Nos despertamos tempranito, como siempre en este viaje. Los rayos de sol entrando por la puerta del cuarto, las suecas cambiándose sin pudor, y Duby depilándose los pelos del culo. Cosas de cualquier mañana convencional en Zambia.
La noche anterior le había preguntado a Emily por qué tantos Suecos en Zambia. No tenía mucho sentido. No eran ellas las únicas, había varios grupetes más de suecas (no muchos suecos con O). Me contestó que Suecia pone plata en paises que cumplan con ciertas condiciones, para ayudar con ONGs, y que Zambia es uno de los paises más democráticos de Africa. Las pibas estaban haciendo un trabajo sobre Human Rights relacionado con la infancia.
Hicimos un mate con galletitas. La gente nos miraba raro como “¿y estos drogadictos ahora qué están tomando?”. Agarramos el auto y salimos a cambiar plata. En la puerta del hostel le preguntamos a un segurata por un banco, y un grone muy alto nos empieza a ofrecer faso. fasiiiito. Yo tenía ganas. La verdad es que comprar porro siempre es una paja. Siempre hay que bancarse el cagazo de que te caguen, te vendan albahaca, oregano, se escapen con la guita… pero en algún momento, si querés fumar, lo tenés que hacer. El flaco ofreció subirse al auto e indicarnos dónde quedaba el banco para cambiar guita. Muy inteligentemente le dijimos que sí. Ideal. Un flaco cargado con todo tipo de drogas, subido a un auto con flacos cargados de guita, sabiendo que los flacos están cargados de guita para ir a cambiar. Ideal, decía.
Llegamos a la esquina, dispuestos a doblar hacia el banco indicado por el segurata, cuando nuestro flamante dealer nos dice: “el banco está cerrado, doblen a la derecha”. Debíamos estar bastante pelotudos, pero le hicimos caso. Creo que en nuestra mente, o al menos en la mía, una vocecita me decía: “si no le crees lo vas a hacer sentir mal”. De todas formas no habíamos entendido las indicaciones del segurata, así que doblamos a la derecha. Pocos minutos después, estabamos en la avenida principal de Livingstone, y se nos tiraban encima cual dogos a jabalíes vendedores de todo credo y color. Que te vendo, que si doy que me pierdooo. ¿Cómo dice la canción?
Nosotros esquivando arbolitos (no literalmente), y buscando una casa de cambio legal. Nuestro flamante dealer ahuyentando a los arbolitos para ganarse nuestra confianza, lo cual era bastante gracioso. “They told you they don’t want to change with you? What is it that you don’t understand???”. Los otros obviamente sabían que el flaco los trataba así para ganarse nuestra confianza, o al menos eso me decía mi paranoia en el momento. Paramos el auto, y caminamos a una casa de cambio, sacandonos los arbolitos cual moscas.
Cambiamos, le dijimos al flamante dealer que lo ibamos a pensar, lo llevamos de vuelta hasta el hostel, y nos fuimos a las Vic Falls, sin comprar fasiiiitooo.
En las cataratas, nos bajamos del auto y vemos llegar a las suecas. Adelante estaba sentada Amanda, una chica que nos trató con bastante amargura y secura el primer día en Livingstone. No cruzabamos miradas, no saludaba, pero estaba muy bonita. Curiosamente, apenas nos vio, nos sonrió y saludó muy alegremente como si fuesemos grandes amigos. Confusas estas suecas. Sorprendidos, la saludamos, sin poder ocultar la sorpresa sorpresa sorpresa sorpresa… aaa..
Los tanos no tenían un mango, así que Argentina le prestó guita a Italia vieja! Los tanos pagaron sus entradas, y Duby peló nuestros carnets de prensa. “We are journalists from argentina que pum que pam que pimpompam”. No cazó nada del final, pero a lo del principio contestó: “Ok, it’s 10 dolars each”. Pero la puta madre, ese es el precio para los perdedores que no tienen carnet de prensa! Insistimos, pero a cada afirmación de: “We are journalists, we have entered every place for free all over southern africa” la mina contestaba “Ok, it’s 10 dolars each”. Una genia. Eso nos pasó muchas veces en el viaje. Pelar carnet de prensa y que te digan: “Ok, son 10 dolares”. Genios.
Pagamos entonces 10 dólares cada uno + estacionamiento, y entramos. Los tanos nos esperaban adentro. No preguntaron nada por los carnets de prensa, ahora que lo pienso.
Nos separamos de los tanos, y pronto estabamos observando la magnitud de las Victoria Falls. Para Duby muchísimo más grandes que Iguazú. Hace poco unos gallegos nos dijeron que son más largas, mucho más largas, pero que para saber cuál es más grande se usa la altura y el caudal, y que en eso les ganamos. Pero de largo… habremos caminado un Km y medio y seguía cayendo agua… impresionante. Nos empezamos a empapar. En un sector en el que caía menos agua, le pedimos a unas gronas que estaban con gorro de baño para no mojarse el pelo y remeritas blancas que nos saquen una foto. Caminamos hasta un sector de mucho caudal de agua donde empezamos a empaparnos para salir en la foto, nos damos vuelta, y vemos que la negra nos siguió caminando y que está parada al lado nuestro con la cámara que se está empapando. Pero qué pelotuda. Creo que sacó la foto, e inmediatamente tuvimos que sacarle la batería y guardarla en una bolsa para que se seque.
Empezamos a bajar unos escalones hacia la “Boiling Pot”, sin saber qué era. En el camino nos intercepta uno de los denominados “falsos guías”. En realidad son guías pero no oficiales. Nos empieza a seguir cual marroquí, se nos adelanta y empieza a marcarnos el camino. Ya la veíamos venir. Despues de caminar 800 metros, nos iba a pedir guita por su guía. Es jodido decirle que no te hable, que no te siga, que no te indique, a un flaco que no te pidió nada a cambio. Uno siempre en esas situaciones dice: “bueno, lo dejo hacer, y cuando me pida guita le digo que no”. Pero después el flaco le pone onda, pone su laburo, pensás que si está haciendo eso es porque no le queda otra, que es un chabon más o menos copado tratando de alimentar a su familia (ahí ya exageré) y aflojás. Bueno, llegamos hasta abajo de todo, nos sentamos en una roca a contemplar la Boiling Pot, el lugar donde todo el agua de las cataratas cae, forma un circulo aguístico, y se va río abajo. Muy grande todo. Mucha corriente de agua. Mucho camino de saltar de roca en roca para llegar ahí, como me gusta a mí y a Jouky. El falso guía nos dice que nos ayuda a cruzar al otro lado. Le decimos que no, que no queremos todavía, que vaya tranquilo. Insiste un poco, y finalmente se va. Descansamos sobre una roca, y nos pusimos a escalar hacia arriba, roca en roca, pisando en el agua que caía por la montaña por momentos. Nos encontramos con los tanos, y nos tiramos a descansar. Conocimos a una inglesa que vivía hace 1 año en Livingstone y tenía para 6 meses más, y había llevado a las Falls a un grupo de unos 8 chicos africanos a conocerlas. Estaba ahí sentada dandole de comer unos sandwiches a los pibes, despues unas galletitas con un jugo. Los pibes super contentos de estar ahí, unos fenómenos, cagandose de risa, sacando fotos con la cámara de la mina. Nos empezaron a sacar fotos a nosotros y cada tanto poníamos caras locas. Me alejé del grupo y saltando de piedra en piedra llegué hasta una mini cascada. Me senté abajo del chorro, y viví unos momentos de masaje jacuzzístico grosos. Mucha presión sobre la espalda, relax, cool, yeah, oh, baby.
Al lado había una negra hermosa con su macho alpha. Nos fuimos de las Vic Falls, y salimos para un parque para ver animales. Nos pidieron como 45 dólares y nos fuimos al joraca. De ahí para el Hunky Munkey, una pizzería recomendada por la lonely. La pizza excelente, qué rico un sabor familiar, no tener que cocinar por fin. Una de las primeras comidas que no cocinabamos nosotros. Pleasure, como diría la prima de zetu. Cuaderno, como diría dazo. O “Voy a poner tercera como hacen ustedes”.
En todos los negocios de Zambia hay una foto gigante del presidente, con su nombre abajo. Es muy raro, muy gracioso. Tiene una cara el gordo este divino. Le pregunté a la mina del Hunky Munkey si no me la vendía. Posta me encantaría tener la foto del gordo ese en mi living. Es muy gracioso. No me la quiso vender, pero me dijo dónde podía imprimirla. Para bajarmela de internet e imprimirla lo hago en mi casa ignorante. Yo quiero tu puto cuadro de la pared con tu puto presidente gordo divino. Pero nada, no hubo caso.
Terminamos las pizzas cons cocas colas biens heladas, nos subimos al auto, y se nos viene al humo un trapito de mierda. Dice que alguien quiso robarnos el auto, y que él lo cuidó, que le demos plata. Todo chamuyo, claro. No le queríamos dar nada. No me acuerdo si le dimos 10 centavos de peso argento, o nada, pero da igual.
Llegamos al hostel, y nuestras mochilas no estaban en NUESTRO cuarto. Maldición. Nos dieron a probar el dulce sueco y nos lo quitaron. Las chicas dando vueltas por ahí, cambiandose como siempre, y nosotros expulsados del paraíso sin siquiera haber probado la maldita manzana. Al menos con Adán fueron más justos la puta madre.
A discutir con Faith, que nos ponga colchones en el piso, que nos ponga otras camas, que mueva a las suecas a otro cuarto con nosotros. Bueno, tanto no, pero la verdad queríamos quedarnos con ellas. Era San Valentín y nos sentíamos solos. Eran nuestras amigas, y estaban buenas.
Faith esperaba que lleguen 5 australianos que habían reservado ese cuarto. Si a las 17 hs no llegaban, podíamos permanecer en el paraíso. Los putos australianos llegaron, y nos cambiaron a otro cuarto con menos gente, más lejos, más caro, con olor a humedad, y lleno de japoneses (lo de menos gente y japoneses es positivo, creo).
El objetivo de la noche era hacernos amigos de las suecas, pasar un buen rato con ellas, divertirnos. No mucho más que eso. Así que allí estabamos, sentados en una mesa al aire libre, al lado de la pileta Duby y yo, y en otra mesa Elenea con alguna otra sueca que no me acuerdo quién era. “Nos vamos a pedir unas cervezas y les hablamos”, dijimos como tímidos adolescentes. Cuando se pierde la naturalidad, la frescura, se pierde la vida, se pierde el chamuyo, se pierde la naturalidad y la frescura, vamos.
Y así fuimos. Diálogo forzado, notablemente forzado. Qué hicieron hoy, ah, mirá vos qué interesante, ah, no me digas, ah, pero mirá buah… qué copado.. si si, nosotros tambien, si, las cataratas, uh, no me digas… si, nos encantaria IR A ESE ORFANATO A JUGAR CON CHICOS AFRICANOS. Así era más o menos la conversación.
Las suecas se fueron, y no nos quedó otra que volcarnos al viejo y queridísimo y siempre bien ponderado CALIMOCHO. Pelamos la botella de 2 litros de vino que había sobrevivido a la 4×4 (la que compramos en Rehobot), una coca grande, y a disfrutar entre machos de San Valentín. Patético. Dabamos lástima pero la pasabamos bien igual. Dos auténticos perdedores, fracasados de la seducción, ahogando sus penas en nuestro amigo el calimocho.
Imagen Triste: Duby de un lado, yo enfrente, botella de vino en el medio. A nuestra derecha dos viejos de 65 años charlando con dos irlandesas de nuestra edad (4 mochilero y 5 mochilero). En una suspensión del diálogo entre viejos y Irlandesas, escucho a una decirle a la otra: “Well… happy Saint Valentines”, y como simulando que llora, con humor. Como dos ladrones que ven caer una bolsa de billetes a un guardia de Juncadella, como un niño que encuentra el truco para que el flipper le dure más tiempo… pensamos que teníamos que aprovechar la oportunidad. Cuando ibamos a empezar a hablarle a las irlandesas, al girar hacia ellas, nuestra mirada se cruzó con la de los viejos de 65 años y pronto nos vimos inmersos en un diálogo apasionante acerca de la próstata y las bochas. Tachar esto último. En realidad pasó algo mejor.
Las irlandesas como les decía 4 y 5 mochila, y las suecas 10 civil. Allí sentados Duby, Pablo, Gordon (65), Pat (65), Irish Girl #1, Irish Girl #2. El mágico poder del calimocho, de alguna forma, comenzó a atraer suecas. De a poco nos fuimos sintiendo los reyes de la noche (proporcionalmente a medida que iban cayendo más suecas en nuestra mesa). Calimocho para todos. A las suecas les encantaba. Poco tiempo después, habrían unas 5 suecas, nosotros, Gordon y Pat (las irish se deben haber ido sin que las notemos). Duby estaba verborrágico, borracho, cagandose de risa de todo, no paraba de hablar, centro de la mesa. Hacía reir y reía. Un momento increíble, memorable. Entre Gordon y yo se sentó Emily; a mi derecha Amanda, a la derecha de Amanda Susanne (otra sueca hermosa). Enfrente mío Duby, Charlotta, no se quienes más. Duby empezó a tirarle onda a Amanda, y la onda volvía. Chistes van, chistes vienen. Amanda se va a sentar al lado de Duby no se con qué excusa. Probablemente para ver o sacarse foto. Duby me dice en castellano: “Decile Pico”. Me pareció que era cualquiera que yo le diga a Amanda que le de un pico a Duby, así que me pareció mejor que interceda Gordon. A todo esto entre Gordon, Emily y yo siento que se había formado una amistad de años. Eran una masa los dos. Me mataban de risa. O ellos o el calimocho, no se. Cada tanto yo gritaba sacado en inglés: “No lo puedo creer estoy con los dos más grosos de todos… Emily y Gordon”. Bueno, volviendo. Le digo a Gordon que le pida a Amanda que le de un pico a Duby. No se podía negar a la voz de la experiencia diciendole que le de un pico a Duby. Así o hizo… siguió el pedido de Duby de pico yo a Emily, mi amiga lesbiana. No se, todo un descontrol, difícil de recordar todo. Yo diciendole a Gordon que Emily era lesbiana, despues pidiendole perdón a Emily por no haberle preguntado si podía y ella diciendo que nada que ver, que todo bien, que no es algo que esconda, bla, bla. Gordon (ya totalmente borracho, más que gracioso), contandonos que él y Pat (su mujer) sospechan que el marido de su hija de gay, pero tienen una hija, que bla… contando intimidades el viejo. Un genio total.
Todos los recuerdos más borroneados. En algún momento de la noche fuimos a cantarle el feliz cumpleaños a Rachel, la encargada de internet del hostel, que estaba encerrada atrás de unas rejas porque ya había cerrado internet. Versión corta con Duby borrachos del feliz cumple en castellano. Astillas en la mano y en algún momento estoy sentado en el piso del cuarto de las suecas, y Emily sacandome las astillas con un alfiler. Yo borracho diciendo boluedeces mientras ella hace eso.
Volvimos a la mesa, y al lado mío estaba Susanne. Por alguna razón yo estaba seguro que ella me odiaba. Esas paranoias. Una mina muy linda, pero medio histérica, que para no ponerle onda ya se pasa al otro lado. No se, rara. Creo que en el márgen de una hora le dije 30 veces: ” WHY DO YOU HATE ME???”. La mina me contestaba que no me odiaba, pero al toque yo se lo volvía a preguntar. Ni me acuerdo por qué. Hasta que me reputeó, me dijo algo así como que era un pendejo, y yo me puse mal por unos 4 segundos por eso. Después creo que le volví a preguntar por qué me odiaba.
No se bien qué pasó después. En algún momento llegaron un danés negro con un vodka que le convidó a Gordon, con una colorada también sueca, con no se quién más. Buena onda el danés. Empezamos a jugar a ver quién sacaba la carta más alta. El juego era fácil, pero resumiendolo, tenías que tomar si se daba tal condición o señalar quién tomaba si se daba tal otra. La gente tomaba un sorbo, haciéndose los boludos. Les dije que la onda era fondo blanco. Por alguna razón todos empezaron a elegirme a mi, y me hice varios fondos blancos. Cuando le tocó a Duby dijo: “Gordon’s Wife”, así que la mujer de Gordon (65 años) se tuvo que hacer un fondo blanco de vodka. Que sean viejos no quiere decir que queden afuera de la joda! Pico en sueco se dice PUS.
En un momento con Susanne, con el “Why Do you hate me?” nos empezamos a mirar fijo por por lo menos 3 minutos, sin que ninguno de los dos diga nada, como odiandonos por adentro. Ella no cambiaba su expresión. Muy bizarro todo.
En algún momento se fueron todos a dormir. Creo que lo del feliz cumple a Rachel fue despues, y ahí muchos se fueron al sobre. Quedamos de pie el danés negro, la colorada sueca, Charlotta, Susanne y yo, obvio. ¿A dónde vamos?, ¿a bailar?
En algún momento salimos a buscar a Duby, y estaba acostado en una hamaca paraguaya durmiendo con Amanda. Lo dejé ahí tranquilo. Me puse rápido mis pantalones vaqueros (o jeans como dicen los chicos ahora), dejé la cámara de fotos y plata en el auto, y salimos a las calles de Zambia en busca de un poco de acción 2 rubias despampanantes (posta creo que eran las dos suecas más lindas + Amanda (dice duby)), una colorada yeta, un grone, y un argento borracho.
Caminamos unas 5 cuadras y llegamos a una especie de boliche, que tenía más bien una entrada tipo club social. Parecía bastante cheto. Había como unos tipos que te servían comidas grosas (si pagabas). No me acuerdo cuánto pagué la entrada, pero al toque estabamos todos adentro moviendonos al ritmo de africa vive ruge muy fuerte.
Enseguida me dieron muchísimas ganas de un fernet. Sabía que era imposible, pero quería un sabor familiar, no quería cerveza… me decidí por un cubata, un cuba libre, como quieran llamarlo. Una negra me saca a bailar, y empieza a hacer todos movimientos raros sensuales que me hacían reir más que excitar. Traten de imaginarse esta imagen: yo con mi vaso de cuba libre en una mano, con la botellita de coca cola en la otra, y la negra de espaldas a mi, tocando el piso con las manos. Yo mirando a los costados mientras tomaba de mi cuba libre como diciendo: “esto es perfectamente normal, en mi país es igual”. Era raro, porque podía ver a toda la gente adelante mío. Al toque mitad la negra me aburrió, mitad no sabía qué quería. Talvez solo quería bailar. Probablemente solo quería bailar, pero tampoco era clara. Si le hablaba no me entendía. Era bastante seca, pero igual estaba bailando conmigo. Muy raro. Volví a territorio familiar y me puse a bailar con las suecas. La que mejor me caía, y la más bonita era Charlotta. Cuando la saqué a bailar, me señaló a Susanne, y me dijo que estaba todo bien, que vaya para adelante. Le pregunté a la colorada, y me dijo lo mismo. La verdad es que no logro entender a las suecas. El primo sabe bien a qué me refiero. Bailé un rato con Susanne, despues por alguna razón nos separamos… no se, nada estaba claro. No se si es culpa de que ella sea sueca, de que yo haya estado borracho… no se.
Al toque me sacan a bailar 3 negras juntas. Yo ya no entendía nada. Me sentía un dandy. Decidí bailar con ellas, total. Al rato una me pide que le compre un trago. Le dije que no, y se fue. Me quedé bailando con las otras dos que eran buena onda. Les mostré mis exclusivos pasos de samba con movimiento de hombros y todo. Buen karma, buena noche, muchas risas, bailes, diversión sana.
Nos fuimos del boliche todos en un taxi, y a la pileta del hostel. Un pedo atroz, secandome con las estrellas, o lo que sea. Todos en la pile. Mucho frío. Fui al cuarto a buscar mi toalla, elementos de limpieza, y a darme una ducha. Charlotta entró en las duchas de mujeres y yo en las de hombres. Cuando abrí mi ducha se enfrió la de ella, así que como todo un caballero, apagué la ducha y me cagué de frío hasta que terminó. Afuera me pidió que le avise si Amanda estaba con Duby, porque no estaba en su cama.
Llegué al cuarto, y allí estaban los dos tortolitos dormidos. Me acosté en mi cama marinera con mucho esfuerzo para subir, y me dormí. Pocos minutos después me desperté porque Amanda estaba saliendo de la cama de Duby y abandonando el cuarto.
Al día siguiente dura resaca. Maldito ron de mala calidad. Maldito vino de mala calidad. Hasta el mediodía sintiendome como el ojete. Me clavé un alikal que ayudó bastante. Ya sintiéndome mejor, volvimos a Funky Munkey, otra pizza, otro intento por comprarle el cuadro del presidente de Zambia a la mina sin éxito, otra discusión con el trapito, y ahí para el orfanato…
Continuará…