Probablemente sea 22 de Enero de 2008, pero ya las fechas no importan ni las recuerdo.
El amazonas se revela tranquilo. Algunos lugareños expresan simpatía, liberándonos de la culpa de tener DirectTV. Otros nos observan inmutables, sin contestar a nuestro saludo. Se acercan en sus pequeñas canoas, tratándose tan sólo de niños pequeños a la espera de algún obsequio envuelto en bolsas de plástico.
Nuestro barco es pobre y tan sólo he observado una bolsa flotando en el río proveniente de este barco. El rio es ancho y marrón. De animales tan sólo hemos visto pájaros. Un hombre en canoa logró atarse a nuestro barco en movimiento. Vendía camarones y palmitos. Le compramos unos palmitos a 2,50 de la moneda local.
Esta mañana me preguntaba: “¿Por qué cuando olemos un rico perfume o degustamos una deliciosa comida cerramos los ojos?, ¿por qué cuando oímos una bella melodía también lo hacemos?, ¿no sería interesante entonces taparnos los oídos cuando vemos un hermoso paisaje? Eso estoy haciendo hoy en el amazonas.
Herzog
Aquellos que antes se me aparecían simpáticos y pintorescos ahora paraecen antipáticos y agresivos. Ellos no cambiaron; yo lo he hecho (lo hice).
Pablo (presuntamente enfermo)
AMAZONAS – DIA 3
Ha mejorado mi estado de salud. Las personas son ahora agradables y no encontraría problema alguno en permanecer años aquí en este barco con ellas. Esta mañana estuve jugando con algunos niños, pasajeros de este viaje, apilando botellas de agua que ellos golpeaban con sus diminutos puños o con sus piecitos, y las derribaban. Algunos de ellos intentaban construir y otros destruir. Me pregunto con qué se nace y qué se hace.
Herzog
Talvez me sienta mejor gracias a mi amigo el Ron.
Pablo (presuntamente enfermo pero mejor por el Ron)
No espero de los otros más que un abrazo o una palmada en la espalda.
Amanecer en el amazonas fue curioso. Nadie llevaba reloj, lo cual nos permitía integrarnos en este nuevo espacio temporal que compone el amazonas, unido a la naturaleza. Desayunabamos cuando salía el sol, almorzabamos cuando no teníamos sombra, y cenabamos demasiado temprano para mi gusto. El primer desayuno despertamos como mochileros que somos dispuestos a bajarnos lo que haya. ¿Qué?, ¿hígado de pollo para desayunar? Mande. Somos mochileros. Afortunadamente no era hígado de pollo, sino tan sólo pan con manteca y café con leche. Perfecto. Esperabamos algo mucho peor. El café riquísimo. Como todos los líquidos de este país de monos, repleto de azucar. Cómo les va a salir feo. Es imposible. Despues del café da manha había pensado seguir durmiendo pero la verdad es que no tenía sueño. Me senté sobre un banco del Clivia a mirar el paisaje amazónico. En principio diría el Luján o el Paraná de las Palmas. Yo imaginaba un angosto río absoultamente negro, apenas ancho como para dejar pasar a nuestro barco, pero lo suficiente como para que las copas de los árboles de ambas orillas se toquen, encerrandonos la naturaleza dentro de nuestro barco. Algunos monos saltarían de copa en copa, y los cocodrilos esquivarían la embestida del Clivia. No era así. Era el Paraná de las Palmas. Era el Luján. Aguante el tigre viejo. Estos brazucas no tienen idea. El Amazonas es marketting. Ma ni qué pulmón ni qué pulmón del mundo. Sólo vimos perros, gatos, vacas y pájaros. Chris señalaba de golpe algo mostrándonoslo y era un pájaro. Lo mirabamos y le decíamos literalmente “Tu país es una mierda y el amazonas un fiasco. Eso es un pájaro pelotudo”. Se reía porque no le quedaba otra. Bueno, estuve ahí sentado disfrutando del espectaculo de la naturaleza que es el Amazonas, como les contaba. Es interesante porque hay gente que vive a días de barco de una ciudad. Hay gente que vive en una casita al lado del río alejada de cualquier otra casa. Uno se los imagina pescando en el río y cazando en el bosque. Es realmente increible. La verdad es que en ese momento sentía que podía estar meses viajando en el amazonas. Así fueron todas mis mañanas. Imaginandome cosas, disfrutando del paisaje. Estoy seguro que tiene que haber alguna explicación neuronal química para que a la mañana la haya pasado tan bien en el amazonas y por las tardes no tanto. Las mañanas eran realmente mágicas. Todo iba bien. La gente era agradable, la vista también, y las ideas, sobre todo las ideas, la imaginación… voy a citar una frase de un amigo sin citar su nombre, perdonen su vulgaridad pero no es de nuestro status social este muchacho, y la frase dice: “con mis pajas vuelo”. Bueno, la imaginación en el amazonas corría Rocky a la gallina en Rocky I. Un placer.
Es increible estar en un lugar en donde no tengas absolutamente nada para hacer. Es decir, por más que quieras hacer algo, no podés. Se que suena a una mierda, que suena a estar preso, pero es obligarte a pensar. No te queda otra. A lo que me refiero es a que uno puede, en libertad (opuesto a estar preso en un barco por días) darse tiempo para pensar, pero en última instancia uno sabe, en el fondo de su mente, que tiene cosas para hacer, que ese tiempo que uno está pensando podría estar ocupandolo en hacer cosas útiles. Bueno, en el barco uno sabía que aunque quieras no podías hacer nada. Ni siquiera existía en el fondo de la cabeza esa noción de: “estoy pensando en esto pero tendría que estar haciendo tal otra cosa”. Era solo pensar, y yo era libre de pensar e imaginar. Así eran mis mañanas.
Estuve charlando con un hombre de 80 años que lograba aún levantar el peso de su cuerpo 3 veces colgado de una barra. Decía que de jóven lo hacía 10 veces. Me contó que hace 10 años hizo ese viaje Belen -> Manaus, y en la Bahía el barco empezó a moverse muchísimo de lado a lado. Todo el mundo se agarró de la parte de las hamacas que está sujetada al barco. Los bolsos, que estaban en el piso, se paseaban de punta a punta del barco con cada ola, y la gente tenía que levantar las piernas para dejar que los bolsos pasen y golpeen contra la baranda. El viejo estaba yendo a Manaus a ver a un hermano de unos 100 años que estaba enfermo. Muy al estilo Una Historia Sencilla de David Lynch.
Chris llevaba viajando unos 2 años y medio. No era tan sólo viajar, sino que había estado trabajando mucho tambien. Había llegado a Londres con unos 10 Pounds, tuvo que dormir en plazas, y en casas de gente que iba conociendo en el día a día. En Brasil había trabajado de varias cosas. Sabía escalar muy bien, y había estado construyendo escenarios para recitales, y trabajado en un hostel en Chapada Diamantina. Despues en Escocia consiguió trabajo en una plataforma petrolera, donde trabajó unos 6 meses y juntó como 17.000 Pounds, escalando, y construyendo lo que le indicaban los ingenieros de la plataforma. También es experto en expediciones en la selva. Tenía un machete gigante y se mandaba solo por la selva por días, en expediciones de supervivencia. La verdad es que al principio nos impresionó bastante y nos pareció un chabón muy copado. Despues no estabamos seguros si creerle ni un 10% de lo que decía. Ahora creo que la mayoría es cierto, pero tiene una forma de contarlo, y de necesitar ser el protagonista de las narraciones cuando hay gente reunida, que hace que uno dude.
Ese día conocimos a Jo y a Leen, dos chicas belgas que viajaban en nuestro mismo barco. Al principio las dos me parecieron muy distantes. En el barco eramos menos de 10 mochileros. Los holandeses de mierda, las belgas y nosotros. Aparte habían como otras 100 personas, gente que usaba el barco como el medio de transporte más económico para llegar de Belén a Manaus, y nada más. Nosotros lo hacíamos porque… nos gustaba. Leen era la chica más bonita del barco a mi entender, pero digamos que el nivel era más bien nivel mochila guevara. Cuando digo que me parecieron distantes es porque siendo 10 mochileros, uno busca compinches entre los suyos, y estas chicas no levantaban la vista para saludar a un fellow backpacker. Estaban muy en la suya.
Bueno, las conocimos y resultaron ser de lo más agradables. Pero esto fue despues. Antes… el almuerzo. A un determinado horario nos llaman a comer. Hacemos una cola para esperar a que se libere la mesa y ahí estabamos. Era el momento cúlmine. ¿Se atreveran estos muchachos de Belgrano y Villa Ortuzar a comer la comida del peor barco del amazonas, habiendo escuchado las historias de descomposición, diarreas y vómitos de barcos calificados como mejores? Llegó la comida. Arroz, porotos, carne y fideos. Unos platos espectaculares, una pinta espectacular, y un sabor espectacular. ¿Esperan la parte negativa? No la hubo. Todo genial. No entendíamos de qué se quejaba la gente. Veníamos de estar mochileando 20 días cagados de hambre, y esta comida nos parecía un manjar romano. Una orgía en el paladar. Sabores teniendo relaciones sexuales con otros sabores. Muy placentero. Comentamos lo buena que estaba la comida con el resto de los comensales de nuestra mesa. Le di el gesto de pulgar hacia arriba a un señor sentado frente mío, y me respondió con pulgar para abajo, pero al ver mi insistencia y negar su pulgar para abajo, dió vuelta la muñeca y me dió la razón. La comida estaba buenisima. La primer sensación que me dió fue campamento. Me hizo acordar a Mundo Nuevo y a todo el comunismo que aprendí de joven en esa escuela inadaptada del mundo ( y de inadaptados ). Llegaba la mina con los platos y los vasos, y nosotros los repartíamos en la mesa. Despues traía las bandejas de comida y nos ibamos sirviendo. Intentabamos servirle al de al lado para generar buenas relaciones entre la gente de la mesa. Dejá que yo te sirvo el agua. Dejá que te sirvo los fideos. Dejate el pelo largo. Y eso más que nada, ¿no? Impresionante la velocidad con la que comía la gente. Eso sí que me impresionaba. Viejo, estás 3 días en un barco sin nada para hacer, por lo menos comé despacio. Nunca llegué a entender si la gente comía rápido por una cuestión de respeto a la gente que todavía no comió y que está esperando, o si es una cuestión cultural el comer rápido, o si es una cuestión de acostumbramiento: comer rápido para volver a trabajar. Me hizo acordar a Stepan y su velocidad para comer. Me ponía nervioso, y me hacían sentir el más lento del mundo para comer. La minita levantaba todo de toque. Te daba el tiempo justo de servirte y las bandejas no estaban más. Por eso no era conveniente servirte menos, porque despues olvidate. Un día la mina levantó todos los platos, y medio que obligó al primo que ya había terminado de comer a que se levante, mientras yo seguía comiendo. Con toda mi voz de Pappo por la garganta tomada, el cansancio del viaje, mi odio a los brasileros, mi falta de sueño por esa hamaca del orto y mi argentinismo creciente, le grité: “che flaca, pero me está haciendo compañía”, con esas palabras argentas. No se dió por aludida. Tienen otros modales estos muchachos.
Esa noche sacamos la botella de Ron y subimos al bar que había en el barco. Les cuento un poco del bar. Música estrepitosamente cabeza a un volúmen estrepitosamente fuerte. Era gracioso ver a los animales del amazonas diciendo qué mierda pasa acá. Los aldeanos viendo lo que para ellos es el sumum de la civilización pasar (estoy muy metido en este personaje facho y de mente cerrada, ¿no?) con esa música horrible. Bueno, ahí estabamos nosotros con la botella de Ron. Compramos unas cocas, y nos sentamos con Chris y el Primo a tomar. Invitamos a Jo y a Leen a unirse a nosotros.
Sigo luego con esta noche. Me tengo que ir al aeropuerto.
Nos vemos pronto amigos míos.
Me despido con un cordial bife de chorizo,
Pablo.