Bicicletas Firenze (40)
El 20 de Marzo del 2004 llegué a Florencia.
El micro me dejó en las afueras de la ciudad, y tuve que esperar el
colectivo 37 para llegar a los adentros de la ciudad, por llamarlo de
alguna forma. Me subo al micro, y me doy cuenta que no tengo boleto.
Bueno, no creo que me lo pidan. Mientras viajo, se me ocurre bajarme una
estación antes de la estación final, porque muchas veces piden ahí el
boleto. El problema es que no tenía idea cuál era la estación final. Al
rato se suben unas chicas hablando en inglés, me imagino que van al
hostel, podría seguirlas, pero no tengo forma de estar seguro. La presión
de no tener boleto me vence, y cuando veo una plaza que parece más o menos
céntrica, me bajo del colectivo, y empiezo a preguntar por otra plaza que
queda cerca del hostel. Me dicen que me tengo que tomar el colectivo 37,
que es muy lejos. La puta madre.
No tengo ganas de comprar boleto, así que me vuelvo a subir al mismo
colectivo, luego de esperar otros 20 minutos. Al rato me bajo en una
parada al azar, nuevamente. Esta vez estaba más cerca. Una señora muy
amable me indica que tengo que caminar hasta el próximo semáforo, y doblar
a la derecha para encontrar la plaza. Camino hasta el próximo semáforo,
doblo a la derecha, y encuentro una plaza que no es la que busco. Busco en
el mapa los nombres de las calles en las que estoy, pero no las encuentro.
Pregunto nuevamente por la plaza, y me dan nuevas indicaciones. Encontré
el hostel.
Ya dentro, el recepcionista habla por teléfono a las apuradas. Dos chicas
esperan ser atendidas. Apoyo el Lonelyplanet en la mesa, y las chicas, al
verlo, me sonríen, como diciendo: “ah, también sos mochilero?”. Les
contesto con la mirada que sí, pelotudas, ¿no ven la mochila?. Buena onda.
Las atiende, pagan los 16.50 Euros (sin desayuno), les da las sábanas, y
cuelga un cartel que dice: “No hay más espacio para chicas”. Eran
habitaciones separadas. Por el momento me impresionaba la cantidad de
mujeres que había en el hostel. No había visto un sólo hombre. La verdad,
es que en Italia hay muchas más mujeres turistas que hombres, creo que les
encantan estos lugares, artisticos y romanticos. Pregunto si le queda una
cama para hombres, y me dice que sí. Mientras me cobra, leo las reglas del
hostel, pero estaba tan cansado que no las entendí, mi mirada simplemente
pasó por arriba de las letras como tratando de cumplir una tarea
imposible. Subo al cuarto.
Esta vez me parece que sí, encontré el peor hostel de Europa. Se lleva
todos los premios. Evitenlo a toda costa si vienen a Florencia. Se llama
Hostel Santa Monaca, y queda en la calle Santa Monaca. Lo elegí porque
tenía buena ubicación, y cuando pregunté si tenía cocina me dijeron que
sí. Cocina tenía, pero ellos no te daban utensillos, ni cubiertos, ni
cacerola, nada. Y con respecto a la cocina… habían tres ornallas
eléctricas, de las cuales una no funcionaba.
En mi habitación dormían 22 personas. No es un número que estoy
exagerando a propósito. Eran 22 personas. Todos hombres, con olor a pata,
y todos, absolutamente todos, roncaban. Esto sí lo estoy exagerando un
poquito, había uno que no roncaba. Una asquerosidad. El cuarto tenía algo
raro con la acústica; cualquier ruidito que hacía alguien en la otra punta
de la habitación, resonaba terriblemente. Fue horrible, me despertaba con
dolor de cabeza, no podía dormir, muy mal.
Esa noche salí a comprar unos fideos con tuco para hacerme algo rápido y
fácil. Encontré un almacén, y me cobraron 3.5 Euros por un paquete de
fideos y una lata de tuco. Me parece que me cagaron. Los cociné, en una
cacerola que había dejado algún otro mochilero. No había colador, así que
tuve que poner un plato arriba de la tapa de la cacerola, y sacar el agua
así, pero se me cayó el plato, y todos los fideos se cayeron en la pileta,
a la cual habían acabado de tirar los restos de vino de una botella.
Quedaron buenisimos, fideos con tuco, vino y detergente. Obviamente me los
comí. Me fui a acostar temprano, pero como dije antes, los ruidos que
había en la habitación eran insoportables.
Al otro día desperté, y me entré a bañar. Salí de la ducha a las 10:00
aproximadamente. Me pongo las medias en el cuarto, y una chica de
limpieza me pregunta dónde estaba antes, que no me vió. Me dice que si la
señora de abajo ve que yo todavía estoy ahí la va a cagar a pedos, porque
ella tiene que sacar a todos de las habitaciones antes de limpiar. Le digo
que no se preocupe, que yo hablo con la mina de abajo. Me dice que cuando
esté listo le avise porque me tiene que abrir la puerta que está cerrada.
Bajo, la chica me abre la puerta, y la señora de abajo me mira, y la mira
muy mal a la chica, quien le dice en italiano: “habían dos chicos más en
las habitaciones. No los había visto”, refiriendose a mi y a otro flaco.
La señora de abajo empieza a los gritos, que no puede ser, que sabemos que
la hora de salida es a las 9:30, que esto asi no puede ser. Pero gritando
descontroladisima, sacadisima la mina. Le digo que se tranquilise, y
cuando me grita: “TRANQUILA NADA!!”, me doy vuelta y me voy. La señora de
abajo se queda gritandole al otro pibe que también se estaba yendo tarde,
y a la mina de limpieza. Yo me pongo los dos buzos que iba a usar ese día
en la
recepción, cuando el flaco que labura ahí, detrás del escritorio, me dice:
“el horario de salida es a las 9:30”. Intento explicarle en
italiano que no lo sabia: “Io no so”… le digo, pero creo que eso no
significa nada. Paso al inglés, y empezamos a discutir, que él me dice que
no puede ser que no sabía, que estoy mintiendo. Le digo que son todos unos
maleducados, y que son muy groseros. Me dio mucha bronca. Si hay algo que
me molesta es que me traten de mentiroso, cuando digo la verdad. Le digo
que nadie me lo dijo, y me muestra 40 carteles que dicen el horario de
salida en 40 idiomas diferentes. Uno de esos carteles es el que había
leido la noche anterior sin poder concentrarme. Le digo que nadie me dijo
que los lea, y me dice que es obvio que cuando uno va a un lugar tiene que
leer los carteles. Todo esto con muy muy mala onda. En la mitad de uno de
sus gritos, me di vuelta y me fui.
Me quedé pensando cómo podía explotar el hostel, cómo podía vengarme.
Pensé en mear un colchón, eso les traería suficientes problemas. Pensé
muchisimas cosas. Se me ocurrió que iba a volver, y me iban a rajar del
hostel, y ese pensamiento me tuvo preocupado todo el día. Me imaginaba
volviendo, y el flaco pelotudo este diciendome que me tenía que ir. Yo
diciendole que con gusto me iba, pero que me devuelvan la plata, y ellos
diciendome que no me la devolvían, y yo diciendole que si no me devolvían
la plata iba a matar a toda su familia. Me imagine mil millones de formas
de amenazar a una persona. Me quedé con mucha bronca en serio, me molesta
mucho que me traten mal, cuando yo no hice nada malo, y en última
instancia, si hice algo malo por error, no tienen por qué maltratarme como
lo hicieron. Puede sonar una boludez, pero a mi estas cosas me arruinan un
día, me quedo todo el tiempo pensando en eso.
Salí en busca de otro hostel. No quería dormir otra noche ahí. Ya tenía
pagada esa noche, así que necesitaba encontrar otro para la siguiente.
Antes me senté en un parque a desayunar algo. Tenía unas galletitas, y
unas cakes de Monda. Tomé un poco de agua, y seguí viaje. Me agarró un
poco de remordimiento por haber dejado en banda a la mina de limpieza con
la señora de abajo. Se debe haber comido un buen garrón, pero la verdad es
que en el momento solamente podía pensar en que no quería que me griten.
Llegué a pensar que la podrían haber rajado, y cosas así.
Encontré el Hostel Archi Rossi, otro de los recomendados por
Lonelyplanet. Era más caro: 19 Euros, con desayuno, sin cocina.
Necesitaba una cocina si quería ratonear bien. No quería ir al hostel de
HI, porque quedaba lejos y no tuve buenas experiencias en Italia con HI.
Caminé un rato por al lado del río, donde habían unos puestos vendiendo de
todo: desde ropa hasta comida. Despues di una vuelta al azar por
Florencia, y me crucé con el Duomo. No, con el Mumo no, con el Duomo. Me
pareció algo lindo, pero no tenía idea lo que era. No me impactó tanto en
ese momento.
Caminé un rato más, me fijé algunos restaurantes recomendados por
Lonelyplanet, como ser Mario’s, pero estaban todos llenísimos. Es
increible lo que debe ayudar a tu negocio aparecer en uno de esos libros.
Terminé entrando a un lugar que decia algo así como Pizzeria, aunque no
del todo. Creo que lo que decía significa Sandwicheria, o algo así.
Pregunté cuanto costaban los sandwiches, y una española, que estaba
comprando algo ahí, hablaba bien italiano y me asesoró. Hizo todas las
preguntas por mí. Me terminaron vendiendo un sandwiche de mortadela con un
queso barato, por 1.40 Euros. Baratito. Comí ahí a la vuelta.
Despues dí una vuelta por una especie de plaza cerca del Puente Vechio,
que tenía muchas esculturas. Me gustó mucho, unas esculturas enormes
impresionantes. Le pregunté a los que cuidaban las esculturas dónde
quedaba la calle de otro de los hostels que estaba buscando. Se fijaron en
el mapa, pero no tenían idea de dónde quedaba. Seguí caminando al azar,
por el puente. Seguía de muy mal humor, pero iba mejorando. Como si la
única medicina al maltrato que recibí, era recibir mucho buen trato. Crucé
por al lado de tres chicas policías, les dije “excusi, bona sera”, y las
tres me sonrieron y fueron muy muy amables. Casi como policías
bonaerenses. Ya me sentía mejor. Me indicaron cómo llegar. En este hostel
me dijeron que no tenían dormitorios, sólo habitaciones para 1 o más
personas. La habitación para una persona sola costaba 35 Euros.
A la vuelta de la caminata, pensando en mis dos opciones para el día
siguiente (quedarme en ese hostel de mierda con cocina, o irme al otro más
caro sin cocina), pasé por el supermercado a comprar algo con carne para
cocinar. Un pollito con arroz y arbejas, pensaba. Pero no, los
supermercados en Europa cierran los domingos. Cierto. Al rato encontré un
almacén de unos árabes, y me compré una cebolla. La salsa de tomate sola
no tenía gusto a nada.
Llegué al hostel. El recepcionista era otro. Lo saludé cordialmente, y
subí al cuarto a buscar una naranja que Monda me había envuelto en un
paquete lleno de cosas (cakes, pistachos, manzanas, naranjas y
galletitas. Divina!). Bajo las escaleras, y una señora pasa por al lado
mío. La saludo también cordialmente, con una sonrisa, y al segundo me doy
cuenta que era “la señora de abajo”. No estoy totalmente seguro, porque
tengo mala memoria y no le vi mucho la cara mientras me gritaba, pero se
parecía mucho. Me siento a comer la naranja, y mientras la pelo me doy
cuenta que la señora de abajo está sentada justo en la mesa de enfrente
mío, y me mira de vez en cuando. Fue gracioso. Ahora la llamo la señora de
enfrente.
Despues de la naranja, esperé que terminen de usar una de las ornallas, y
me puse a cocinar. Herví el agua, y cuando los fideos estaban listos los
pasé a otro plato. Tenía una sola cacerola para hacer todo. Tiré las
cebollas en la cacerola mientras los fideos se enfriaban, las doré un
poco, despues tiré el tuco, lo calenté, y despues mezclé todo junto con
los fideos. Quedaron bastante bien, eh. Mientras lavaba la cacerola para
que la pueda usar otro, una chica a mi derecha mueve la canilla para que
yo la pueda usar, y me dice en inglés que la use. Tenemos una
mini-conversacion en inglés en la que le pregunto si no la está usando. Un
segundo despues, aparece su hermana, que le habla en castellano. ¿Sos
argentina y me estás hablando en inglés?, le digo. Eran argentinas.
Buenisimo. Me senté a cenar con ellas. Una de ellas sacó de una máquina un
jugo de naranja, usando un crédito que alguien había dejado. Me lo regaló.
Terminé mi cena, ellas se tomaron un té, y nos fuimos a dormir. Unos pibes
españoles al fondo de la sala estaban gritando a lo locos. Lo que me costó
dormir no tiene nombre. A cada rato entraba alguien a abrir un armario de
metal que hacía
muchisimo ruido. Cuando estoy a punto de dormirme, me doy cuenta que en la
cama de arriba mio, duerme un flaco que no para de roncar. Nunca vi a
alguien roncar tanto. No pude dormir casi nada.
Apenas me despierto, día 22 de Marzo, me doy una ducha rápido, y me voy a
la mierda de ese hostel del orto. No se les ocurra ir ahí. Camino algunas
cuadras, y llego al nuevo hostel: Archi Rossi. Hago el checkin, y me dicen
que no puedo ocupar la habitación hasta las 14 horas, que entre las 11 y
las 14 hacen la limpieza. Todo bien, son horarios razonables de lockout. A
mi derecha veo a dos chicas con mucha pinta de sudacas. Primero se me
ocurre que son argentinas. No se por qué, pero me di cuenta despues que
eran chilenas sin escucharlas hablar. Enseguida me lo confirmaron,
cachai?. Las petisas se van con sus mochilas al hombro, medio
desilusionadas. Les pregunto si están buscando otro hostel, y cuando me
dicen que sí, les comento del Santa Monaca, que es una cagada y todo eso.
Me dicen que lo único que quieren es tirarse a descansar un rato, y que
sea antes de las 14 horas. Les digo que el Santa Monaca está cerrado entre
las 9:30 y las 14, y que ahí tampoco van a poder entrar, así que se
deciden a quedarse en este hostel.
Salí a pasear un rato más por la ciudad, fui al Duomo, está vez queriendo
ir, y me encantó. Me parece, por afuera, la iglesia más linda que vi. Los
colores que tiene por afuera son inigualables. Generalmente las iglesias
son marrones y grises por afuera, pero esta tiene color, es hermosa. Seguí
caminando, y pasé a visitar a mi amigo David, el de Michelangelo, pero el
chabón no trabaja los lunes. Busqué un lugar para almorzar, y encontré un
bolichito que vendía pastas muy buenas. Unos fideos al pesto. Despues
crucé la calle y fui a un lugar de unos chinitos que vendían varias cosas.
Me compré una empanada primavera y una botella de agua.
Volví al hostel, fui a la sala de estar, y escucho una canción muy buena
que viene del televisor. Veo una gorda cantando algo en italiano, y
enseguida me doy cuenta que están viendo El Padrino I. Excelente. Que
buena pelicula por dios, cada vez que la veo encuentro cosas nuevas. Debe
ser la mejor película del género, por lo menos, por lo menisimos. Me como
una lasagna que venden en el hostel, que se calienta en el microhondas,
mientras miro El Padrino. Termina la película, y me pongo a leer todas las
cosas escritas en las paredes del hostel. Acá es legal pintar y escribir
en las paredes, es muy bueno. Hay unos dibujos geniales. Un dibujo del ’96
hecho por una argentina de un tanguero parado con el obelisco de fondo,
que dice arriba Los Inmortales. Hay muchisimos escritos de argentinos, se
nota que nos gusta escribir en paredes. Encuentro algo que dice: “Wafer
2004”. Le mando un mail al chileno Wafer que conocí en Amsterdam. Chipi me
dice que estuvo en este hostel, y busco algo que escribió él en el primer
piso: “MACABI”. jajaj, que nerd.
Mientras paseo por el hostel, leyendo paredes, me cruzo con Pamela, una
de las petisas chilenas con las que me encontré a la mañana y les
recomendé que se queden en este hostel. Me dice que están afuera con un
montón de gente tomando vino y charlando, en el patio del hostel (muy
lindo, por cierto). Salgo al patio con ella, y nos ponemos a charlar y a
tomar. Ellas invitaron el vino, un yanqui/aleman que es hijo del dueño de
un banco puso el queso, y yo puse los vasos de plástico, jeje. Despues
llevé los pistachos de Monda, les encantaron. Estuvimos un buen rato ahí,
pero hacía frio. Pensaba cuantas veces en los últimos meses me senté a
tomar y charlar con desconocidos que se iban haciendo conocidos, y lo
diferente que es ahora hacerlo de lo que era antes. Lo sigo disfrutando,
pero antes cada persona envolvía un misterio increible. Ahora se que pasan
los músicos, quedan los artístas. No se si tiene lógica, pero lo acabo de
leer escrito en una pared, y dice que es de Charly Garcia. Cuándo dijo o
cantó eso Charly??.
El yanqui/aleman de 19 años hijo del banquero cuenta que está estudiando
economía, que le gustan muchas cosas pero que nada lo apasiona, y que la
economía en realidad es lo que menos le gusta de las cosas que le gustan,
pero que vió que había un curso de 3 años. Cuenta que ese curso le viene
bien, porque terminó la secundaria dos años antes que el resto de las
personas, primero porque no tiene que hacer el servicio militar no se bien
por qué, y segundo porque estudió un año en Taiwan y eso le hizo ahorrarse
un año, o sea que si hace el curso de economía estaría casi igual que
cualquier otro cuando quiera empezar una carrera. Qué problemas tenía el
pibe, y sólo 19 años. Empezó a intentar organizar un asado para todos para
el día siguiente, pero era demasiado difícil para el flaco me parece.
Quería tener todo organizado con un día de anticipación, empezó a
preguntarnos qué queríamos comer, cuánto queríamos gastar. Flaco,
tranquilo. Me preguntó si lo acompañaba a comprar las cosas al otro día.
Yo no le daba bola. Al rato baja a preguntar si se puede hacer un asado en
el hostel y le dicen que no. jaja.
Al otro día, me despierto, y espero que se desocupe el baño que tenemos
en el cuarto. Apenas se desocupa me bajo de la cama, agarro la toalla, el
shampoo, jabón, cepillo de dientes, y un ponja pasa por al lado mío más
rápido con las mismas cosas y cierra la puerta del baño. La puta madre.
Por un segundo. Bueno, espero a que termine de bañarse, y entro a darme
una ducha. Despues salgo a desayunar, y me siento en la mesa con las
chilenas, que me dicen que se van a pasear a Pisa.
Salgo a ver a David, día Martes, tiene que estar disponible. Se que están
haciendo obras de remodelación en el museo, por las cuales el David está
medio tapado, y se ve solo una parte, pero creo que aún así vale la pena,
y deben haber muchas otras cosas grosas aparte del David. Camino al museo,
y hay una cola tremenda. No importa, quizás con el carnet de prensa entro
sin cola. Me preguntan de qué país soy, y cuando digo argentino, me dicen
que no. Pregunto por qué no, y me dicen que sólo están permitidos medios
de prensa de la unión europea. Sabía que tenía que hacerme un carnet de
España, pero se me pasó. 6.5 Euros, que no me jode pagarlos para poder
entrar, pero lo que sí me jode es hacer la cola.
Vuelvo al hostel, hacía frío afuera. Boludeo un rato por acá, y salgo a
la estación para averiguar para ir a Siena y a Milano, como otra opción.
Hechas las averiguaciones, empiezo a buscar algún lugar bueno para comer.
Paso por un restaurant de comida china que parecía bueno, y me dieron
muchas ganas de un pollo con almendras y arroz con huevo. Me di el
gustazo.
Volví al hostel, voy a la sala de estar, y están mirando Indiana Jones y
La Ultima Cruzada. Justo habíamos estado hablando con el Mumo el día
anterior de esa película, porque me dijo que una gran parte había sido
filmada en Venecia. Yo no me acordaba. Creo que la disfruté más que cuando
la ví en el cine hace como 10 años. Me sentía un nene, me reía de
absolutamente todo. Ahora que me acuerdo, también me reía de todo porque
estaba un poco dormido despues de la siesta, pero no les puedo explicar
cómo la disfruté. Todos los chistes, la relación de Indiana Jones
(Harrison Ford) con su padre (Sean Connery), creo que es la mejor que
existe en el cine. Me cagaba de risa con todo. Cuando aparecen los nazis,
es genial, todo genial. La música… las escenas de acción… bueno,
basta.
Terminada la película, salí a hacer algo. No me acuerdo qué. Cuando
vuelvo me encuentro con Pamela y María José (creo que ese es su nombre),
las petisas chilenas. Me dicen que están saliendo a comer algo todos
juntos, que cayamos a un restaurant ahí a la vuelta.
Salimos todos, eramos 9 personas. La cena estuvo buena. Pedimos vino para
todos, y cada uno empezó a pedir sus platos. Me agarró un toque de pánico.
Muchos de ustedes ya sabrán por qué. Muchas veces se acostumbra dividir
por partes iguales la cuenta, y unos cuantos se estaban pidiendo primer
plato, segundo plato un bife de no se que (la carne es carisima aca), una
ensalada, más bebida, postre, etc etc. Algunos se pasaron de los 25 Euros
por lo menos. Yo me pedí un Braccio Forte, un calzón de mozzarella, tomate
y aceite de oliva que no tenía mucho gusto. Las chilenas también se
pidieron algo barato. Es un clásico, aprovechás que se divide y pedís de
todo, pero yo tenía la esperanza de que cada uno pague lo suyo. Che, si
parece que estoy sufriendo mucho por el tema guita, no se hagan drama, o
sea, me cuido pero tampoco sufro. Todo bien. Terminamos con la cena, y
aparecen dos holandesas que se sientan en nuestra mesa. Yo estaba sentado
en una de las puntas, así que agregamos una mesa y se sentaron conmigo.
Las había visto alguna vez por el hostel, pero nunca habíamos hablado. Una
era linda, pero no eran para nada interesantes. Me aburrí un poco. No
podía escuchar lo que decían del otro lado de la mesa, y estas pibas me
aburrían. Hice un avioncito con el mantel de papel, y se lo regalé a
Kirsten, una neozelandesa divina que cumplía 31 años ese día. Cada uno
pagó lo suyo, agregando la cena de Kirsten por su cumple, fue un lindo
toque.
Volvimos al hostel, compré una botella de vino, y nos sentamos a charlar.
Saqué los parlantes y puse algo de música. Empecé con All That You Can’t
Leave Behind, de U2. Charlamos charlamos. Apareció un neozelandes
pesadisimo, una bestia. Gritando y riéndose a lo loco de cualquier
boludez. Un grandote boludo, como le diríamos. Tomó demasiado
protagonismo, así que le tuve que poner un valium en el vino. Cambié a
Pink Floyd. A cada rato venía alguien de la recepción a pedirnos que
bajemos el volumen de la música. El neozelandes se levantó y cambió de
Pink Floyd a Pearl Jam, y subió el volumen. Enseguida, antes que Eddy
Vedder empiece a cantar, apareció el recepcionista diciendo que apaguemos
definitivamente la música. Seguimos charlando, pero ya no era lo mismo.
Empezaron a preguntar con personas de qué nacionalidades cada uno se había
besado. Pasó la ronda, y cambiamos de juego. Creo que fue idea del
grandote pelotudo, que subió de categoría. Kirsten y un yanqui que era
músico y vivía hace 9 meses en Londres, me pidieron si podía poner la
música de vuelta bien bajito. Les hice caso, y eligieron Bruce
Springsteen. La puse excesivamente bajo porque no quería que me rajen del
hostel. No me sentía del todo bien, creo que el vino era muy malo. Me fui
a acostar tardisimo, como me había recomendado el Pelado.
El 24 a la mañana, desperté muy cansado. Tuve que hacer un esfuerzo
tremendo por decidir si quedarme más tiempo en Florencia, o irme al
Cinqueterre. Decidi quedarme un día más, para ver algún museo groso. Me
bañé, pagué por un día más, y fui a desayunar. Compartimos mesa con las
chilenas y con un yanqui medio raro.
Salimos a Pisa con las chilenas. Creí que valía la pena, conocer la Torre
de Pisa, no es una oportunidad que se da todos los días. Nos tomamos el
tren, una horita de viaje. Caminamos bastante por la ciudad. Vimos la
torre, que está inclinada de verdad. Pensé que despues de Superman III la
habían enderezado. Sacamos fotos, almorzamos unos panes con queso
Camembert, y volvimos a Florencia.
Este mail lo escribí en Florencia antes de irme. La idea era completarlo
con los sucesos del último día, pero lo que pasó despues marca una
separación en el viaje, y es necesario un nuevo mail que les llegará en
pocos días.
Besos.