Despues de mirar un rato el cielo me di cuenta cual era mi mision en el mundo.
Ocurrió hace aproximadamente una semana, cuando mi primo Jonathan y yo, el narrador de esta historia, teníamos la humilde pretensión de cruzar la frontera entre Honduras y Nicaragua.
El plan era simple: caminar a las 8 de la mañana a la estación de autobuses de Tica Bus, y tomar el autobus de las 9 de la mañana con destino Managua, Nicaragua. 8 de la mañana en Tegucigalpa, Honduras, como diría Manu, llegamos a la estación. “Tienen reserva?”, nos pregunta la gordita amable detrás del mostrador. No la teníamos. Maldición, va a ser un día duro.
Comenzamos a averiguar cómo hacer para cruzarla por medios alternativos, y no era tarea fácil: autobus a Choluteca, luego otro a Guasaule, triciclo a fuerza humana para cruzar definitivamente la frontera, luego otro autobus hacia Managua, un taxi hacia Roberto Wemble, un mercado de Managua, y por último otro bus más hacia Granada.
Un segundo antes que nosotros había entrado una gringa y se había colocado en lista de espera. La gorda nos dijo que si no llegaban algunas personas que tenían reserva, nos íbamos nosotros. A las 8:30, como no habían llegado, nos vendió los boletos. Glorioso momento. Por fin nos pudimos dar el lujo de sentarnos a desayunar hasta que se hagan las 9, y partir tranquilamente en un autobús realmente cómodo, viendo una típica película Hollywood. Qué placer.
Desayunamos, nos clavamos un Dramamine cada uno para dormir un poco en el viaje, subimos al micro, y todo era tranquilidad. Una señora nos prestó su diario acompañado de un mini sermón “el mundo estaría mucho mejor si aprendiésemos a compartir”. Leímos la noticia del coma de Sharon. A las 8:55, minutos antes de que parta el micro, se sube un señor con un listado, y me llama por mi nombre. Me pide que baje a hablar en la oficina. Algo huele mal, y no era el bebé que se había cagado al lado nuestro. Bajo.
En la oficina me dicen que hubo algún error, que la gente que había reservado subió directamente al micro sin avisar, y que teníamos que devolver el boleto. Bajaron a 3 personas: Jonathan, Henry y Pablo. Se quedaron los dos que habían llegado segundos antes que nosotros.
Capítulo aparte: Henry.
Trabajó 14 semanas en EEUU, vendiendo libros educacionales de puerta en puerta. Había juntado en total 14 mil dólares. Nada mal, no?. Tenía pensado viajar como 3 años, nos mostró el recorrido y era increible. El año pasado escapó por 5 días del Tsunami, y por 3 días del Huracán Katrina (vive en New Orleans pero se había ido a trabajar no se a dónde). Teníamos miedo que cause un terremoto. Buena onda, aunque primero daba la sensación de ser mas raro que un perro verde.
Ok. Caminamos los tres entonces hacia la estación de micros de La Estrella, a 10 cuadras de la de Tica Bus. Resulta nada más ni nada menos que la estación estaba dentro de una villa. Divino. Tegucigalpa no parecía ser una ciudad muy segura. Compramos los boletos, mientras un borracho nos atosigaba y le decía al de atrás de la ventanilla que le de una comisión por habernos llevado ahí. Llegó el Micro, pero estaba rota la correa del electroventilador. Los idiotas estuvieron 2 horas para colocar una nueva, porque no la ponían lo suficientemente tirante y se salía. Durante el viaje se salió un montón de veces y tuvieron que ir parando para colocarla nuevamente. El Dramamine ya había hecho efecto hace un ratito, y estabamos Jony y yo bastante zombies. No recuerdo mucho del viaje.
Llegamos a Choluteca, y salía inmediatamente un micro a Guasaule. Tuvimos que caminar rápido para alcanzarlo, y cuando llegamos estaba saliendo. Subimos por la parte de atrás del micro, y como parecía bastante lleno, apoyé mis bolsos en el piso para sentarme ahí, pero enseguida nos dijeron que había lugar y nos fuimos para adelante. El efecto del dramamine seguía funcionando, sumado al cansancio de haber dormido mal con las ratas en el cuarto, y todo el viaje, y la resaca del día anterior. Ok, de golpe me despierto y estabamos en Guasaule, y veo a un flaco agarrando mi mochila grande y subiendola a un triciclo (era una bici con dos asientos adelante para llevar gente). Se peleaban entre muchos triciclos para llevarnos. Me bajo rápidamente del micro para alcanzarlo y sacarle la mochila re caliente, pero en el medio entre el triciclo y yo se me interponen como 5 cambistas para ofrecerme cambiar de dolares a Córdobas (moneda de Nicaragua). Miro a Jony y está en una situación similar. Le saco la mochila al tipo y lo puteo. Cambiamos sólo 10 dolares, para pagar la frontera y tener algo de guita para comer. Elegimos un triciclo para nosotros, y Henry fue en otro. El micro para Managua salía de la frontera a las 16 y eran las 15:55. Todo un desastre. El triciclo se apuró hasta la frontera, hicimos los trámites, y ya eran como las 16:15. Dormir en Guasaule iba a ser una pesadilla, pensabamos. Una luz de esperanza se abrió cuando alguien nos dijo que salía otro a las 16:30. Bueno, llegamos cuando ya estaba saliendo también. Nos peleamos con el del triciclo porque le dimos 40 y quería 60. Henry le había dado por él sólo 60, y nosotros por dos personas 40, pero somos argentos, y 40 era bastante en serio.
Subimos a este micro ya alucinados con lo que habíamos logrado. En el camino averiguamos cómo hacer para llegar a Granada, el tema del Taxi, etc. Un tipo nos indicó como hacer. Hablamos con este hombre un poco de política, del sentimiento de la gente centroamericana hacia estados unidos comparado con el sentimiento de los argentinos. Nos dijo que EEUU hizo mucho por centroamerica. Llegamos. Taxi. Primero fuimos a la UCA, desde donde el tachero nos dijo que salían minibuses a Granada, pero nada. Despues rápidamente al mercado de Roberto Wemble, y enganchamos el último, que salía en 20 minutos. Perfeeeeecto.
Era una hora de camino aproximadamente. A la media hora, estaba haciendo un poco de frío, y voy a buscar mi buso de la mochila de mano que estaba adentro de la mochila grande, pero la mochila de mano no estaba. Pérdidas: cámara de fotos digital nueva con 103 fotos del viaje, reproductor MP3 con mis 40 cds (los que tenía en el auto), el polar negro, la gorra Nike regalo de Camille, la billetera con credenciales (ah, habría que pedir una nueva de Osde, ACA, FUC, LiberArte, etc), y con unos 150 pesos argentinos, La Insoportable Levedad del Ser, etc. Monto aproximado de pérdida en dólares: 600. No lo podía creer, claro. La bronca que dan estas cosas. La mochila de mano siempre la llevaba dentro de la mochila grande, pero en Tegucigalpa la había sacado para escuchar música en el viaje. Henry la vió apoyada en el fondo del micro que iba desde Choluteca hasta Guasaule, y me aseguraba que cuando él se bajó, no quedaba nada ahí atrás. Lo más probable es que mientras yo me peleaba con el tipo para que me devuelva mi mochila grande, alguien se llevaba la chiquita, y ni siquiera me di cuenta por estar acostumbrado a que siempre esté dentro de la grande. Mala leche. Ya pasó como una semana de esto. Tampoco encuentro la afeitadora eléctrica, que no estoy seguro si estaba ahí adentro, así que probablemente vuelva con bastante barba (no me afeito desde año nuevo).
Ok, llegamos a Granada, nos tomamos un Taxi hasta el Bearded Monkey, hostel donde pretendíamos pasar la noche. A todo esto, eran las 23 horas, y habíamos empezado la travesía a las 8 cuando salimos del hotelucho de ratas de Tegucigalpa. Entramos al Bearded Monkey (mono con barba), y nos dijeron que no había lugar, ni hamacas paraguayas, nada. Nos queríamos matar. De todas formas a 3 cuadras del hostel había otro que nos recomendaron para esa noche: Marina’s algo. Lindo lugar. Nos acomodamos en un dormitorio los 3. Henry comienza a sacar cosas de su mochila grande, y me dice: “entiendo que quieras revisar mi mochila, yo soy muy paranoico”. Se refería a que a lo mejor yo creía que él me había robado. Lo saqué cagando. Puto yanqui loco. Salimos a buscar algo de comer. Otra misión complicada siendo las 23:30. Cuando bajamos del dormitorio, vemos en la piletita del hotel dos rubias impresionantes cagandose de risa. Parecía el paraíso luego del infierno. El agua estaba fría. Comimos algo en el Hostel Central, único lugar con la cocina abierta despues de recorrernos todo granada y preguntarle a todo el mundo. Sin saberlo, ahí dormía el checo Estepan. Volvimos al hostel, y nos tiramos destruidos en las camas.
Ese fue nuestro día, así fue nuestra despedida de Honduras, por no decir nuestra bienvenida a Nicaragua. Un capítulo más de un viaje que se las trae vieja.
Gordo Sequi: Sí, el puntaje mochilero puede referir a mujeres, y lo utilizamos primordialmente para eso (porque un estómago mochilero puede más), pero también se puede utilizar en cuanto a comidas, u otras cosas. Es decir, un ferrero rocher puede ser un 7 Civil, o un 9 Mochilero, o un 10 Mochilero con bajón. A tu otra pregunta: Sí, Jony se la come.
Dani: acá esta la referencia al japonés.
Gaviota Miyara: No, por qué te dió esa sensación?