6000 KILOMETROS!!! (MAIL MIL)

Bueno, muchas cosas han pasado y la verdad es que no me acuerdo ni de la mitad.
Ya recorrimos los 6000 Kilometros desde Rio de Janeiro hasta Manaus.
Fue una travesía increible. Me siento Asterix. Si pueden, chequeen en un mapa lo que hicimos (consideren que no fue directo sino todo por la costa hasta Fortaleza, y despues Belen -> Manaus).

Belen
Fuimos al mercado de Ver-O-Peso con Chris,  Pedro y Primo. Yo venía hablando más con Pedro que me caía mejor; un chabon tranquilo, que venía haciendo un largo recorrido que ya ni recuerdo cómo era. Estaba por volver a la casa ya. Empezó el recorrido despues de terminar su carrera de Arquitectura, y ahora volvía a arrancar con una nueva etapa de su vida. El primo charlaba con Chris. En un momento se me acerca y me dice: “este flaco trabaja en una plataforma petrolera”. Qué loco.
Comimos un excelente pollo con arroz y feijao. La verdad es que el pollo brasilero es mucho mejor que el argentino. El Primo cree haber descubierto la receta. Dice que lo cocinan con manteca; que lo bañan en manteca. Terminamos el pollo y fuimos a averiguar por barcos. Pedro nos acompañaba tan solo, porque ya habia hecho la travesía desde Manaus a Belen. Nosotros ibamos a hacerla en sentido contrario.
Empezamos a caminar bordeando el puerto, y preguntando qué onda cada tanto. En la mitad del camino me prendí un porro. Ninguno de mis compañeros quiso compartirlo. A partir de ahí es todo un poco brumoso. Chris era el que hablaba con la gente, siendo brazuca, es más fácil. Sí, porque sabía el idioma. Sí. Sí. Nos dijeron que al día siguiente salía un barco seguro. Belén es una ciudad horrible, y la verdad es que recomiento esquivarla lo mejor posible cuando se viene al Amazonas. Averiguar bien cuándo salen los barcos, y caer en Belén justo antes de que salga uno. Nosotros podríamos habernos quedado en Jericoacoara en shabat y terminamos anclados en Belén. Puta ciudad de mierda. Puto país sudaca bananero. Puto arroz y putos porotos. Putas copas mundiales.
Despues no tengo idea qué hicimos. El porro, ¿vió? Habré dormido una siesta o algo. Tampoco recuerdo qué comimos ni dónde. Ni con quién. A lo mejor ni comimos. Solo recuerdo haber bajado a la calle mientras llovía con un porrito ya armado, y mi MP3, y haberme sentado a escuchar un poco de música. El placer hubiera sido más intenso si Belén no fuese una ciudad de mierda en la que tenés miedo todo el tiempo de que te maten. Cuando bajaba a escuchar música, se me ocurrió que podría quedarme sin pila en el mp3, y que tendría que llevarme otra, pero descarte la idea por fiaca, y confié en la durabilidad de mi pila. Molesté al portero del hostel mientras comía para pedirle que me baje a abrir, y salí a la calle. Di la vuelta a la esquina y me senté con mi porrito. A pocos metros unos flacos hacían algo raro con una escalera. A lo mejor robaban un banco. Me fumé el porro, y prendí el MP3. Tan sólo pasaban autos, yo escondía el porro y el humo, y volvía a fumar. Al poco rato me quedé efectivamente sin pilas en el MP3, y volví ya bastante fumado al hostel. El portero no escuchaba ni mis gritos ni mis aplaudidas, y estuve esperando un largo rato. En la vereda de enfrente había otro hotelucho de mala muerte probablemente también gerenciado por una hija de puta con la panza afuera fumadora cancerígena con un hijo pseudo hijo hijo de puta y retrasado mental consumidor de pseudoefedrina amante de los niños de Pelé. ¿No sería un buen título para una película dirigida o producida por Maradona “Los hijos de Pelé?”. Bueno, estaba ese hotelucho enfrente del mío, como decía. Llega un flaco al hotel de enfrente y tambien empieza a llamar a su portero para que le baje a abrir. Yo estaba bastante loco, así que empecé a paranoiquear. El flaco me dice: “a ver a quién le abren primero”. Listo, planteada la competencia. Yo estaba demasiado loco como para saber cuán alto le estaba gritando a mi portero, o cuán alto estaba aplaudiendo. Cada tanto paranoiqueaba que el flaco me había escuchado pero que no podía bajar en ese momento y que yo le seguía rompiendo las pelotas. Mi portero era un negro bastante grandote con voz gruesa que asustaría al propio Menen. A esta altura ya no estaba seguro si enfrente había realmente otro hotel con otra persona esperando por otro portero negro bastante grandote con voz gruesa que asustaría al propio Menen o si se trataba simplemente de mi hotel conmigo esperando a mi portero negro bastante grandote con voz gruesa que asustaría al propio Menen, reflejado en un espejo. Claro, a lo mejor enfrente había un negocio de espejos y yo me veía a mi mismo, planteándome a mi mismo la competencia de ver a quién le abrían primero. No, ahora no estoy fumado, pero debo haber flasheado todo esto en ese momento que pareció haber durado horas y seguro solo fueron segundos. Finalmente pude comprobar que no se trataba de un negocio de espejos sino efectivamente de otra persona realizando un recorrido similar de su vida, en el eterno retorno nietzschiano, cuando le gané en la competencia y vi cómo continuaba esperando a su portero negro bastante grandote con voz gruesa que asustaría al propio Menen mientras yo entraba en mi hotel. Parezco drogado de Ayahuasca pero juro que es tan sólo el efecto de haber dormido los últimos 7 días en una hamaca paraguaya que amenazaba con romperse y dejarme caer desde 2 metros de altura encima de mi primo en un barco en el amazonas.
Al día siguiente despertamos temprano y nos fuimos con Chris y el Primo a sacar pasaje para el barco hacia Santarém. Chris estaba en duda si ir a Santerém en el Clivia (nuestro barco) el lunes, o esperar hasta el barco del miércoles que tenía mejor fama. Despues de todo, la vieja fumadora con la panza afuera cancerígena del hostel (tengo que empezar a inventarle apodos más cortos a la gente), nos había dicho que el Clivia era el PEOR BARCO DEL AMAZONAS. Que la comida era intolerable, que iba repleto de gente, que no se podía dormir. Pero bueno, no nos ibamos a quedar en esa ciudad de mierda ni un día más. Sabíamos que no era igual escuchar a un local diciendo que el barco era una mierda que escuchar a un gringo. Que un local acostumbrado a vivir en esa ciudad de mierda que es una potencialización del barrio de Once mezclado con Tegucigalpa, con música de A Todo Sábado sonando a todo volúmen por la calle te diga que el barco es una mierda, realmente asusta. Pero no nos ibamos a quedar un sólo día más ahí, dijimos. Estabamos a 19 de Enero probablemente, y nuestro avión salía el 29 por la noche. Teníamos 5 días de barco, algunos días en Santarém y otros en Manaus. Caminamos entonces hasta el lugar donde se sacaban los pasajes, en la Avenida Getulio Vargas, si mal no recuerdo (SEGURO NO ES ESTA LA AVENIDA PERO A USTEDES QUE LES IMPORTA. SI LES DA IGUAL. PRIMO CUANDO LO LEAS YA SE QUE NO ES ESA LA AVENIDA).
En el camino el primo compró una hamaca paraguaya por 13 reales, lo único no muy caro en Brasil. Unos 30 pesos. Fuimos entonces Chris, el Primo, su hamaca y Yo a comprar boletos para el Clivia. Cuando llegamos al local había dos tipos, que daba la sensación que representaban el clásico duo policía bueno-policía malo de las películas de Hollywood. Uno de los policías amenaza con matar al testigo, lo asusta, y el bueno lo protege, para lograr que en ese entorno psicológico de confianza por ser protegido el malandro confiese. Bueno, esto era algo así pero mucho más confuso. Había uno que decía que era UN ARTISTA (en realidad decía ARTISHTA, tipo carioca, tipo VISHUAL BASIC). Y lo decía gritando mientras nos decía un precio y un día de salida. Las variables eran: diferentes barcos, diferentes días, diferentes destinos (Manaus o Santarém) y diferentes precios. Atados a todas estas variables y a la idea de que hablaban un portugués que solo ellos entendían, empezaron a confundirnos. Uno decía que salían barcos ese mismo día a una hora, pero en un precio diferente al que nos habían dicho el día anterior. El otro lo corregía, pero resultó que lo corregía porque había entendido mal alguna de las otras variables. El destino, por ejemplo. Obvio, es un precio para Santarém y otro para Manaus. Todo muy confuso, y dejamos que Chris lo maneje, metiendo algo de experiencia negociadora turca en el medio de golpe. Conseguimos a Santarém por 120 Reales finalmente, en el Clivia, para ese mismo día a las 18 horas. Le dijimos que aceptabamos ese precio y todas las condiciones y variables si nos dejaban… Ah, me acordé todo lo del día anterior.
Flashback. La noche anterior, que no me acordaba qué habíamos cenado ni con quién, cuando me desperté de la siesta me encontré con Chris que estaba sentado en un sillón del living del hotelucho frente a una pareja de ingleses muy agradables conversando. Me senté allí con ellos. Chris me contó un poco de sus experiencias con Ayahuasca. Dice que es fantástico, diferente a cualquier otra droga. Le dije que mi viejo la había probado y que había recorrido con los ojos cerrados su casa de la infancia, del Líbano. Me contó algunas cosas y me dieron ganas de probarla. Ya tendré oportunidad. Los ingleses eran muy copados. Habían estado viviendo unos meses en Argentina, como 6 ó 7, y les encantaba el país. Era su país favorito. Decían que los argentinos somos excelentes personas, aún los porteños (esto lo dijeron porque yo les pregunté), y que somos mucho mejores que los brasileños porque no tenemos segundos intereses. Nos contaron varias anécdotas de cómo conocieron a sus amigos de Argentina. El flaco era buzo profesional, y estaba yendo a conocer el Amazonas para filmar una película por ahí, buceando. Una pelicula chiquita. Dijo algo muy interesante, que comparto hasta cierto punto. Que se dió cuenta que si sus días eran diferentes vivía más, porque sus recuerdos se multiplicaban. Si vivís 5 días iguales, yendo a la oficina y volviendo a tu casa, recordás a esos 5 días como un sólo día. Lo mismo con 5 años. En cambio si cada día es diferente al anterior, uno vive más. No todo es tan blanco o gris, claro, pero me parece poéticamente correcto pensar así. Y aplicar algo de poesía a nuestras vidas no viene mal. Sí, creo que me volví loco en ese barco.
Vuelvo al día siguiente. Le dijimos que aceptabamos ese precio y todas las condiciones y variables si nos dejaban colgar nuestras hamacas en ese momento, porque habíamos recibido muchas recomendaciones respecto a ocupar lugares lejos de los baños y lejos del ruido del motor en el barco. El embarque empezaba a las 15 horas y no queríamos estar haciendo cola para colgar la hamaca. El flaco dijo que todo bien. El primo, que ya tenía su hamaca ahí, se fue con el flaco, y nosotros fuimos para el hotelucho a buscar las nuestras. En el hotelucho, luego de agarrarlas, nos encontramos con los holandeses con los que habíamos salido la noche anterior a Apororoca, y les comentamos que ya habíamos conseguido barco y todo. Dijeron que venían con nosotros a ver qué onda. Ya les conté de estos holandeses idiotas. De este pibe que estaba seguro que siempre intentaban estafarlo por ser blanquito y gay. Bueno, nos fuimos con el blanquito gay, el peor de los holandeses, muy desagradable (no por blanquito ni por gay, sino por vegetariano) al lugar donde compramos el pasaje (que quedaba de camino al barco). Con Chris nos avivamos y le dijimos al flaco que nos vendió los pasajes que le habíamos conseguido 4 gringos más, y que nos haga un mejor precio por ser 7. Dijo que no podía hacer mejor precio que 120 Reales, así que dejamos al holandés desagradable negociando (porque aún creía que lo iba a sacar a menos de 120 y que lo estaban estafando a él, aunque a un brazuca y dos argentos les habían cobrado 120) y nos fuimos al barco a colgar las hamacas. Llegamos, compramos los boletos ahí, con uno de los flacos de la agencia que esperaba ahí con el primo, y le dimos nuestras hamacas. Los tipos del puerto no nos dejaron pasar a colgarlas, pero nos dieron su palabra que las iban a colgar adelante del barco lejos de los baños y del motor. No confiabamos en que lo hagan, pero no teníamos opción. Insistimos un poco en que lo hagan, les pedimos por favor, y nos fuimos.
Agarramos nuestras mochilas del hostel, fuimos los 3 a cambiar dólares, despues al supermercado. Chris nos pidió que le hagamos acordar de que se compre una toalla pero nos olvidamos y se olvidó. Compramos provisiones para el barco esperando la peor de las comidas, pensando en llenarnos con galletitas y agua mineral. También compramos, claro, una botella de Ron. Yo me venía sintiendo cada vez peor del dolor de garganta y de cansancios corporales, pero nada que un buen Refrianex con Pseudoefedrina y Paracetamol no resuelva. Compre Refrianex. Hicimos todo esto, y nos mandamos para el shopping a comer algo. Subimos las escaleras, y pedimos una pizza. “No hay pizza al mediodía, sólo a la noche”. Puto país de negros descendientes de un camión lleno de monos y pelotas de fútbol. Una vez escuché un chiste que decía que los mexicanos son la prueba de que los españoles se cogieron a los toros cuando llegaron a américa. No lo cuento como gracioso porque Mario es una masa, pero es buen chiste. Bueno, lo brazucas son mezcla de monos y pelotas de fútbol. Este chiste sí es malo. Bueno, no hay pizza, y ya eran como las 15 horas, horario de embarcar. Si bien el barco salía a las 18 horas, nadie nos garantizaba que nuestras hamacas hayan sido colgadas correctamente, y queríamos llegar antes para verificar esto. No teníamos tiempo de mandarnos para el Ver-O-Peso, así que paramos en el camino al puerto en un puesto callejero donde cocinaban unas brochettes de carne y grasa al fuego. Lo de grasa va literalmente. Me como un pedazo de carne, y cuando veo el siguiente que voy a comer, le pregunto al primo: “esto es grasa o pollo?”, porque era un pedazo marrón medio gelatinoso. Chris me responde: “Gordura”, lo que quiere decir “grasa” en portugués. Puto país de arroz, bananas, monos, porotos y rubias de ojos claros. Adivinar cuál es la incorrecta. Bueno, nos comimos algunas brochettes dejando de lado la grasa, y salimos para el puerto. Mi mochila pesaba toneladas. Habíamos comprado 6 botellas de agua, preparados para no tomar el agua contaminada del barco, y una de Ron, preparados para… no se para qué. Listos preparados ya! Yo llevaba 4 de las 6 botellas, y la de Ron, porque al primo no le entraban. Yo tengo una mochila de 10 mil litros desde mi Kournikova en la que entran más cosas que en bolso de meripopins y el deshollinador. Entonces mi mochila pesaba 7 kilos más de lo habitual.
Ah, cuando estabamos comiendo las brochettes se nos acerca el tipo que nos había vendido los boletos, y el primo le pregunta qué onda en el barco con la maconha. El tipo le dice que no tienen perros pero que tienen una máquina que la detecta, y que sería conveniente que lo escondamos o abajo de la lengua o en los huevos. Le dijimos que sólo teníamos una piedrita diminuta, pero insistió. Nunca había escuchado de una máquina que detecte porro, pero bueh.
Llegamos al puerto y el primo se mete en el baño a esconder el porro en los huevos. Era el momento decisivo. Empezamos a avanzar y no veíamos perros, mi principal miedo despues de Entre Ríos (gato y tibu lo recordarán). Increible lo que huelen estos bichos. Solamente veíamos una máquina por la cual había que pasar los bolsos como la de los aeropuertos. Increible. Efectivamente el flaco de la agencia creía que esta máquina podía detectar el porro. Nada, pasamos tranquilos.
Afortunadamente nuestras hamacas allí estaban, colgaditas como dios manda, en el segundo piso del barco, lejos de los baños y del motor. Relajamos, vimos como los holandeses ocupaban un lugar cerca de los baños y del motor, lo que nos hizo sentir felices. Eran cerca de las 16 horas, y ya estabamos impacientes por arrancar, y un poco por llegar. Eran 3 días de barco amazónico, comiendo lo que nos den, bebiendo lo que nos den, y durmiendo en esas hamacas. En mi caso la hamaca tipo red que compramos con chipi en méxico en 2001. Zarpado.
La primer noche no había cena, pero una mina que tenía una remera que decía FBI estaba dentro del barco vendiendo comida. Pollo, con arroz, porotos y fideos. Lo típico. 5 reales cada plato y nos lo dejó en 4 cada uno. Nos trajo unos potes de aluminio con la comida y nos sentamos en la terraza del barco a comer. Arrancamos el viaje nomás. Me acosté en mi hamaca con los tapones de oído puestos. No porque había mucho ruido, sino porque era interesante ver y no oir. Una experiencia recomendable, sin dudas. Creo que no hicimos mucho más en aquel primer día. Nos dormimos temprano. Chris se mudó al piso de abajo donde había mucho más ruido, pero mucho más espacio.
Continuará…

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