar los San Fermines desde el 6 hasta el 9 del corriente. Algo muy prometedor para su futuro, no tan alentador para su bolsillo, y una puta mierda para sus amigos que volaron 6000 Kilómetros. En resúmen: nos vendió por 2 mangos. Pobre, la verdad es que sufría de tener que laburar en los San Fermines más de lo que sufre Gato haciendo dieta. Y grabar los San Fermines para un canal de alcance nacional no es joda.

Mientras buscaba las credenciales, con Duby nos vestimos: pantalón blanco, remera blanca, faja roja y pañuelo rojo. Todo lo que habíamos comprado el día anterior. La consigna era vestirse con todo, salvo el pañuelo rojo que hay que llevarlo atado a la mano derecha hasta el Chupinazo. El Gaita volvió de buscar las credenciales, nos sacamos una foto todos juntos, y salimos en su super van. Nos dejó en una confitería con varios amigos suyos. Él tenía que buscar a la notera a las 10.30 por la estación de trenes, y de ahí salir disparado para el ayuntamiento a grabar el chupinazo. Verdaderamente, una locura por parte de CUATRO mandar a la notera tan sobre el pucho.

Primeros momentos del chupinazo

Ya camino a la confitería notamos que Pamplona había cambiado. Es impresionante ver que TODOS, pero TODOS, se visten de rojo y blanco. Prendés la tele en cualquier canal de Navarra, y noteros, periodistas, todos de blanco y rojo. Desde sudáfrica, cubriendo a la selección española, todos de blanco y rojo. Los colectiveros, de blanco y rojo.
En la confitería saludamos a unos 12 amigos del gaita. Creo que de todos esos, solamente 2 eran cercanos: Mitxel y Víctor. Del resto yo no conocía a ninguno (ninguno había pasado por Perú 1031). Eran las 10 de la mañana, y la onda en Pamplona es sentarse a “almorzar” con amigos, preparar el estómago para lo que se viene, e ir a ver el chupinazo. Los amigos más cercanos del Gaita (aparte de Mitxel y Víctor) generalmente se juntan a almorzar en otro lugar, y ven el chupinazo por la tele. Ya se cansaron de tanto quilombo. Pero nosotros para una vez en la vida, teníamos que verlo.
El “almuerzo” consiste en básicamente cosas fritas, bien aceitosas, bien españolas, joder. Yo me pedí unas fritas, con cebolla frita, huevo frito, y hongos. Todo eso revuelto y para adentro. Hay que adaptarse a las costumbres locales. Duby se pidió un helado! Y a eso le sumamos una buena jarra de kalimotxo. La verdad es que el kalimotxo en pamplona sabe muy bien. Es genial entrar a un bar, pedir un vaso de kalimotxo, y que coloquen el vaso en la máquina de gaseosas y en 5 segundos lo tenés servido. No mezclan en el momento, claro. Es kalimotxo de máquina.
Mientras todos comían pacíficamente vestidos de blanco, preparándose para destruir ropas e hígados, Duby se levanta, agarra la jarra de kalimotxo, y grita: “PAMPLONESES!!!” mientras riega a todos los amigos del gallego con el kalimotxo de la jarra. Todo el restaurante se dio vuelta para mirar el suceso. Los amigos del gallego empezaron a gritar cosas como “Me cago en Dios”, “Te voy a dar mil hostias, tío”… bueno, todo mentira. Se nos ocurrió gritar “PAMPLONESES!” y tirarles kalimotxo pero de verdad no daba. Creemos que Gato lo habría hecho.
Terminamos con el “almuerzo” y salimos a buscar los kalimotxos para el Chupinazo. Sé que la palabra Chupinazo suena a cosas sexuales zarpadas, pero posta nada que ver. Posta eh, posta. Los kalimotxos estaban en varios bidones de 8 litros cada uno, adentro de una pescadería. Así que caminamos de la confitería a la pescadería. Uno de los amigos del gaita que tenía un nombre como Juan Martín o José Luis abrió la persiana metálica, e ingresamos. Olor a pescado, claro. Frigorífico, muchos pero muchos bidones grandotes de kalimotxo. Agarramos uno cada uno (sí, 8 litros de kalimotxo cada uno es mucho), y salimos de la pescadería. Afuera nos esperaba el BMW de Juan Martín o José Luis, con la mujer en el asiento del acompañante. José Luis o Juan Martín iba a ser padre dentro de poco, y nos caía bien. Llenamos el baúl de kalimotxo, justito al lado de donde estaba el cochecito del bebé. Una combinación mortal.
Caminamos hasta una esquina cercana a la Plaza del Ayuntamiento, donde nos reencontramos con los del BMW, que ya habían trasladado la mercancía con éxito. Y nos adentramos en la Plaza del Ayuntamiento. Antes de llegar la policía revisaba las bolsas. Yo llevaba un bidón de 8 litros, y una bolsa con varias botellas de sidra. “Listo, la cagué”, pensé. Me van a sacar las botellas de vidrio, me van a deportar. En absoluto. Por el contrario. Aparentemente en España, al contrario que en Argentina, no está bien visto revolear botellas de vidrio por el aire. La gente no lo hace. Me permitieron entrar con las botellas de vidrio nomás. Me vi obligado a preguntar qué buscaba la policía en las bolsas si no son botellas de vidrio y me contestaron: “leche y harina”. Bastante confuso este asunto para un Argento. ¿Entonces no se puede tirar leche y harina pero sí botellas de vidrio? Apenas entramos a la Plaza del Ayuntamiento, empezamos a revolear botellas pensando que estaba permitido.
Por el video les va a parecer que la plaza es inmensa, pero posta es muy chiquita. Muy raro. Apenas llegamos había espacio para moverse. Empezó a llover kalimotxo. Está prohibido tener partes blancas en la ropa. Hay gente que lleva como unos sprays a presión, como aires comprimidos que disparan kalimotxo, es una auténtica locura. De los bidones llovía kalimotxo directo a nuestras cabezas. Si alguien con partes blancas en la ropa pasaba junto a nosotros, había que rociarlo de kalimotxo. Tradiciones son tradiciones. Al principio me cagué bastante de frío y putié a la península ibérica por no saber lo que es un verdadero verano. “Pibe, en mi país, en verano hace 40 grados”. Lo único que me molestaba de la lluvia de kalimotxo era el frío. Creo que mejor hubiera sido guardarlo afuera del frigorífico de la pescadería.
Todo el tiempo levantábamos la vista buscando al gaita entre los balcones de prensa, a ver si ya había llegado. Faltaban pocos minutos para las 12 (unos 15 minutos) y todavía nada. Me preocupé un poco, a ver si encima perdía el laburo por la notera que llegó tarde. Aparte no me imaginaba cómo haría para llegar la notera en medio de ese quilombo sin mancharse. No se cómo hicieron al final. Seguramente la notera se quedó en la Plaza del Castillo mientras el gaita grababa el Chupinazo. Y eso. Finalmente llegó, y lo primero que hizo fue grabarnos a nosotros en HD. Excelentes imágenes. Mientras nosotros le cantábamos a los gritos: “I-TU-RRALDE HI-JO de PUTA! ITURRALDE HIJO DE PUTA!”.
Se iban acercando las 12, la hora del Chupinazo, y la plaza estallaba. Oleadas de personas que nos hacían apretarnos contra la pared de uno de los locales de la plaza. En algún momento llegó Dazo o Di María, no sabemos a cuál de los dos se parecía más. Medio que se metió entre nosotros, y no entendía bien dónde se quería parar. La verdad es que ya no había lugar. Le pregunté: “¿A dónde vas flaco?”, pensando que era Dazo y que lo conocía de toda la vida, pero lo cierto es que no era Dazo, era simplemente parecido. Me contestó: “¿Qué?” y tuve que decirle: “¿Estás bien ahí?”… tipo Alfonsín al notero de CQC.
De alguna forma siguieron llegando amigos del Gaita. Todos me conocían, lo cual me hacía sentir muy bien. Se me acercaban y me decían nombres como: “Hola, soy Eneko”… y yo contestaba: “Hola, soy Pablo”, a lo que me decían: “Sí tío, joder, si ya se quién eres”. Simplificaba mucho las cosas. “Si ya he leído tu relato del Turco” y cosas así.
Aparte del frío, lo que jodía era el kalimotxo en los ojos. Ardían bastante. Talvez con el kalimotxo no tanto, pero a veces caía sidra, o sangría… cuanto más ácido o más espumas tenga, peor para los ojos me parece.
Las canciones que se escuchaban:
– “Ole, Ole ole ole, ole ole”
– “Alcohol, alcohol, alcohol alcohol alcohol / Hemos venido a emborracharnos / el resultado nos da igual”. Canción que da cuenta de lo sanos que son los españoles comparados con nosotros, putos sudacas orangutanes de la selva que cantamos hitazos como: “Que feo ser bostero boliviano, en una villa tener que vivir, tu hermana revolea la cartera, tu vieja chupa pijas por ahí”. “El resultado nos da igual”, ¿se dan cuenta? Nada más sano.
– “Rubia, coqueta, enséñanos las tetas”. Una de las favoritas del público cuando subían a una rubia en hombros. Muchas cumplían con lo solicitado.
Una mina atrás nuestro se cortó la pierna con un vidrio. Esto no es normal. Generalmente cuando se terminaba una botella de vidrio, la gente la iba pasando hacia nuestra derecha en cadena, donde había un tacho de basura gigante para vidrios especialmente. Alguna botella se escapó y terminó en la pierna de la chica. No pasó nada igual, la sacaron de toque.

Video de nosotros en el CHUPINAZO: http://www.youtube.com/watch?v=ucQZWisn13o

Unos tanos al lado nuestro gritaban hacia arriba, a los balcones: “AQUA! AQUA”, pedían que les tiren agua. En este momento empiezan a llover cintas de papel por toda la plaza. Todos los asistentes al Chupinazo se desataron el pañuelo rojo de la mano derecha, nosotros inclusive, y lo extendieron formando un cuadrado rojo, apuntando al Ayuntamiento. Toda la plaza sosteniendo pañuelos rojos estirados. Visto desde arriba es impresionante. Y estalla el primer cohete, todos gritan “Viva San Fermín!”, “Gora San Fermín!”. Supuestamente hay un encargado de gritar estas palabras por el sistema de audio (este año el encargado era alguien de la Peña de los Gigantes y los Cabezudos porque cumplían 50 años), pero algo falló en el sistema de audio, y fueron sólo cohetes, papelitos y gritos. Por momentos no podíamos tocar el piso con los pies. La plaza estallaba. Los blancos se habían convertido en rosas, y así comenzaba la fiesta de los San Fermines 2010.

Del Ayuntamiento, tuvimos que esperar que salga La Pamplonesa, la orquesta local. Mientras tanto, la Plaza se iba vaciando. La Pamplonesa salió, y una multitud la siguió hasta la Plaza del Castillo. La Plaza del Ayuntamiento está a cuadra y media de la otra, y tardamos 1 hora en hacer el recorrido, al ritmo de los apretujones de la multitud, y de la orquesta. Ahora tenían sentido los gritos de “AGUA! AGUA”… desde los balcones, a pedido del público, la gente llenaba baldes de agua y los tiraba a la multitud enardecida, deseosade sacarse un poco de olor a kalimotxo y de refrescarse (ya empezaba a hacer calor).

Después de los San Fermines

Ahora se escuchaban canciones como: “No seas rata, el agua está barata”.
También se escuchaban, al ritmo de La Pamplonesa, canciones anti-españa del tipo:
– “madrid se quema, se quema madrid, madrid se quema, se quema madrid”
– “no somos españoles, ni puta falta que hace.. chevererevereverevere…”
Nos acompañaba en esta caminata Mitxel, amigo del gaita independentista, que cantaba con alegría estas consignas. Entre líneas aclaraba: “Que se queme todo Madrid, salvo mi departamento, mi novia, y el aeropuerto que es donde trabajo”. País bizarro si los hay.
Finalmente llegamos a la Plaza del Castillo y nos fuimos al bar Okapi, donde nos encontramos con el resto de los amigos cercanos del Gaita. Brugal con Cola (Cuba Libre pero con un ron muy bueno), muchas risas, algunas fotos, conocer a algunos amigos más. Del Gaita ni noticias. En un momento se me acerca Iñaki y me ofrece entradas para ver el “rejoneo”. Le pregunto qué es eso, tipo reggaetón? Me dice que es en la plaza de toros, y que son toreros sobre caballos. No se por qué, no me moría de ganas, estábamos en el bar, buena onda. Le pregunté a Duby, que se moría de ganas, así que terminamos aceptando. Salimos del Okapi con Iñaki, pensando que ya íbamos al rejoneo, pero fue para llamar al padre y reservarnos las entradas. El rejoneo era a las 18.30 horas. Nos fuimos medio que sin avisar a comprar algo para comer, unos pinchos. Los muchachos se quedaron en Okapi, y salimos a recorrer bares, a buscar pinchos.
Caminamos bastante. Creo que salimos de “lo viejo”, hasta que encontramos un bar de pinchos. Pedimos algunas cosas. En algún momento me di cuenta que tenía un cuba libre en la mano, vaso de vidrio, que pertenecía a Okapi. Se nos acercó una Cordobesa a hablarnos, creo que la única argentina/argentino que vimos en todo el viaje. Fue raro porque no nos interesaba nada hablar con argentinos. La saludamos y nos volvimos al Okapi.
Cuando llegamos, los muchachos ya no estaban. Un garrón. Primero sin el gaita, después sin los muchachos, y sin forma de contactarnos con nadie. Y además sin las entradas del rejoneo. Llamamos un par de veces al gaita, pero estaba laburando y no atendía.
Le dejamos un mensaje al celu: “Gaita, nos perdimos de los muchachos. ¿Le podés avisar a alguno que nos pase a buscar por el Windsor? Vamos a estar ahí a las 14:30”. Apenas cortamos nos dimos cuenta que ya eran las 4 de la tarde. Dejamos otro mensaje: “Gaita, nos perdimos de los muchachos, ¿le podés avisar a alguno que nos pase a buscar por el Windsor? Vamos a estar ahí a las 4”. Más confuso imposible.
Nos fuimos para el Windsor. A cada rato yo necesitaba ir al baño por los temas de próstata el alcohol que había bebido. Colas impresionantes de san fermineros borrachos. En el Windsor nos sentamos, me pedí un kalimotxo, y esperamos. En el transcurso, pasó un borrachín al que le costaba mantenerse en pié, corrió una silla de debajo de una mesa con mucho esfuerzo, y se tropezó sobre ésta. Al toque palmó con la cabeza hacia atrás y la boca abierta. La gente pasaba y se sacaba fotos con el flaco dormido así. La moza en un momento quiso ofrecerle sus servicios de moza, pero le dije que ni se gaste.

El flaco durmiendo en el Windsor

Pasaron los minutos y ni noticias. Volvimos al Okapi y nos encontramos de nuevo con otros amigos del gaita. Nos paramos por ahí a charlar entre nosotros, cuando vislumbramos a lo lejos esa melena Puyol Style. Nos acercamos, por fin íbamos a estar con el gaita un poco en los San Fermines! Nos tomamos unos brugales con coca, nos cagamos de risa, y al rato el gaita tuvo que volver a trabajar. Nos indicó dónde estaban los amigos: “En la peña Erevena Antigua” o algo así. Nos dio indicaciones de cómo llegar y allí fuimos. Nos costó mucho encontrarlos, tuvimos que preguntar por una peña que ni sabíamos cómo se llamaba, pero ahí estaban.
Javi Bernal tenía los ojos perdidos ya, se le escapaban del nivel de alcoholismo que llevaba. A Iñaki le preguntabamos cada tanto qué hora era para que no se olvide del rejoneo. Por ahí andaban Bea y Raúl, pidiendo que digamos la palabra “desayuno” porque les gustaba el acento argentino. Finalmente nos perdimos de Iñaki. Pensamos que no tenía ni ganas de acompañarnos al rejoneo y se había fugado del compromiso. Lo buscamos por todas partes, pedimos a alguien que lo llame, etc, pero ni noticias. Finalmente no era que no tenía ganas (en realidad no tenía ganas pero igual nos iba a acompañar) sino que tenía un pedo para 120 y teníamos que recordarle cada tanto del rejoneo. Lo encontramos por ahí, charlando con alguien, y nos acompañó hasta la plaza de toros.
En el camino nos iba contando cosas que apenas logré entender. Hablaba en pedo, muy rápido, con todas palabras en gallego inentendibles. Me dijo algo así como un baile tradicional que fue prohibido no se por qué, llamado algo así como “Ragu Ragu”. Podría buscarlo en internet pero no da. Me contó que una vez al Gaita le cayó una botella en la cabeza, y que tuvo que llevarlo a la Cruz Roja rápido. Y que se acuerda cuando me conoció, que estaban cenando con el Gaita en V8, y cuando llegué, mientras yo me acercaba a la mesa, el Gaita le dice: “Ese es Pablo, y es judío”. Cuando saludé a Iñaki, me dijo: “Hola judío”. Yo ni me acordaba. Según él me cagaba de risa.
Apenas llegamos a la plaza de toros, nos paramos en un bar ahí en la puerta, e Iñaki nos presentó a su padre: “Este es Pablo, es judío”. Se cagaba de risa con esto. El padre una masa, lo trataba por el apellido: “A ver Valerdi…”. Entramos al bar a comprar unos tragos. Yo una botellita de agua para resistir el calor que se siente adentro en sol. Adentro de la plaza están las zonas de sombra y sol. Durante los San Fermines (a partir del día siguiente, día 7) en sol está todo el quilombo. La gente va con heladeritas llenas de alcohol, cosas para comer, fiesta, cantan bailan, ni ven el toreo. Y en sombra están los que quieren ver el espectáculo, sentados, tranquilos. Nosotros fuimos el 6 a sol, y hacía un calor de la hostia. Me compré la botellita de agua e Iñaki no paraba de decirme “Puto”. Esto le causaba muchísima gracia porque en España la palabra puto no existe, pero si tienen que interpretarla, lo hacen como lo opuesto a puta. Es decir, un hombre que cobra por sexo, y no un homosexual. Bueno, Iñaki había entendido el significado argento de puto y lo usaba conmigo por haberme pedido una botella de agua. El y su padre se pidieron un “Gyn gas”, o sea Gyn con fanta limón o algo así. Muy rico y refrescante. Me arrepentí un toque de mi botellita de agua de puto. Les invitamos los tragos, haciendonos los sudacas capos, y en agradecimiento por las entradas al rejoneo.
Finalmente se fueron haciendo las 18.45 y todavía estabamos afuera de la plaza tomando agua, o gyn gas, y hablando con los padres de los amigos del gallego. La situación era bizarra pero me parecía genial. Hay muchísima menos distancia entre generaciones. Los ves borrachos, vestidos de blanco y rojo, cagandose de risa. Muy buena onda. Estuvimos hablando un rato con los padres de Txui. Una masa los dos, muy buena onda. Hasta que le dijimos a Iñaki que se ponga las pilas, que el rejoneo ya había empezado. Iñaki no tenía ni ganas de ir, dijo que siempre tenía palco, pero nunca había ido porque no le daban ganas. Fuimos, entramos a la plaza, subimos al piso que nos correspondía, y no nos dejaban entrar porque el primer toro ya había entrado. Será por no distraer al torero o algo así. Un viejo gordo y cheto, con un trago en la mano, también volvió tarde del bar de la plaza y quería entrar, pero los pibes de la entrada no lo dejaban. El tipo señalaba hacia dentro de la plaza, a su lugar, y gritaba: “pero si estoy aquííí” con el mismo tono que puso Echarri cuando no querían devolverle al padre después de pagar el rescate: “SI YA LO PAGUÉÉÉÉ”. No lo dejaron entrar, y se empezó a poner más pesado, intentando darse un tono de autoridad: “Dejadme pasar”. Bueno, nada, hubo que esperar que termine el primer toro, y entrar.
Las puertas se abrieron y lo primero que vimos fue a un toro muerto en la mitad de la plaza, y una carreta que lo arrastraba hacia afuera. Muy impresionante. Tanto de pensar en rejoneo, ni se nos había ocurrido que estabamos yendo a una PLAZA DE TOROS. No se qué hostia nos imaginamos. Creo que yo pensé que eran sólo caballos y que iban a entrenarlos, que era como una doma de caballos o algo. La verdad es que estuve bastante pelotudo. Duby no se quedó muy atrás, porque también se sorprendió de ver un toro muerto ahí tirado, cosa que le impresionó mucho. A mi también, pero creo que no tanto.

En el piso quedaban las manchas de sangre del toro arrastrado, por la carreta que parecía 100% romana. La plaza también, era un coliseo de gladiadores, que en lugar de pelear entre sí, peleaban contra toros.
Ya fuera de la arena el toro, entraban unos tipos a alisar la arena, a dejarla prolija, probablemente para que el caballo no se tropiece.
Buscamos nuestros lugares y estaban ocupados. Iñaki se quejó con los ocupantes: un flaco y una minita. El flaco mucha cara de gil, pinta de turista de Madrid o algo así. Le dijo que le podía hacer un lugar. Iñaki no estaba para peleas así que se sentó ahí en medio de los dos. Nosotros buscamos un huequito en otro lugar y lo mismo hicimos. Además de Iñaki estaba Manolo, un pende-viejo del sur, talvez de Andalucía. No sabíamos bien si tratarlo como a un tipo de 40 o como a uno de 20.
El sol estaba mortal, yo estaba sin mi gorra. Me puse el pañuelo en la cabeza y empecé a pedir memoria y justicia. Empezaba el segundo rejoneo. Salen 3 tipos con las mantas para torear a la plaza, y se abren las puertas donde está el toro, quien entra a la plaza corriendo. Gira la cabeza a la izquierda y se encuentra con el primer tipo con la manta (los llamaría toreros pero creo que tienen un rango menor). Empieza a correr a este tipo con manta, quien se esconde detrás de una pared. Inmediatamente el toro busca su siguiente target: el segundo tipo con capa. Lo mismo ocurre: lo corre, y el tipo se esconde atrás de una pared. Y con el tercero lo mismo. Ni idea por qué lo hacen. Puede ser por alejar al toro de la puerta por la que entrará el torero, o para cansarlo un poco.
Ahí hace su entrada triunfal el torero. El espectáculo es de por sí bizarro. Son como gambetas sobre caballo. El tipo se acerca al toro mucho, muchísimo, el toro lo cuernea y el tipo lo gambetea. El caballo hace unos movimientos impresionantes que nunca antes vi. Posta parece Messi gambeteando. Iñaki nos dijo que este torero a caballo es el mejor de España por lejos, un crack. Se llama Pedro Hermoso de Mendoza me parece. Cada tanto, cuando hacía alguna maniobra espectacular, se acercaba al público y pedía sus aplausos, levantando una mano, con pose de galán de telenovela guatemalteca. Sacando mucho pechito, muy recto. La gente lo aplaude, y hacen comentarios como: “Muy bueno, muy bueno”.
En algún momento va a buscar a un costado como unos pinches, y en algunas gambetas, le clava estos pinches en el lomo al toro. Es muy fuerte el espectaculo. Así, de a poco, lo va desangrando, el toro empieza a cansarse cada vez más, entre las corridas y la pérdida de sangre. Te dan un poco de ganas que le clave un cornazo al torero, da la sensación que se lo merece. Allá en España lo ven muy diferente: es una tradición, el toro vive toda una vida de rey y muere así, pero vive mucho más feliz que cualquier otro toro. La justificación es rara.

Toreando

Llega un momento que el toro no puede más, pierde sangre por la boca y nariz. Igual es un animal increíblemente fuerte, sigue resistiendo ahora y siempre al invasor, sigue corriendo. Pero bueno, cuando ya no puede más, el torero se baja del caballo, sin capa, sin nada, y se pone a dar vueltas alrededor del toro en esta pose que les contaba antes. Tipo ganador de ganadores. Olé. Hasta que empieza a empujarle con la mano la cabeza para abajo, buscando que caiga, que muera. Con este toro le costó bastante. No quería caer. Hasta que finalmente lo hizo, y uno de los “tipos con manta” le clavó finalmente la estocada final. Probablemente para que deje de sufrir. Entra la carreta romana y volvemos a empezar.
Vimos un toreo más y decidimos irnos: hacía demasiado calor y ya no dábamos más. Nos daba cosa por Iñaki que nos había conseguido las entradas, acompañado y todo. Obviamente nos empezó a decir putos cuando le dijimos que nos íbamos. Buena onda Iñaki. Le dijimos que el espectaculo nos había gustado mucho (lo cual es cierto, tenía algo muy artístico en los movimientos tanto de hombe como de toro), pero que hacía demasiado calor, etc.
Nos fuimos caminando para casa, a cocinar algo y bañarnos. Ah, a todo esto. Eramos de los pocos san fermineros que todavía estabamos vestidos con las ropas del chupinazo, es decir: rosas por el kalimotxo. El resto de las personas en algún momento del día se habían ido a cambiar. Esto generaba algunas miradas de la gente y un poco de vergüenza en nosotros: en el bar de los pinchos, en la plaza de toros, etc. Aparte apestabamos a kalimotxo. Llegando a lo del gaita, compramos unas pastas y un tuco y subimos.
Me metí a la ducha completamente vestido, salvo zapatillas. El agua bajo mis pies tenía un color más bien negro (pensé que sería rosa como las ropas). Un asco. Estuve como 1 hora en la ducha, un placer, sacándome todo lo pegajoso. Cuando salí, increíblemente Duby seguía bañándose. Nos pusimos a cocinar (en realidad Duby cocinó), mientras yo palmé en el sillón.
Cenamos, y nos acordamos que estaban jugando Uruguay-Holanda. Corrimos al televisor. Vimos el partido, gritamos por Uruguay, me tomé un fernet y volvimos a salir. Eran cerca de las 10 de la noche. Al día siguiente nos queríamos levantar temprano para la corrida de toros. Pensé en llenar mi bota, pero estábamos bastante destruidos y al día siguiente arrancaban los San Fermines.
Caminamos vestiditos nuevamente de blanco y rojo. El rosa kalimotxesco había quedado atrás. Nos quedaba muy poca vestimenta blanca. En realidad solamente lo que llevábamos puesto, así que andábamos con mucho miedo que algún borrachín nos vuelque todo encima. La fiesta seguía, muy descontrolada. Muchísima gente por todas las calles de “lo viejo”. Nosotros muy tranquilos, ya 100% sobrios, relajados, bañados, disfrutando del caminar y del observar. Llegamos como a una especie de Rave. Todos vestidos de San Fermines bailando música electrónica. Bizarro. Tradición modernizada. Se hicieron las 12 y decidimos irnos a dormir. Al día siguiente había que arrancar a las 6:30 para conseguir lugar en el primer Encierro de los San Fermines 2010.
Llegamos a casa y el Gaita no estaba. Al día siguiente él también tenía que arrancar temprano, grabando el encierro para CUATRO. Pero bueno, ya lo conocemos. A las 3 de la mañana nos despertó, con un olor a Ron más fuerte que el de la fábrica de Havanna. Yo ya estaba acostumbrado, de las épocas de San Telmo.
“Tu, tu, tu, sabes lo que me ha pasado? Que he perdido las llaves… y le he pedido a Gema que me deje la puerta abierta… tío, soy un puto desastre”. Al toque lo llama Gema, para ver si había podido entrar, diciéndole que estaba abajo. Subió Gema. Nosotros en la cama semi-dormidos, mientras escuchábamos al Gallego borracho decirle boludeces, y a la minita sin entender cómo podía estar viviendo en casa de semejante macarra. Media hora después el Gallego nos dejó en paz y se fue a dormir.

Perdón por lo prolífico. El mail lo escribí en 4 países diferentes, ya pasaron tantas cosas…
Besos.

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One Comment

  1. Genial, destacables la foto con el choborra y todo lo relacionado a la definicion de ‘puto’ haha.

    Un abrazo Dana, que la sigas pasando excelente.

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