Barco (7)

Hice una estadística y la palabra que más escuché los últimos 3 días es barco.
Lunes, 21 de Enero de 2008.
Amanecimos en lo que sería nuestro último día entero en el morro. El
desayuno de Nestor era espectacular. Los desayunos de las pousadas de
Brasil la verdad es que vienen bien. Desayunamos, y salimos todos
caminando para Gamboa, una playa a 20 minutos caminando de la playa
donde parabamos. En el camino, junto al mar, montañas de arcilla
gigantes. Montañas de cientos de metros de alto. Levanto la vista y me
encuentro a Demi Moore con Patrick Swayse (como carajo se escribe?)
haciendo chanchadas. Acá nos encontramos con Estefi y Sofi que habían
salido antes. La onda era ponerse arcilla en todo el cuerpo porque te
dejaba la piel suavecita suavecita. Sofi y Estefi ya lo habían hecho,
ya  habían entrado al mar, y terminado todo el proceso. Decían que no
les había quedado muy suave la piel. Al toque arrancamos con la guerra
de arcilla, todos hechos un enchastre… yo me trepé un poco a la
montaña, me llené de arcilla, y traté de camuflarme y que no se me
vea, pero la malla roja y la gorra verde me buchoneaban.

Mar para sacarnos la arcilla, y seguimos caminando hasta que
encontramos un lindo lugar en la playa de Gamboa para quedarnos. En el
camino yendo para Gamboa nos cruzamos con Howard, un inglés que
conocíamos de Rio. Tardé un par de minutos en darme cuenta de dónde
carajo conocía a este flaco. Por suerte viajo con el primo que es más
rápido mentalmente, y escuchando el diálogo que sostenían pude
reconocer quién era. Entonces eramos Howard, Sofi, Estefi, Felipe,
Lucila, Romain, Mati, Primo y yo, si no me olvido de nadie. Nos
sentamos a tomar un poco de sol, entramos al agua. El primo y Romain
empezaron a nadar por el mar, de bote pesquero a bote pesquero. Los
botecitos estaban vacíos, así que iban descansando el nado entre bote
y bote, paseando. Los seguían un par de pendejitos brazucas, que se
divertían con ellos. Parecía una pelicula yanqui con música de los
beach boys.

Howard, inglés = pounds, pidió un licuado con un sandwiche. El resto,
sudacas, fuimos a comprar a un super unos sandwiches de mortadela.
Cómo cotiza la mortadela estos días. Nos encanta. Es lo más barato que
hay. Los chicos fueron al super a comprar y algunos nos quedamos ahí
charlando, tomando sol o tomando sombra.

Despues de la comida intentamos hacer una ronda de chistes malos, pero
los únicos que nos atrevimos fuimos el primo, Felipe y yo, con poco
suceso en el público. Contamos “¿por qué las puertas de las iglesias
son tan altas?” y no recuerdo cuál fue el otro, pero alguno muy
malo… o “¿qué tiene dos piernas y sangra? medio perro”. Cosas así.
El mejor fue Felipe que contó dos muy buenos. El mejor: “mamá, mamá
soy un ventilador”, pero hay que contarlo en vivo y en directo.

Lo increible, y creo que ya lo conté en otro mail, es que nos sentamos
a comer, charlar, etc, en mesas que pertenecían a un bar de la playa,
y nadie nos dijo nada. Vieron que estabamos consumiendo cosas que no
eran de ellos, y usando sus instalaciones, pero estaba todo bien.
Igual ayer estuvimos hablando con una pareja de ingleses que
estuvieron viviendo como 7 meses en Buenos Aires, y decían que es todo
lo contrario. Que los argentinos somos buenos y los brazucas siempre
tienen intereses escondidos. Lo más gracioso habrán sido nuestras
caras que los escuchaban alabarnos con una sonrisa, sin interrumpir.
Habrán estado un largo rato porque estaban borrachos estos ingleses.
Nosotros sobrios porque ayer tomamos la pastilla para la malaria.

Levantamos campamento entonces. Para volver de Gamboa es necesario
agarrar un barquito porque la marea sube y ya no se puede caminar para
las playas del Morro. Eramos como 9 ó 10, lindo grupo. En el barco
ibamos de buen humor, cantando, bailando, charlando. Llegamos al
Morro, caminamos al hostel, nos bañamos, y entre el Primo y Mati se
hicieron unos choripanes en la parrilla del hostel muy buenos. Cenamos
todos juntos, esta vez sí eramos banda. Se habían sumado Howard,
Nicolas (el alemán que conocimos en Rio), otro flaco más amigo de
ellos, más los otros 9, más Janaeinane, más Karina. Eramos como 20,
haciendo caipirinhas, comiendo unos choris. Groso momento. Hicimos un
aplauso para el parrillero y para Nestor que se estaba portando de
puta madre. Había solo un coso para pisar los limones y para revolver,
así que la cola era zarpada, porque todos querían caipirinha,
kiwiroska, maracujoska, etc… me puse por un rato a hacer de
barman… saqué como 10 caipirinhas seguidas, y cuando no podía más me
hice una para mi. Estuvo buenisimo.

De ahí salimos para la playa, donde había una fiesta grosa en medio de
los puestos que vendían chupi. Nos encontramos con las cordobesas de
Arraial, tomamos algunas cosas, despues entramos a una fiesta que era
ahí al lado, que tenía más música forró.

Al otro día nos despertamos y salimos todos para Salvador. Mati,
Romain, Estefi, Sofi, el Primo y yo. Esta vez decidimos hacer el
camino más barato, por más que sea más largo. más más más. Entonces
agarramos un barco para nosedonde, de ahí un micro para Bom Despacho,
pasando por la puerta del Med de Itaparica, y de ahí otro barco de
menos de una hora para Salvador. El viaje estuvo mucho mejor que el
que hicimos a la ida. Es más largo, pero relajado, lindo paisaje, el
recorrido en la combi está buenisimo, y el último barco también. Es
tranca, y cuesta menos de la mitad, unos 20 Reales.

Ya en Salvador nos tomamos un micro para la estación. Mati y Estefi
fueron a un cajero a sacar guita. Estefi volvió contenta y Mati
triste. No sabía que pasaba que no podía sacar, y cada vez estaba más
seguro de que le habían clonado la tarjeta y robado todo. Entramos a
la estación, y fuimos a sacar pasaje. Lamentablemente no quedaban
pasajes para Natal (nuestro próximo destino era Pipa, cercano a
Natal), así que terminamos sacando un pasaje a Recife y desde ahí
ibamos a ver cómo llegar a Pipa. Las chicas sacaron para
nomeacuerdoquéplaya. Tenían que tomar su avión el 26 de este mes desde
Recife, así que querían hacer todas las playas de entre Salvador y
Recife en ese tiempo. Romain compró boleto para Chapada Diamantina,
algo más por el centro de Brasil más selvático y menos playero. Mati
fue a otro cajero para ver si conseguía sacar plata, y al rato volvió
hiper deprimido. Estaba seguro que le habían afanado como $4500 pesos.
Todo lo que había ahorrado en como 9 meses de laburo. Un parto. Le
dijimos que se tranquilice, que seguro no era eso, y todas mentiras
que el otro sabe que son mentiras pero que como se las quiere creer,
se las cree.

Bueno, nosotros ya le habíamos prestado como 120 Reales, y necesitaba
esperar hasta el lunes para que le manden por Western Union algo de
plata, así que decidió venirse con nosotros hasta Pipa. Le pagamos el
pasaje y a partir de ahí Mati era un primo más, hijo de Yoyo y Xuxa.

Compramos en el super de la estación algunas cosas. Tienen un sistema
extraño. Todas las cajas están adelante, pero al fondo tienen una caja
rápida. Comprás las cosas en la caja rápida, te dan un ticket, y salís
por la puerta principal del shopping caminando desde el fondo, sin que
nadie te pida el ticket. Nos dieron ganas de robarnos todo malditos
argentos, pero nos portamos bien.

Mientras Mati llamaba a la familia para explicar su situación y rogar
por dinero, nos tiramos en el piso de la rodoviaria y empezamos a
armar los sandwiches. Riquísimos. Aguanten el queso y la mortadela.
Vino Mati, que había logrado hablar con el hermano. Existía una
opción: que Mati no podía sacar desde Brasil de su cuenta en dólares y
por eso le figuraba que no tenía saldo, porque sólo tenía acceso a su
cuenta acabada en pesos. Así que el hermano iba a hacer una
transferencia por internet de la cuenta en dólares a la cuenta en
pesos, y al día siguiente Mati tenía que probar de sacar.

Sacamos el pasaje para Mati, terminamos de comer, nos despedimos de
todos emocionalmente, y salimos para Recife. Ya no recuerdo qué viaje
estuvo bueno y cuál no. Lo que se es que no hay mucha diferencia de
precios entre los micros comunes y los ejecutivos. Ya en Recife Mati
fue a hablar con el hermano, que no estaba logrando hacer la
transferencia. Sacamos pasaje a Natal, desayunamos media galletita
cada uno porque no teníamos plata (no se podía cambiar porque era
domingo) y encima eramos 3 con esa poca plata. Subimos al micro y
salimos para Natal. Nos bajamos en el camino, en Goainha, o como se
llame, desde donde agarramos otra combi para Pipa.

Llegamos a Pipa cerca de las 6 de la tarde. Primero fuimos al hostel
de Hostelling International, pero no nos convenció. Tenía una pileta
al fondo muy buena, pero parecía medio desolado, y queríamos conocer
algo de gente mochilera, así que seguimos recorriendo. Nos cruzamos
con un argento en un restaurante y nos recomendó que vayamos al Vera
My House. Allí fuimos y enseguida nos gustó. 20 Reales cada uno por un
cuarto para los 3. Había una cama matrimonial y a Mati le pareció que
le correspondía al más viejo. Me encanta ser jubilado.

Fuimos a comer algo. Hace 24 horas que no comíamos y dios no nos había
perdonado. Salieron las 3 primeras estrellas y allí estabamos,
comiendo comida por kilo. Salvo una ensalada que estaba podrida, el
resto espectacular. Ah, no, no era comida por kilo, era “todo lo que
te entre en el plato”. Era copado. Nos servimos tremendos platos, y
había una multa de 3 Reales si dejabas algo. Muy buen sistema. Obvio
nos comimos todo, y ya eramos felices nuevamente. Fuimos a visitar a
No Charles Chaplin que estaba en un hotel con Mica. Ahí le explicaron
a Mati que ese día ningún argentino pudo sacar plata, y que para sacar
tenía que pasar de su cuenta en dólares a su cuenta en pesos. Eso
explicaba todo, y Mati ya estaba un tanto más tranquilo, aunque no del
todo. Charles y Mica nos explicaron a qué playas nos convenía ir, en
qué horarios para nadar con delfines, etc.

Creo que nos tomamos un heladito en lo de un cordobés que nos dijo que
le podíamos pagar al día siguiente (aún no teníamos plata). Mati había
intentado sacar y nada. Sin dinero, cansados, pero con la panza llena
y un techo cálido sobre nuestras cabezas, nos fuimos a dormir.

Al día siguiente nos mandamos un tremendo desayuno en Vera My House.
Conocimos a un par de personas. Siempre pongo en Profesión Entrenador
de Delfines cuando hago Check In. Nos despertamos muy temprano, y
salimos para a praia dos golfinhos. Para llegar había que trepar por
un montón de rocas, lo cual me encanta si estoy en zapatillas, pero
cuando el filo de una piedra es albergado por mi planta del pie, no es
tan agradable. En los golfinhos entramos al agua, y los veíamos a
pocos metros de nosotros. Unos 5 metros. Yo pensé que iba a nadar con
los flacos, agarrándome de sus aletas, pero no son tan confianzudos.
Al rato llegaron Charly y Mica y nos metimos al agua todos a boludear.

Levantamos campamento y seguimos caminando por sobre las rocas hasta
la siguiente playa, Madeiro. Linda playa. El morro es 10 veces más
lindo, pero igual es linda Madeiro. Le pedimos a unas chicas que nos
cuiden las cosas mientras nos metíamos al agua, y mientras estabamos
adentro se largó la lluvia. Desde ese día hasta hoy creo que no paró
de llover. Nos quedamos un rato en el agua hasta que el frío empezó a
hacerse perceptible, y salimos. Nos sentamos abajo de una sombrilla
con las dos chicas que estaban cuidando nuestras cosas y con un
cordobés que despues me enteré que me tocaba la pierna mientras me
hablaba pero yo no me daba cuenta por el frío. Las chicas parecían
copadas. Eran Belén y Teo. Idealizamos un toque a Belén, y vituperamos
a Teo que estaba enferma. Estuvimos ahí un rato hasta que paró la
lluvia y nos fuimos en una combi de vuelta para Pipa. No se podía
volver caminando por la subida de la marea. Quedamos con las chicas en
que venían a cenar a la noche, que ibamos a cocinar unos fideos con
salsa de camarones en la pousada.

Nos dimos una ducha. No habíamos almorzado así que estabamos muertos
de hambre. Esperamos a las chicas hasta las 21 horas, y nos pusimos a
cocinar para nosotros 3. Comimos. Excelente, no daba más del hambre.

Nos tiramos en las hamacas o en las camas a relajar, y al toque
algunos de nosotros estabamos dormidos. Ahí llegaron las chicas, como
a las 22 horas. Eran 4. Dos de ellas se habían ido a otra playa, que
no les había gustado “mar del plata”, dijeron, y volvieron. Muchas
horas de viaje. Bueno, entendieron sutilmente que no ibamos a cocinar
de nuevo, y fuimos los 7 a una pizzería. Buena onda las pibas, aunque
a la tarde nos habían caido mucho mejor. Ahora, en grupo, nos
parecieron bastante agrandaditas, chetas, medio desagradables. Una de
ellas odiaba a los negros, era médica y me caía mal, pero estaba mas o
menos buena. Otra era igual a May y obvio que le decíamos May, y las
otras dos eran Belén y Teo.

Terminamos con la pizza, nos invitaron con una cerveza a cada uno. Nos
clavamos la píldora de la malaria, que no debíamos tomar con alcohol
según la médica pero fue inevitable, y salimos. Pasamos primero por el
restaurante de Ariel, que tiene como una cantina ahí en Pipa. Estaba
con un grupo de amigos y amigas. Salimos todos juntos, eramos como 15,
hacia otro bar de unos amigos uruguayos de Ariel. Era un barcito al
aire libre muy chiquito, en donde tocaban música Ariel (bajo) y dos
flacos más. Estuvo bueno, muy tranqui, relax. Las chicas al rato se
fueron, nos quedamos un rato nosotros tres. Despues se fueron el primo
y mati y me quedé solo. Algo me hacía acordar al guevara en este
lugar. Talvez las mujeres feas, talvez lo macarras que eran los
flacos, o talvez la sensación de que se conocían entre todos, a
diferencia de un bar multitudinario. Estuve un rato ahí, me clavé otra
cervecita, y salí medio tambaleando buscando una fiesta de Forró que
había escuchado que había. Le apunté al centro, con certeza de que la
fiesta iba a estar por ahí. Pasé por el hostel a ver si los pibes
estaban ahí. La puerta estaba cerrada, supuse que ya estaban dormidos,
así que me fui a tomar una cervecita más antes de dormir. Bajo por la
calle del hostel hasta la calle principal, giro a la izquierda
apuntandole a dos bares enfrentados, y veo al primo que me llama desde
uno de los bares. Excelente, siguen de pie. Estaban un poco fumados,
charlando con una amiga del primo llamada Flor con mucha cara de
turca. Me clavé un porrito yo también, y al toque quedé bastante
enloquecido. No entendía bien el rol de esta piba Flor en la noche.
Estaba parada sin cara de boliche en la puerta del bar. Así que empecé
a preguntarle si había salido a pasear a su perro o qué estaba
haciendo ahí parada. No se, cosas que un drogadicto le dice a un
sobrio. Estuvimos un rato ahí, alternando entre un bar con reggae
medio vacío y abandonado sin gente, y un bar lleno de argentinas
bailando música argentina que ya nos estaba rompiendo un poco los
huevos.

Nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos despertamos, no recuerdo qué
hice pero me separé del primo y de mati. Me encontré con el cordobés
medio maricón, que me dijo que una combi de su hotel nos llevaba
gratis a la playa dos Madeiros, donde estaban el Primo y Mati. Me subí
a su combi, me hice el hotelero cheto, y llegamos a la playa. Ahí me
presentó a sus amigos cordobeses. Les dije que me iba a buscar a mis
amigos, caminé hasta una punta de la playa, no los encontré, y cuando
volvía para donde estaban los cordobeses me encontré con los pibes.
Entramos al mar, pelotudeamos, nos encontramos con las pibas de la
noche anterior. Jugamos a la pelota, lo cual fue glorioso, entre un
grupo de argentos, noruegos, y brasileros. Estuvo buenisimo el futbol.
Comimos algo en el puesto de la playa, el lugar más cheto en el que
comimos algo en todo el viaje. Una hamburguesa… ah, me olvidaba de
algo.

Esa misma mañana fuimos a un cajero con Mati, y pudo sacar! Finalmente
no le habían robado nada. Nos pusimos a cantar la canción de Feliz
Domingo, mientras Mati sostenía sus 500 Reales en la mano en lo alto.
Mucha felicidad.

Así que fuimos a comer unas hamburguesas en este puesto que invitó
Mati porque lo habíamos estado bancando los últimos 3 días. Obviamente
aceptamos. Terminamos de comer, boludeamos un poco por la playa, y nos
volvimos. Sacamos pasaje Goainha -> Fortaleza. El micro salía a las
20:30 de Joao Pessoa, al sur de Goainha, y pasaba por Goainha cerca de
las 22 horas. Cuando sacamos pasaje, en la agencia de turismo nos
atendió una italiana que no cazaba una. Tuvo que llamar a la empresa
de micros para avisarles que estabamos sacando pasaje Joao Pessoa ->
Fortaleza, pero que tenían que levantarnos en Goainha. Corta el
teléfono y le dice a su compañero: “seguro me olvidé de decirles
algo”. Era obvio que el micro no paraba en Goainha y nos re garcaban.
Juntamos las cosas, a lo mejor comimos algo, no recuerdo, nos
despedimos de Mati tomando un helado que también quería invitar pero
no lo dejamos, y partimos.

Esperamos como una hora en Goainha, en un kioskito con olor a mierda y
lleno de moscas que no paraban de pararse en mis piernas. Molestos
estos mosquitos. El micro no llegaba. De golpe, el cartel de la
felicidad. Por fin un micro donde nos podemos sentar, relajar, sin
moscas ni mosquitos. El cartel decía Fortaleza. Nos pusimos a agitar
los brazos y piernas haciendo ejercicios de Step o similares para que
asegurarnos que el micro no pase de largo. El chofer y su acompañante
nos observaron extrañados mientras pasaban de largo. La puta madre,
cagamos, pensamos. Al toque agarramos los boletos y vimos que el micro
que había pasado era de otra compañía. Joya. De todas formas el tiempo
pasaba y el micro no. Bueno, nada, finalmente pasó. No soy el maestro
del suspenso como Hitchcock. Nos subimos, y partimos.

En la mitad de la noche me despierto y le digo al primo que voy a
estirar las piernas. Me estaban doliendo de estar en esa posición
tanto tiempo. Había poco espacio para las piernas. Mientras las
estiro, el micro para. Me meto en el baño, y el micro arranca.
Enseguida sospeché lo que había pasado. El primo, más amarillista que
Crónica TV, se despertó, vió que no estaba, y le dijo al chofer
alarmadísimo que pare el micro. El chofer lo frenó, y prendió las
luces para buscarme. Excelente. El primo vino al baño, preguntó si yo
estaba ahí adentro, le contesté que sí, y el chofer siguió viaje.

Llegamos a Fortaleza, teníamos una larga espera para ir a Jericoacoara…

Continuará.

Poca inspiración. En pocas horas nos vamos a subir a un barco por el
amazonas en el cual tenemos que dormir en hamacas paraguayas. Estamos
hace 3 días en una ciudad de mierda y elegimos el peor barco que
existe con la peor comida para salir hoy y no mañana.
Excelenteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

ee. Igual la pasamos bien hasta en
Tortuguitas o Polvorines.

Besos múltiples.

Pablo.

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