Venecia (36)

El micro a Venecia fue bastante duro.
Iba completo. A mi derecha una señora húngara, que por alguna razón
hablaba húngaro, me hablaba en húngaro. Yo asentía, y en ningún momento le
dije que no entendía un carajo. Mientras mirabamos Anger Management en
húngaro, la mina se reía de todos los chistes y me miraba buscando
complicidad. Yo me reía para que no parezca una boluda. Al rato creo que
se dió cuenta que no entendía un joraca. Yo estaba del lado de la
ventanilla, y la calefacción salía de ese lado. Me cagué de calor todo el
viaje.

A las 6 de la mañana llegué a Venecia. Cansadísimo. Llegar a lugares sin
tener un mapa, ni la más remota idea de donde queda el hostel, a esas
horas, no es algo muy agradable. Una señora barría la calle, y me orientó
en el sentido del hostel. En el camino encontré un lugar de Información
Turística, pero estaba cerrado. Empecé a caminar siguiendo las
indicaciones de la barrendera, pero enseguida me perdí. Le pregunté a un
tipo, en un puesto de tabaco, que me contestó de muy mala gana y muy
desagradablemente que no sabía. Ya me habían advertido que los hombres en
Italia, si les pedís indicacciones, te contestan de mala gana, a menos que
seas mujer. Yo soy hombre. Despues le pregunté a otro tipo, que siguió
confirmándome esta hipótesis. Encontré el hostel al que quería ir, pero
tenía un cartel colgado que decía “Full”, y las puertas estaban cerradas.
O sea, el cartel, aparte de “Full”, quería decir sin palabras “Está
completo. No toques el timbre que estoy durmiendo, pelotudo”.

Bueno, me senté ahí, a esperar que abran. Se me ocurrió que el cartel
indicaba que estaba lleno para la noche que yo pasé en el micro, o sea, un
cartel para los que llegaban en mitad de la noche buscando un lugar para
dormir, pero yo quería cama para la noche siguiente. Entonces me senté a
esperar, mientras me comía unas galletitas que compré en Budapest. Media
hora despues, empecé a sentir frío. Las palomas se habían terminado de
comer todas las migas que les tiré, y ya no me causaban gracia. Aunque
había una que bailaba el chamamé muy bien.

Le pregunté a otra mina que estaba limpiando la calle. No me acuerdo qué
le pregunte, pero en la escena siguiente aparezco en la estación de
trenes, en la oficina de turismo. Abría a las 9, así que tuve que esperar
una horita. Me recomiendan dos hostels, me dan los teléfonos para que
llame a ver si tienen lugar. De rata, por supuesto, prefiero caminar antes
que gastar 20 centavos de Euro en una llamada. Fui a uno de los hostels,
en el camino le pregunté a un tipo como llegar, que rompió con toda la
teoría de la mala onda de los tanos porque me invitó a pasar a su local,
me mostró en un mapa que tenía colgado en la pared como llegar, y fue
excesivamente amable. Llego al hostel. La mochila estaba pesadísima a esa
altura. Un cartel dice que el hostel está lleno. La puta madre. De todas
formas entro a preguntar, y me dicen que sí hay lugar. Si serán pelotudos.
No les importa tener clientes??????. Bueno, 18 Euros. 16 Euros con la
ISIC. No tiene cocina ni desayuno. Realmente carísimo, de lo más caro del
viaje.

Dejo la mochila en la recepción, porque no se podía entrar a los cuartos
a esa hora, y me voy a buscar a American Express para cambiar travellers
porque me quedé sin un mango. Tenía una banana en la mochila igual. Amex
queda muy cerca de la Piazza San Marco. Empiezo a buscar mujeres para
preguntarles, porque me gusta que me traten bien, como a todo el mundo.
Encuentro una viejita con un carrito de compras que se está sonando la
nariz, y me acerco a preguntarle. “Excusi, ¿la Piazza San Marco?”, le
digo. Se me acerca con una sonrisa, me agarra las manos, y me dice:
“uuuuhhhh…. tesooorooooo, tuto drito, tuto drito…”, o algo así. Como
diciendo que siga todo derecho por esa calle. Divina la vieja.

Empiezo a caminar tuto drito, pero no existe tuto drito en Venecia. Es un
laberinto de calles, puentes, rios. Si seguía tuto drito me iba a
terminar ahogando. Vieja asesina de mierda. Al rato veo una monja, y digo:
“esta me tiene que tratar bien”. Le pregunto, y de la mejor onda, la
monjita me hizo seguirla. No hablaba mucho, pero le saqué que era de
Padova. Me indicó bien como llegar, y llegué. Sin ahogarme.

La Piazza San Marco me impactó. Es muy linda de verdad. Lo primero que me
vino a la cabeza fue Hannibal, que está filmada ahí. Me acordé la escena
de Anthony Hoppkins caminando por esas calles, clavándole un cuchillo a
otro tipo que no me acuerdo quién era…

Unos españoles se me acercan y me piden en inglés que les saque una foto.
Me preguntan de qué lado debería sacarles, si apuntando al edificio enorme
de atrás, o a la iglesia de adelante. No me pidan los nombres ni del
edificio ni de la iglesia porque ni puta idea. Les digo que son los dos
muy lindos, así que les saco dos fotos. Este es uno de los pocos mails que
releo despues de escribirlo, porque tengo internet gratis, y me doy cuenta
que cuando les digo que son los dos muy lindos, se puede entender que me
refiero a los españoles. jaja. Buenisimo.

De ahí, para American Express. Cambio los travellers, y me voy para el
hostel. En el camino hago unas compras en el supermercado. Una baguette,
un poco de salmón ahumado (que era más barato que el salame), y un poco de
queso (entero, o sea, sin que esté cortado en fetas, porque es más
barato). Toda esa mierda, me costó unos 6 Euros. Ya estaba arriba de
presupuesto. Con sólo pagar el hostel y la comida del super. Voy al
hostel, me armo el sandwich, que quedó muy bueno. Ahí conozco unos
canadienses que estaban en mi cuarto, charlamos 2 minutos, y me tiré a
dormir una siestita.
Despierto, y salgo a la estación a sacar un boleto para el día siguiente.
Venecia no era para mí. No había mochileros como los que venía viendo en
todas partes, solamente se veían turistas adinerados consumistas, que
compraban hasta los cartelitos que hacen los ponjas con sus nombres en
japonés. Para que mierda quieren eso???

Saqué el ticket para Verona, y volví al hostel. En el camino compré dos
tomates y algunas mandarinas. Los tomates para darle un poco de frescura
el sandwich. Las mandarinas para comerlas…….. Me di una ducha, para
hacer algo. Cuando salí, conocí a un brazuca que también estaba en mi
cuarto. Charlamos un buen rato. El estaba estudiando en Torino, Ingenieria
Automovilistica. Me contó que todo el mundo que va del norte de Europa,
como ser Francia, Alemania, etc para Torino, se quiere quedar trabajando
ahí despues de terminar la carrera, y que todo el mundo que viene de
sudamerica, se quiere volver. El pibe se quería volver, a menos que
consiga un trabajo espectacular en Torino. Mientras charlabamos, me armé
otro sandwich, esta vez con tomates. Muy rico. A dormir.

Despierto a las 8:30. La hora del checkout es a las 9. Es el hostel más
caro, sin desayuno, ni cocina, y encima el checkout hay que hacerlo más
temprano que en cualquier otro hostel en el que estuve. Una cagada. Me
baño rapidamente. Para mi media hora de ducha es rápido. Me despido del
brazuca, hago el checkout, y dejo el bolso ahí. Mi tren a Verona salía a
las 15:30 horas. Me dicen que la recepción está cerrada entre las 12 y las
17 horas, y que si quiero recuperar mi bolso entre esos horarios, tengo
que tocar el timbre por un rato laaaaargo, hasta que alguien lo escuche y
me venga a abrir. Me rompieron las pelotas.

Voy al super a comprar un jugo de naranja, o alguna chocolatada para
acompañar las galletitas húngaras en el desayuno, pero los super en
Europa cierran los domingos. Primermundistas comodos de mierda. En
realidad despues lo pensé bien, y está perfecto que cierren. Nosotros
somos los tercermundistas que laburamos los domingos. Martina, te toca la
guardia…? jeje. Bueno, entonces. Desayuno galletitas húngaras con
mandarinas, y salgo para la estación. Pregunto si mi billete es válido
para algún otro horario de la mañana, porque Venecia me rompió las
pelotas, y me dicen que me puedo tomar el tren de las 11:30. Vuelvo al
hostel, agarro mi mochila, y de vuelta a la estación, donde me encuentro
con el brazuca, que salía para Verona a esa hora. Me había olvidado que
me lo había dicho. Me siento tranquilo en el asiento del tren. Que lindo
es viajar en tren, pienso. Un minuto antes que salga, el brazuca me dice:
“sellaste tu ticket?”. Uy, la puta madre… Resulta que los boletos de
tren en Italia hay que sellarlos con una máquina antes de subirse. Bajo
corriendo, lo sello, y vuelvo al tren. Todo a tiempo.

El viaje estuvo bien, salvo por momentos cuando pasaba un tren por al
lado haciendo un ruido tremendo e inesperado, que me hacía pensar en el
atentado en Madrid y me daba un pequeño cagazo. Si yo fuese terrorista de
Al Qaeda, explotaría todos los Mc Donald’s de una ciudad en el momento
del almuerzo. Me parece mucho más piola y original que esa boludez de
explotar trenes. Pero bueno… sigo viaje a Verona.

Tengo internet gratis, así que preparense a recibir mails entre hoy y
mañana… me voy a pasear.

Besos totales, Pablo.

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