Brasil: ULTIMO MAIL; Buenos Aires: ¿Qué hago acá?

Pasemos directamente al último día de barco.
Desayuno a las 6, almuerzo a las 10:30 y cena a las 16 horas.
Cerca de las 11 horas nos enteramos que el barco va a llegar a la 1 de la mañana en lugar de llegar a las 5 de la tarde como estaba previsto. Eran 7 horas de atraso. Entre el almuerzo y la cena, es decir, cerca de las 14 horas, me clavé dos vasitos chiquitos de café. Algunos de ustedes saben lo que me produce el café. Me pone como loco. Hace que me den ganas de romper cosas. Creo que Euforia es la palabra que lo describiría. Estar en un barco lleno de macarras, pungas e hijos de puta con ganas de agarrarte a trompadas y romper cosas de madera que flotan no es lo más aconsejable. Encima 7 horas de atraso, y nada que hacer en el puto barco. Me leí buena parte de El Cine Según Hitchcock, y escribí bastante, pero cada tanto me agarraban ataques de euforia y salía a cazar delfines de agua dulce llamados Botos. Eso es lo único más o menos raro que vimos en el puto amazonas fiasco igual a tigre. Lo más gracioso fue ver a gente con la camiseta de Tigre. Para mi que estabamos posta en tigre y los dos aviones que sumaron 7 horas que nos tomamos estuvieron dando vueltas para que nos creamos que existen otros paises y que existe el amazonas. Tipo The Truman Show pero al revés.
Despues de la cena subimos al techo del barco, donde estaba el bar. Nos pusimos a charlar un poco. Yo no podía ni comunicarme de la euforia que tenía, no podía escuchar lo que me decían. Me fui a sentar solo. Ahí conocí a dos hermanas, 24 y 25 años, que habían estado en Santarém visitando a sus padres. Las dos casadas, la de 24 con una hija de 3 años y la de 25 con una hija de 1 año. La nena de 3 años creo que es la nena más linda que vi. Preciosa. La madre se había casado a los 19 años, muy joven, y me quedó más o menos claro a partir del diálogo que tuvimos que había estado 100% de trampa en Santarém. “Mucha fiesta”, fueron sus palabras, sumadas a: “Acá en Brasil la gente se casa joven y se divorcia joven”. Al rato subió Chris y me ofreció una cerveza. Ahí empecé a pasarla mejor. No quiero hacer apología del alcohol, pero la verdad… es la mejor droga que hay. O sea, uno trata de no estar todo el tiempo alcoholizado porque ser alcoholico dicen que no es bueno, pero uno la está pasando mal, está de mal humor, te clavás unas cervezas y la empezás a pasar bien. ¿Qué onda? Si me decís que el alcohol incrementa lo que estás sintiendo en el momento, entonces entiendo que es malo, pero yo la estaba pasando como el ojete, y me clavé una birra y al rato le estaba mostrando a estas hermanas cómo había aprendido a bailar samba. Aparte me pasó algo increible. Me di cuenta ese mismo día que aprendí a mover los hombros. Como hacen las minas en el carnaval cuando sacuden las tetas. Increible. No se ni cómo. De golpe me empezó a salir. A lo mejor paso verguenza, pero los muevo muy rápido uno primero y otro despues. Cuando los vea pídanme que les muestre.
Despues llegaron Leen y Jo. Trajeron una cachaca, que mezclaron con jugo de limón en polvo. No se avivaron que tendrían que haberle echado agua tambien para mezclarlo con la cachaca. Era algo horrible. En porcentaje alcoholico era cachaca pura, porque el jugo de limón no tenía volúmen. Muy fuerte. Terminamos todos bastante borrachos. Yo charlando con una de las hermanas un rato, con Leen otro rato. Ya veíamos el puerto de Manaus, faltaba poco. El primo se quedó dormido en un banco de la terraza del barco. Nos tomamos unas cervezas más, que invitó Chris porque yo no tenía un mango, y llegamos. Recién ahí me di cuenta de la enormidad de lo que habíamos hecho. Una auténtica travesía. En ese momento no sabíamos que se trataba exactamente de 6128 Kilometros, pero sabíamos que había sido mucho. Desperté emocionado al primo, diciendole: “primo, la concha de tu madre… 6000 kilometros”. Talvez no parezca tanto, pero haberlo hecho todo por tierra, sumado a los 5 días de barco durmiendo en hamaca, con 2 dias en el medio tambien durmiendo en hamaca, comiendo cualquier cosa, pasando hambre, durmiendo en estaciones, sintiéndonos como animales y disfrutándolo…
El primo se despertó, tardó un poco en reaccionar, y pronto estabamos abrazados, festejando, cantando, desarmando campamento. Tomé el machete de Chris y empecé a golpear con fuerza mi traicionera hamaca que había intentado abandonarme en mitad del viaje. Luego la desaté, y me sentí mal por ella. Había creado un lazo como con el mitsu. Era muy fuerte. No podía despedirme de ella, quería arreglarla, cuidarla… por más vieja que esté.
Salimos del barco cantando. Despertamos a todo el mundo, y la gente empezó a asomarse a ver qué pasaba. “Brasilero Brasilero, que amargado se te ve… Maradona es mas grande, es mas grande que Pele!”. Cantando eso recurrentemente, saltando, revoleando mi hamaca paraguaya cual camiseta gigante de Argentina en la cara de todos los brazucas. Ellos se reían. Total, tienen 5 copas. Despues agarramos la hamaca y empezamos a jugar como a saltar la soga entre 3… dos la sostienen de cada punta y uno en el medio la salta, mientras cantabamos. Jugamos con Jo y con Leen a saltar la hamaca, mientras cantabamos. Muy divertido. Al primo casi se le caen los anteojos al río.
Nos despedimos de quien teníamos que despedirnos, es decir, de nadie, porque era un barco de macarras, y salimos Jo, Leen, Chris, Primo y yo. En el camino, antes de salir del puerto, Chris se arrepintió y dijo que se quedaba a dormir en el barco, para ahorrar la noche de hostel. Esa era una opción, dormir otra noche en hamaca en el barco que no salía hasta el día siguiente. Pero era nuestra última noche, era la una de la mañana, era lunes pero aún así queríamos salir en nuestra última noche y despedirnos de Brasil como corresponde. Chris se volvió al barco, y nos dijo que al día siguiente sin falta venía para el hostel a despedirse de nosotros. Las chicas se vinieron para el hostel con nosotros porque las pasaban a buscar a las 7am para una excursión de 3 días a la selva.
Encontramos un taxi que bajamos de 15 reales a 10 reales de una gorda que nos llevó al hostel. Se perdió, dió mil vueltas, el taxímetro marcaba 20 reales pero nos cobró 10 como habíamos convenido. Ya en el hostel chequeamos las reservas. Estaban en pié. El tipo nos preguntó si teníamos la tarjeta de Hostelling International, y otra vez tuve que contestar: “la tengo pero no acá, así que supongo que no la tengo…”, a lo que respondió: “I get that one a lot”. Me mostró dos cuartos sin aire acondicionado que eran los más baratos. Veníamos medio mal de salud y el aire nos podía terminar de liquidar. La cuestión es que no había un cuarto sin aire con dos camas. Había dos cuartos sin aire con una cama en cada uno. Nos terminó cobrando lo mismo (21 Reales) por el que tenía aire porque correspondía que la reserva la mantengan para el mismo cuarto. Buena onda. Dejamos las cosas en el cuarto, nos vimos un capítulo de Seinfeld con la gente del hostel, y salimos a cambiar dólares. Estamos hablando de 2 de la mañana de un lunes en Manaus, Amazonía.
Caminamos un poco, y llegamos a la plaza de la policía (nombre de la plaza). No había policía, definitivamente. La verdad es que el ambiente daba miedo. Entramos a un cajero. Ah, no ibamos a cambiar dolares. Todas las casas de cambio, por supuesto, a esa hora, estaban cerradas. La idea era ver si yo podía sacar plata con mi banelco. Nunca lo habíamos probado, y justo la última noche necesitabamos plata para poder tomar una cerveza. Bueno, entramos a un cajero y nada. De 22 a 6 am no se puede sacar plata “por su seguridad”. Genial. Buscamos otro cajero con mucha paranoia. En la plaza había algunos grupos que asustaban, recién salidos del tren fantasma, y algunas putas ofreciendo sus servicios.
Volvimos al hostel y despertamos a Jo, que tenía que levantarse a las 6 de la mañana y eran las 2, pobre chica. Le pedimos que nos cambie ella 12 dolares. Nos dió 20 reales, le dimos los 12 dólares, y salimos.
Habíamos estado averiguando por lugares abiertos. Estaba difícil la cuestión. Nos habían dicho de un lugar… “playa negra” o algo así, que quedaba bastante lejos, a 40 reales en taxi de donde estabamos, y no había garantía de que haya joda un lunes a la noche ahí. Los lunes son jodidos, hasta en Buenos Aires. Guevara cerrado, peluquerías cerradas, etc. Bueno, averiguando mucho encontramos lo único abierto un lunes a la noche. Ya se imaginarán: un lugar de strip tease.
Y bueno, era nuestra última noche. Teníamos 20 reales, sabíamos que costaba 5 cada uno la entrada, y nos iban a quedar 10 para unas cervezas. Caminamos, un poco asustados por las calles absolutamente desiertas de Manaus. Parecía una ciudad abandonada, en serio. No había un solo alma, y eso asusta. En realidad no tiene mucho sentido pensar que un chorro te va a estar esperando en una ciudad desierta. Pero igual daba miedo, cruzarte con algún grupo de macarras, o algo así. Estabamos buscando Remos, el nombre del sitio este. Preguntamos a las únicas dos personas que encontramos en la calle. Era increible como TODO EL MUNDO conocía este lugar. Cuando llegamos nos dimos cuenta que era “Remulo’s” y no “Remos”. En portugués suena muy parecido. Daba un toque de miedo entrar. Algunos borrachos en la puerta, y algunos taxis esperando a los que salían. Bastante olor a vómito. Es nuestra última noche, pensamos.
Ya adentro, conviene sincerarnos. Un lugar de strip tease… se queda cortísimo. Era más puterio que Pampa y Alcorta esto. Pero tenían cerveza. Una puta bailaba con su botella de cerveza que parecía recién empezada. Bailaba al ritmo de la música electrónica buscando clientes, y el primo me preguntó si era un traba. La verdad es que era un espectaculo bastante desagradable. Al rato empezó el show de Shakira, una de las putas del lugar. Ese show no estuvo mal. El primo se hizo amigo de una puta, y por más que le dejamos bien en claro que no teníamos plata… lo cuento mejor. Con los 10 reales que nos quedaban despues de los 10 reales de entrada, nos compramos 2 cervezas cada uno. Nos quedaban literalmente 60 centavos de real. La puta le preguntó al primo si no quería jugar al pool. El primo me toca el hombro y me dice: “¿no tenemos ni un real para una ficha de pool?”. Ante mi negativa, la cara de la puta fue por demás graciosa. Estos argentos… bueno, ahí estuvimos un rato, charlando con las putas, mirando una pelea de box que había en una pantalla gigante, intercambiándola con un show ahora de una gorda puta muy desagradable, mientras nos terminabamos las cervezas. Levanto la vista y reconozco un rostro. Mientras mi mente recorría rápidamente el último mes, el primo ya estaba conversando hace rato como si fuese un viejo amigo del flaco. Es increíble la velocidad con la que viaja la memoria de este pibe. Debe ser la juventud. Enseguida reconoció que era el holandés de Alter Do Chao (con el que hablé de Máxima Zorreguieta). Yo tardé unos segundos más, y cuando me di cuenta, cual flaco con Alzheimer (” – vieeeejaaaaa….¿cómo era el nombre de ese alemán hijo de puta que me esconde todo el tiempo las cosas? – Alzheimer abuelo, alzheimer”)… me levanté de golpe y lo saludé. Nos miramos entre los 3 como diciendo: “yo no te vi acá y vos no me viste acá”. Estuvimos un rato más, terminamos las cervezas, y lo vemos al holandés pasando de la mano con una puta a los cuartos, mientras nos sonreía. Era el momento de irnos. Nos despedimos de nuestras nuevas amigas, y salimos a la calle. A la vuelta ya no temíamos, quizás por el efecto de la cerveza. Habremos tardado 10 minutos en salir del lugar, y otros 10 minutos en llegar al hostel, cuando vemos al holandés llegando en taxi. Muy gracioso. El flaco debía ser flash garchando. Lo miramos y se lo dijimos: “that was fast…”. No respondió.
Entramos, nos acostamos en los sillones, prendimos la tele, vimos el comienzo de Tropa de Elite, y nos fuimos a dormir. El holandés errante se quedó ahí tirado mirando Tropa de Elite.
Nos dormimos a eso de las 5 calculo. A las 7 de la mañana nos despertamos por un tipo que gritaba como loco, diciendo que había viajado por todo el mundo, que era turista, que tenían que respetarlo, que nunca en la vida le pasó que lo despierten a las 5 de la mañana haciendo el desayuno. Abrí la puerta del cuarto para ver qué pasaba. El flaco que gritaba estaba sentado en un sillón justo al lado de la puerta de nuestro cuarto, a espaldas de la misma. Pensé en decirle algo, pero el flaco estaba tan caliente que era para bardo y no me iba a poder dormir nunca más. Despues siempre me arrepiento y creo que debería haberle dicho algo igual.
Eso me hace acordar a algo. En el barco había dejado mi toalla en el piso donde dormía en el pasillo. Subí a buscarla, y no la encontraba. Unas minas se dieron cuenta que estaba buscando algo y me preguntaron qué era. Les dije que era mi toalla. Un flaco que estaba por ahí, haciéndose el simpático con su hermana y familia, como “qué guapo soy”, me dice: “yo te vendo una toalla”. No le di bola y la seguí buscando. No la encontré. Bajé las escaleras, volví a mi hamaca, busqué en mi mochila,  y definitivamente la había dejado arriba. Pensé olvidarme de la toalla. Era el último día, no la iba a necesitar más. Despues medité un poco mejor, y me di cuenta que si habíamos estado ratoneando todo en comida, en viajes, en alojamiento… perder una toalla que puede valer 50 pesos no tenía sentido, así que subí a buscarla nuevamente. Recorrí todo el piso de arriba. Me volví a cruzar con el flaco, y me dijo: “yo te vendo una a 10 dolares… o 5 por 100 dolares”. Muy simpático el pelotudo. Ni siquiera su familia se reía. Se creen que el que no tiene cara de Inca es yanqui. Finalmente encontré la toalla. Bajé a mi piso, y me quedé con muchas ganas de decirle al flaco racionalmente: “¿por qué en lugar de ayudarme a encontrar la toalla te quedás ahí acostado haciendo chistes?, ¿no te gustaría que alguien te ayude cuando necesites ayuda en lugar de bardearte?, ¿no sería un mundo mejor?”. Creo que me hubiera sacado cagando por puto cursi homosexual, me hubiera clavado un machete y me hubiera tirado al mar, diciendome: “leíste demasiado Paulo Coelho papá”, pero bueh, me hubiera gustado decirseló, a lo mejor un poquito, un poquito al menos, hubiera ayudado a este mundo despiadado. Solo un poquito nomás…
Entonces el tipo estaba gritando a las 7 de la mañana. Me volví a acostar en mi cama. Al siguiente grito hice fuerte “shhhhhhhhhhhhhhhhhhhh”, y  el flaco se calló. Qué fácil había sido. Despues se puso a hablar con el dueño del hostel en un volúmen más bajo. Ya no podíamos seguir durmiendo. Eso de dormir en cama era extremadamente extraño. Teníamos saudades de nuestras hamacas de mierda.
Salimos a desayunar. En el camino nos encontramos con el flaco con quien se gritaba el susodicho “turista” este. Le pregunté qué onda. El asunto fue que el flaco este, como todas las mañanas, estaba haciendo a las 5 de la mañana el desayuno, y el “turista” se despertó enojado. “Es un hostel”, le dijimos, dándole la razón.
El desayuno, excelente. Muy buen hostel. Buena atención, buenos cuartos, buen desayuno, y, para lo que es Brasil, buenos precios. Terminamos de desayunar, y me tiré a dormir de vuelta. A las 11 me desperté y ducha. Nos acercamos al mostrador del hostel, y el primo le dice al flaco: “Necesitamos ir a un lugar muy muy industrial. No aguantamos más de comer arroz. Un Mc Donalds, un Burguer King, un Pizza Hut, por favor, algo”. El flaco meditó, y nos dijo que había muchas pizzas buenas en Manaus, pero que no se le ocurría ninguna en ese momento.
Fuimos a cambiar plata, y despues caminamos para el lado del anfiteatro, el único lugar que nos habían recomendado conocer en Manaus. Aparte, para ese lado, había una pizzería. Era lo único que nos importaba. Qué anfiteatro ni qué anfiteatro. Dame pizza pizza conmigo.
Llegamos al anfiteatro, y ahí a 20 metros estaba Splash, nuestra pizzería. El precio era bastante elevado, pero lo necesitábamos. Una pizza grande, con coca cola, por favor. Genial, un placer como pocos. Rica pizza, recomendable.
Salimos de la pizzería, pensando seriamente en escaparnos corriendo para no pagar. A todo esto, a Chris todavía (y estamos en Buenos Aires) le debemos 80 reales. Pagamos, y fuimos al anfiteatro. Lo vimos de afuera, muy lindo, bla bla bla. No quisimos entrar porque costaba como 10 reales. Igual todas estas cosas son iguales. El teatro colón, el louvre, el museo Reina Sofía.. .todo lo mismo… el anfiteatro, el monumental, el maracaná, las ruinas incas, tenochtitlán…. todo lo mismo.
Del anfiteatro a carrefour a comprar Garotos para iplan, doudan, familia, etc. Al hostel, a mirar la peor pelicula de nuestras vidas con Russell Crowe, un poco de internet, y a las 20 horas hacer check out, agarrar mochilas, y caminar a la parada del colectivo para ir al aeropuerto. Despues de todo, un taxi costaba 40 reales y no nos habíamos cagado de hambre para nada. El bondi tardó como una hora en llegar. Ya dudabamos sinceramente si existía ese número de colectivo.
En el aeropuerto hicimos check in en TAM (se pronuncia TAEaeaa). Se pronuncia como TA pero sin ganas, como un idiota hay que decirlo. Como un idiota brasilero que en lugar de estudiar juega el fútbol y gana copas que no sirven para nada.
Comimos unas hamburguesas tambien industriales. Geniales. Entramos a la sala de embarque, y nos tiramos a dormir en el piso. Eramos animales, por suerte. Todavía eramos animales. Qué lindo es ser un animal, realmente. Allí en el piso del aeropuerto, tirados, sucios.
Al rato me despierta un señor. Pensé que era alguien de seguridad, pero resultó ser un pasajero. Me preguntó si yo iba en el vuelo tal tal tal, le dije que sí, y me dijo que nos habían llamado de tal sala. Nos levantamos y caminamos hacia esa sala. Cuando entramos había un tipo de TAM parado sobre una mesa, haciendo una especie de aviso. Justo entramos cuando se estaba bajando de la mesa, así que no escuchamos nada. Haciendo las indagaciones pertinentes, averiguamos que el vuelo había sido cancelado por un problema técnico en el avión. La reputa madre. El siguiente vuelo a Sao Paulo salía a las 10:40 de la mañana. El primo necesitaba llegar por laburo al día siguiente al mediodía. Los flacos empezaron a ver, pasajero por pasajero, si podían lograr el destino final usando otra ruta. Para nosotros iban a ver si podíamos hacer Brasilia -> Buenos Aires. Justo estaban viendo eso, confirmando todo, cuando suena el handy del tipo de TAM. Escucha algo que fue indescifrable para nosotros, putea en voz alta mirando a sus compañeros como diciendo: “otra vez esto”, se vuelve a parar en la mesa y dice: “El vuelo ha sido reanudado. Encontraron otro avión”. Flaco, cómo mierda perdés un avión. O sea, no entiendo como de golpe encontrás en un hangar un avión gigante y te das cuenta que podés mandar a 150 pasajeros en ese avión. Bueno, joya. Mejor para nosotros.
Salió el avión, no dormimos una mierda, los asientos no se reclinaban nada. Llegamos a Sao Paulo, disfrutamos muchisimo de la sala de American Express a la que logramos acceder. Un placer. Desayuno con alfajores Havanna, jugo de naranja, café express, torta, de todo.
Segundo avión Sao Paulo -> Buenos Aires. Ah, a todo esto, habíamos decidido llevarnos la piedrita que nos había quedado de faso en el avión. Sí, una locura, pero la verdad, nunca en mi vida me revisó un perro llegando en avión, y era una piedrita diminuta, en los calzones.
Llegamos a Buenos Aires! Una profesora de literatura de la facu decía que cuando ponés un signo de exclamación no tenés que poner un punto despues porque el signo de exclamación ya tiene punto! Asi que le estoy haciendo caso! Llegamos a Buenos entonces, bajamos del avión, muy cansados, sin haber dormido nada, pero estabamos en casa. Un muchacho muy simpático nos hizo el proceso migratorio, lo cual fue curioso. Siempre son mala onda esos tipos. Cuando llegamos a la sala donde se esperan las mochilas, una cola terrible esperaba para cruzar la Aduana. No se por qué, ni idea qué pasaba. Le preguntamos a una azafata y nos dijo que no sabía. Yo me quedé haciendo la cola y el primo esperando las mochilas. Al rato la gente empieza a aplaudir, y a gritar que abran las puertas, que dejen pasar, que se pongan a laburar. Estabamos en casa, definitivamente. Un descontrol. La azafata le dijo al primo que a lo mejor había tanta cola porque estaban revisando por drogas, pero que no veía perros. Dudé si descartar el faso y tirarlo en el baño… la cola empezó a avanzar rápidamente y al rato me quedé solo, frente a la aduana, sin las mochilas, que no habían llegado todavía.
Como no había más cola, me fui junto al primo a esperar las mochilas. Ahí estaba, el mismísimo Bambino Veira, preguntándole de qué vuelo eran esas valijas que pasaban, con su tono tan particular, a alguien que trabajaba ahí. Muy gracioso. Queríamos decirle que habíamos estado todo el mes diciendole a los brazucas que Pele Debutó con un Pibe, pero no nos dió. Mientras me acomodaba el faso que tenía en los calzones, haciendome el que me picaba un huevo para que no se den cuenta en Aduana que estaba entrando drogas al país, llegaron las mochilas. Las cargamos en el carrito, y le dije al primo que iba al baño a descartar el faso. Para mi toda la aduana se había dado cuenta que me molestaba el porro que tenía en los calzones y que me iban a revisar con perros por una piedrita de 1 centimetro. El Primo me preguntó “¿Sí… ?”, lo cual dió una sombra de duda a mi decisión. Sin pensarlo, me mandé y crucé la Aduana con el faso. Salió todo bien.
NatiDana, Clarice, Emmy y Marinita nos esperaban del otro lado. Me despedí del Primo, y nos subimos al R11 de mi vieja. Fue curioso. Yo venía totalmente relajado, la mente limpia. La ciudad de Buenos Aires era una ciudad nueva, limpia, desconocida. Estaba todo bien. No tenía más esa carga negativa, estresante de siempre. No sonaba La Renga de fondo, sino Kevin Johansen. Les contaba de mi viaje, y veía a mi vieja que indudablemente estaba atravesada por el estrés porteño, y entendí todo. Entendí cómo soy yo cuando estoy acá, y cómo somos todos cuando estamos acá. Creí que iba a lograr impedir eso, impedir el estar constantemente pensando en otra cosa mientras hacemos algo, pero es imposible. Acá, es imposible. Mi vieja escuchaba lo que le decía, pero no estaba conectada en la conversación. Estaba pensando en todas las otras preocupaciones que uno tiene. Sí, eso es la vida…
El Primo me había dicho que Charly, cuando volvió de Brasil hace unas semanas, le había dicho que Buenos Aires es terrible, que es una ciudad con un ritmo que te atrapa, y que su primer día ya estaba estresado trabajando como loco. Creí que iba a lograr evitar eso, que simplemente había que tomarse la vida con un poco de Zen-ismo, disfrutar de lo que uno hace y no estar pensando en lo que voy a hacer despues. Eso creí, inocentemente.
El día de ayer fue excelente. Llegamos de Ezeiza. Mi vieja tenía un almuerzo impostergable, así que nos dejó con NatiDana en mi casa. Me di una ducha, de muy buen humor. Era bueno estar en casa, darse despues de más de un mes una ducha tibia (aunque tuve la tentación cumplida de estar un buen rato bajo el agua fría), ponerme ropa limpia. Me puse un short, una remera de Asterix, y unas ojotas. Seguía de vacaciones.
Bajamos a buscar una parrilla por el barrio. Quería ir conociendo mi barrio, conocer las parrillas de la zona como si estuviese de vacaciones. Caminamos un poco con Nati, pero eran las 15 horas y nos moríamos de hambre. Yo había visto una parrillita de barrio donde siempre hay obreros de construcción comiendo, con una parrilla sobre ladrillos en la calle sobre el boulevard ese que está a una cuadra de casa, pero no quedaba nada de carne ahí como para tirarnos en la plaza a comer. Le preguntamos a mi portero y nos marcó algunas por Cabildo, pero dijo que no las conocía bien. En el camino, cual si estuviesemos de vacaciones en un barrio desconocido, le preguntamos a un viejo que le gritaba a su mujer asomada al balcón algo, si nos recomendaba una parrilla. Nos mandó a una sobre Cabildo y allí fuimos.
Nos sentamos, y no había nadie adentro. Al rato llega un flaco de Delivery en su moto y nos dice: “ya los atiendo chicos”. Muy raro. El flaco se va a hacer el delivery, y cuando vuelve atiende a los que están sentados en la mesa. Despues apareció una minita igual. Le pedimos: ella una milanesa con fritas a caballo, y yo una milanesa napolitana con fritas a caballo. Muy bueno.
A la tarde me tiré en casa a intentar dormir, y me llamó el Pelado que estaba por el barrio. Se vino para casa, nos fumamos un par de secas del porro brasilero, nos tomamos una Quilmes Stout, charlamos un poco, y salimos para Moldes. Merendamos con mi vieja y Nati unos helados de Chungo. La pasamos bien. Despues fuimos para Moldes, charlamos un rato más. Pasó a buscarnos mi viejo, y fuimos a cenar sushi con NatiDana. Yo estaba muerto de sueño, y me fui a dormir, contento de estar en Buenos Aires.
Hoy me desperté, y enseguida estaba estresado. Quería arreglar el auto que tiene problemas con el inyector, cortarme el pelo, afeitarme (para lo cual necesitaba comprar una afeitadora eléctrica o pedirle al peluquero que me afeite), llamar a Luisa para que venga a lavar toda la ropa que tenía olor a humedad, ir al super a hacer compras para desayunar (no sabía si ir a Coto o al chino. Ir a Coto me iba a llevar más tiempo y no iba a alcanzar a hacer todo el resto). Entré a bañarme, y cuando salí quise llamar a Luisa. Me habían cortado el teléfono por falta de pago. Llamé a Telecom y pagué con tarjeta el último mes. Despues llamé a mi vieja, porque recordaba que ella me había dicho que había pagado algo, y efectivamente ya había pagado el último mes. Es decir, pagué dos veces Enero. Volví a llamar a Telecom, y obviamente es imposible hablar con un ser humano. Finalmente descubrí que debía Diciembre también. Lo pagué. Llamé a Luisa desde el celu y quedó que venía el sábado.
Ya eran las 11:30. Bajé al super, compré algunas cosas para desayunar. Me comí unos panes con lebne, y me puse a escribir el mail anterior a este. Creí que escribiendo ese mail iba a sentirme nuevamente de vacaciones y desestresarme, pero no. Agarré el coche, y fui a la peluquería. Se me quedó 20 veces camino a la peluquería por el problema con el inyector. Bocinazos de los autos de atrás. Flaco, ¿te pensás que me quedo acá parado porque quiero? La peluquería estaba cerrada. Había cerrado a las 13 horas. Me voy directo para iplan. Estaciono el auto, y estoy notablemente de mal humor. De Caro diciendo pelotudeces entrevistando a un flaco de Dancing Mood que tenía un tono suicida de hablar. Todos los fumadores excesivos de porro hablan igual. Como que no les importa la vida. En el programa de Juan Di Natale hablaban de noticias sin saber qué es una noticia. Flaco, dedicate a hacer chistes que te iba bien. Bueno, de ese humor estaba. Ni siquiera pude escuchar a Matías Martin. Llegué, y cruzando Córdoba apuradísimo recordaba cómo cruzaba las calles en Brasil. Para empezar, en cueros. Lo cual me hace acordar a un tipo en Manaus, que nos vió entrando en cueros a un shopping y nos dijo: “esto no es Rio de Janeiro!”. Bueno, crucé Córdoba del peor humor. Estaba nuevamente en Córdoba y Além, apurado por cruzar la calle. No se para qué me apuro si estoy llegando temprano. Me apuro porque así es la ciudad. Porque parado en una esquina no tenés lo que hacer y acá hay que hacer siempre algo, siempre hay que pensar en lo siguiente que tenés que hacer. Uy este mail es un garrón, me acabo de dar cuenta, perdón. Pero creo que voy hacia algo.
Llego al edificio de iplan, y entro al ascensor con cuatro ñoños que hablaban de pelotudeces. Se bajan en el 3er piso, se cierra la puerta… y pienso: “dios.. qué hago acá”.
Entro a la oficina, contento de ver a todo el mundo. Empezaron a bombardearme a preguntas, y me sentí totalmente desconcertado. No se por qué, pero no me sentía yo. Me sentía un hipócrita, en camisa y zapatos, representando un personaje. Hay muy buena relación con la gente de acá, pero por alguna razón no me sentía cómodo contándoles del viaje como me sentía hablando con cualquier persona en la mitad del amazonas. Talvez porque acá hay consecuencias con lo que uno haga y diga, y con una persona que no conocés por supuesto no las hay, a menos que lo mates, claro. Me sentía raro. Eso.
Me siento en la compu, y todo lo que desencadenó que escriba toda esta parte de Buenos Aires en mi mail tiene que ver con un diálogo de 10 líneas que tuve con Macarena, una española que conocí en Europa a finales del 2003. No me dijo nada recontra profundo que me hizo cambiar la vida, simplemente le conté que estaba adaptandome al trabajo en Buenos Aires, me preguntó si era un trabajo nuevo, y le dije que estaba acá hace 2 años y medio. Chan. Chan chan chan. 2 años y medio. ¿Me pueden explicar, cómo puede ser que ninguno de ustedes, mis amigos, me dijo: “flaco, estás trabajando en sistemas otra vez hace 2 años y medio… ¿qué mierda te pasa?”?
Bueno, son cosas del momento. A lo mejor mañana se me pase. La verdad es que ahora lo único que quiero hacer es escribir. Guiones, historias, recetas, palabras al azar.
Talvez este mail tan solo sirva como prueba de lo loco que estoy. Pero… creo que todos estamos locos, ¿no? Yo simplemente lo estoy haciendo evidente.
Espero que hayan disfrutado estas “aventuras”. No estoy deprimido ni me voy a suicidar, solamente creo que estoy en una especie de proceso de cambio.
Leeré este mail y decidiré posteriormente si lo mando o no, dependiendo de lo loco que sea.
Salute a tutti e grazie,
Pablo alias El Loco Dana.
PD: Leído el mail, sólo me resta acotar que, como dice mi amigo Zetune, uno se acostumbra a todo. El problema es que hay ciertas cosas a las que no estoy seguro si quiero acostumbrarme.

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