Livingstone, Vic Falls #8

Acá las cosas se ponen un poco más picantonas. Voy a ver si logro exprimir algunas neuronas para escribir un mail digno. La veo difícil. Espero que los acontecimientos tengan un valor por sí mismos, porque si del relato depende, estamos jodidos.
Nos ubicamos en nuestro cuarto de 16 camas, tirandonos por unos minutos a descansar. Enseguida notamos lo peculiar de las otras 14 camas: 12 suecas impresionantes sin inhibiciones de ningún tipo. No se qué les pasa a estos escandinavos. Iban, venían, se ponían, se sacaban. ¿Qué onda?
Nos pusimos a hablar con Elenea, una de las suecas, gordita buena onda, y con Emily, otra sueca copada.
El Jollyboys, el hostel, creo que el mejor en el que estuve. Pileta, reposeras, un bar impresionante, una sala de estar que no se podía creer, y 12 suecas. Me fui a pedir una cervecita al bar, y Duby se fue a buscar algo al auto. Volvió media hora despues con una sonrisa de oreja a oreja, diciendo: “no vas a poder creer lo que me pasó”.
Parece que buscando algo en el auto, conoció a Mimí, una chica que pasaba por la puerta del hostel y lo encaró. Otro dato importante de Zambia: 35% SIDA. Genial. Así que Duby no pudo más que ser un caballero, y… dejemoslo ahí.
Una cerveza para cada uno. Los tanos estaban sentados en una mesa con algunas suecas: Charlotta (preciosa), Elenea (gordita) y un par más que ya no me acuerdo quienes eran. Me puse a cocinar un arroz con porotos. Duby por alguna razón no quería comer. Es como que ya estaba lleno. No sabía si daba para sentarnos en la mesa con los tanos porque sentíamos que les cagabamos el chamuyo (creo que eran 2 contra 2 o algo así). Pero bueno, terminamos sentados ahí, tratando de pescar alguna mirada bardera de los tanos, pero creo que estaba todo bien.
Charlotta morfaba todo lo que se le cruzaba por adelante. Una fenómena. Y muy bonita. Estuvimos charlando un rato. Lo que sobró del arroz con porotos fue a un tupper (que hasta el día de hoy debe estar ahí en el jollyboys) que trajo Charlotta. Se fueron a dormir casi todos tipo 23 hs y quedamos Duby y yo charlando con Emily, una de las suecas de 19 años muy copada. Charla va, charla viene, los muchachos se entretienen, y no se por qué comentario de Emily, Duby dispara un acertado y concreto: “¿Sos lesbiana?”. La mina, sorprendida, responde que sí.
FELIZ CUMPLEAÑOS TIBURON!!! TE QUIERO MUCHO.
A partir de ahí la conversación fue más amena, por lo menos eso sentí yo. No más presiones sexuales, nada. Simplemente charlar de igual a igual. Suena a una pelotudez, y talvez soy un pelotudo, pero si hay un mínimo de atracción, o un mínimo de posibilidad, uno ya condiciona el hacer y el decir. Cuando la mina reconoció su lesbianismo fue como sentir: “por fin voy a poder hablar en serio”. Me voy a la mierda escribiendo esto talvez, pero lo de hablar en serio no se debía solamente a que sea lesbiana, sin tambien a que apenas la conozca, y a que probablemente nunca la vuelva a volver a ver. Esas cosas que pasan solamente en ambientes mochileros. Amistades fugaces en las que el diálogo es fugaz, las palabras son fugaces, pero las ideas quedan, los sentimientos quedan. Duby se fue a dormir y me quedé teniendo un diálogo fugaz de ideas perdurables con mi lesbiana confidente del momento. Creo que dijimos boludeces toda la noche, pero se sentía algo muy intimo.
Le dije que tenía ganas de hacer un experimento, reuniendo a muchas personas, 300 personas digamos, de diferentes nacionalidades, diferentes idiomas, que ninguna conozca el idioma de las otras, en un auditorio. Que nadie las entienda, solamente ellos mismos. Y que cada uno exponga frente a todos su más profundo secreto. Las palabras saldrían de su boca pero no llegarían a ningún oído. No se para qué serviría, pero fue una especie de sueño que tuve despierto.
Ella me contó de un experimento que van a hacer, ya confirmado. Lo organizan entre 3 amigos, y cada uno de ellos lleva a 3 amigos que los otros 2 no conozcan. La onda es convivir 15 días sin hablar. Tampoco la onda es lenguaje de señas, sino sentir lo que el otro siente de una forma más natural, o algo así. No me terminó de convencer, porque si quiero cenar huevo frito y vos querés milanesa cómo carajo te lo explico sin señas ni hablando? Igual creo que algo de su idea me gustó. Me hizo una comparación entre un matrimonio viejo, en donde la mujer sabe exactamente qué quiere el marido en qué momento. Pasan a ser uno, sin necesidad de diálogo. Bla.
Ah, cuando Duby se levantó medio que me tiró un: “bueno loco, te dejo solo…”, como creyendo que podía llegar a pasar algo. Quién sabe, a lo mejor sí, pero yo ya había switcheado a modalidad amistad, como hacen las minas.
Ah, me olvidaba. El tano, Giogio, muy gracioso. Antes de irse a dormir saludó a todos: “good night, buenas noches…” y al final agregó, mirando a una mesa llena de ponjas: “birimbibiiriribi” (buenas noches imitando a los ponjas).
Nos fuimos a dormir.
Me acuesto en mi cama y veo a Emily que sin ningún pudor se saca toda la ropa y se mete en la suya. ¿Qué onda?
Acá llegó Duby. Nos tenemos que ir a devolver el auto al puto de Robby colorado maraca te odiamos y te rompimos todo el auto colorado asqueroso maricón. Nos hace acordar mucho a Freidson.
Abrazos.

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *