Swakopmund #4

Tengo dolores en el cuerpo en partes que no sabía que existían. En serio.
Astillas en los pies, moretones, cortes, un dedo machucado por caerme de una cama marinera y pegarle una patada a una china en la caida… pobre china.

Pero ya llegaré a hoy. Nos tiramos a dormir una siesta en Swako, y conocimos a una chica que se parecía mucho a Golub (lo digo con cariño, claro). Era alemana pero vivía en Zimbabwe trabajando en una ONG. Tenía un aliento a ajo mortal y pronto tuvimos que alejarnos de ella y hablarle a 200 metros de distancia más o menos. Era copada igual… estabamos charlando con la luz apagada; Duby en su cama, yo en la mia, y Golub-Woman en el piso. Al rato entra Andreas, un alemán que conocimos en Windhoek y volvimos a ver en Swako de casualidad. Lo volvíamos loco con THAS IST PAPIERRRR, gritandole todo el tiempo eso. Pobre flaco. Qué pesados podemos ser cuando queremos. El flaco se fue a correr a la tarde, a hacer deporte, y lo cruzamos con el auto en la mitad de la ciudad y otra vez: THAS IST PAPIER. Debía pensar que lo perseguíamos. Decía que entró Andreas al cuarto, y sin ver a Golub-Woman tiró: “Are you having sex in here?”, pensando que nos hacía un chiste gay. Cuando prendió la luz, vio a la alemana ahí y le dio un toque de verguenza.

Andreas iba a hacer un asado en el hostel, y nos dijo que vayamos a comprar la carne y algo más de leña para el fuego. El super cerraba a las 19 hs, y nosotros estabamos lo más tranquilos a las 18:55 paseando por el hostel. Andreas se ponía un poco histérico por nuestra tranquilidad; quería que vayamos a comprar todo. Finalmente fuimos, compramos, volvimos, y le dejamos todo apoyado arriba de la mesa a Andreas, que estaba leyendo un libro. Conocimos a un inglés que nos contó que intentó ir ese mismo día a Etosha (nuestro próximo destino), pero que era imposible; que todas las rutas estaban destruidas. Agarró un mapa y empezó a marcar: “this one: gone; this one: gone”… “but what do you mean by gone?”, le preguntabamos, a lo que respondía: “doesn’t exist, gone, destroyed, not there”. Copado. El flaco estaba en auto y no en 4×4, pero insistía en que era imposible hacer ese camino con ningún medio de transporte: “el primer pozo tiene 1 metro y medio”. Genial.

Lo de la siesta con Golub-Woman y la entrada de Andreas viene ahora en realidad. Le tiramos toda la comida arriba de la mesa y nos fuimos a acostar, esperando que Andreas nos despierte con el asado listo. Un toque hijos de puta pero bueh, estabamos cansados.

Al rato vamos a la zona de la parrilla con Golub-Woman, y ahí estaba Andreas comiendose su pedazo de carne. Ni siquiera había puesto nuestra comida al fuego. Por lo menos estaba prendido. No entendíamos si se calentó porque lo dejamos ahí laburando solo, o si era una forma alemana de hacer asado: “cada uno por su cuenta…”. Pusimos nuestra carne, y fuimos a buscar nuestras botellas de agua al auto. No encontrabamos las llaves. Empezamos a desesperarnos poque no tenemos copia de las llaves, y estabamos a 500 km de donde lo habíamos alquilado. Buscamos por todas partes: patio, cocina, cuarto… nada. Empezamos a hacer memoria y recordamos que el inglés-La-Ruta-No-Existe-Mas las había usado para mostrarnos qué rutas no existían más. No sabíamos cómo preguntarle si las tenía él. Evidentemente si sabía que las tenía nos las hubiera dado. Ir y decirle: “a lo mejor te las metiste sin querer en el bolsillo” era un poco raro.

Finalmente fuimos a la zona de la parrilla y yo digo en voz alta: “todavía no encontramos las llaves…” a lo que el inglés contesta: “las dejé en la recepción”. La concha de tu madre.

Charlamos con Andreas, Golub-Woman, Inglés-La-Ruta-No-Existe-Mas y un finlandés que andaba dando vueltas por ahí copado. El inglés era medio facho nos parecía… mucha pinta de milico inglés, medio canchero, diciendo que siempre viajaba haciendo dedo, bla bla… era un pelado de unos 45 años… una de las mejores cenas del viaje, lejos. Buena carne en Namibia. Y de ahí a dormir tempranito.

Al día siguiente desayunamos, le gritamos THAS IST PAPIER a Andreas, cambiamos algo de plata, le devolvimos algo que nos prestó a Andreas, usamos internet, comiendo unas tortas de chocolate con coca-cola en el cyber (primer lujo del viaje). Duby se fue a un museo a ver el quarzo más grande del mundo, y a pasear por la playa.

Volvimos al hostel, hicimos unos fideos, le gritamos a Andreas THAS IST PAPIER, lo jodimos con la hermana preguntandole si estaba buena (ya mucha confianza a esta altura), almorzamos esos fideos…

En el hostel había una planilla basada en el trust system, en donde tenías que anotar las bebidas que consumías para pagarlas en el check out. Podías agarrar cuantas querías, pero confiaban en que las ibas a anotar. En eso somos honestos, pero no pudimos resistir la tentación de anotarle 968 CERVEZAS a Andreas en la planilla, con la leyenda al lado diciendo: THAS IST PAPIER.

Mientras Duby hacía los fideos yo me fui a cargar nafta y comprar un par de cosas en el super. Era la primera vez que manejaba solo en Namibia, y se sentía raro. Uno siempre siente el apoyo del otro cuando anda por ahí en Africa, pero estuvo bueno hacerlo yo solo… y darme cuenta que no pasaba nada. Obvio Swako es una ciudad recontra tranquila… mas alemana que alemania, pero igual.. entrar a una estación de servicio y que todos los grones desesperados empiecen a indicarte que te pares enfrente de su sutidor… eso es muy raro en el sur de africa… creemos que se llevan comisión por sus surtidores, porque se desesperan mal cuando te vas acercando. Despues te sacuden el auto para que entre más. Es de locos. En el super pelearse con los trapitos que te piden plata, o con los negros que te quieren vender una nuez con tu nombre… me gustó sentir que podía hacerlo solo.

Pocos minutos despues Duby me decía que nos hizo bien separarnos un rato. No porque nos estabamos llevando mal, en absoluto, sino porque los dos nos sentíamos mejor despues de haber hecho cosas por separado. Uno museo del quarzo, otro internet; uno cocinar, otro nafta y super…

Arrancamos camino a Etosha, muy concientes de los comentarios del inglés-La-Ruta-No-Existe-Más bla bla… el camino excelente, ningún problema. Creemos que el enfermo del inglés trazó una linea recta desde Swakopmund hasta Etosha y quiso hacer eso con un auto convencional. La verdad que no entendíamos. Arrancamos un poco hacia Windhoek para tomar el asfalto de la B1… y despues hacia el norte también por asfalto. El camino que cualquier persona con dos dedos de frente agarraría.

Fue un viaje excelente, ibamos los dos muy contentos. Nos había gustado haber disfrutado de la mañana. Generalmente veníamos madrugando, y saliendo cerca de las 6 am para los lugares, llegando demasiado cansados como para disfrutar. En este caso disfrutamos de Swako a la mañana, y salimos al mediodía, contentos. Llegar a la noche cansados estaba bien.

Estabamos nuevamente en la ruta. Todavía no habíamos sentido Africa como la habíamos imaginado. Realmente esto era una alemania con negros, muy extraño. Namibia es un país con 2 millones de personas, bastante grande. Imaginen (muy a ojo), un tercio de Argentina. Sería el equivalente a que en Argentina haya 6 millones de personas. Dicho así da la sensación que la única diferencia es la poca gente que uno ve en rutas o ciudades, pero eso implica muchísimas otras cosas: no puede haber transporte público para llevar a 2 personas por día… no hay forma de que rinda. No puede haber radios porque un alcance normal de una radio le llegaría a 50 personas… la capital, Windhoek, tiene 400 mil personas… la segunda ciudad más grande, Walvis Bay, tiene 56.000…

Paramos entonces, camino a Etosha, en un pueblo llamado Outjo, para pasar la noche. No se podía entrar a Etosha durante la noche por motivos leonísicos, elefantísticos y leopardísticos. Entramos a la ciudad y le apuntamos al hostel recomendado por la LP: cerrado. El de la estación de servicio de enfrente nos grita “closed. opens tomorrow”. Copado. Vimos un cartel de un B&B, y nos mandamos a preguntar. Pileta, alemanes dueños, lujo, carísimo. Ya estabamos a punto de abrir la carpa del techo de la 4×4 en cualquier parte, aunque nos daba un toque de cagazo… cuando chequeamos nuevamente la LP y vimos que a 1 km de Outjo volviendo sobre nuestras ruedas, había un camping bastante recomendado. Allí fuimos pues.

En la recepción conocimos a Miranda, una rubia de unos 21 años muy bonita, descendiente de alemanes. Nos cobró los 60 Namibian Dolars a cada uno (6 USD), y nos ubicamos en el sector camping. Otra vez armando la carpa de noche, pero ya estabamos por demás curtidos. Casi la armabamos automáticamente. Lista la carpa, nos fuimos al sector bar del camping/lodge. El lugar era un lujo: cabañas excelentes alrededor de una pileta, todo madera laqueada… ¿Africa?

Nos pedimos una cerveza cada una. En el bar eran todos blancos y hablaban en alemán. Tanto los de nuestro lado de la barra como los del otro. Del lado clientes, habían unos 4 flacos y una mina parecida a Anita. Del otro, un gordo grandote y Miranda. Hablaban con mucha confianza entre bartenders y clientes. Parecían amigos. Empezamos a charlar con Miranda. Buena onda. Decía que se quería ir de ese pueblo de mierda, de Outjo, que era aburrido. Yo llegué a la conclusión que el gordo de al lado no era el novio; probablemente el hermano. Nos dijo que no era la dueña del lugar, pero sospechamos que sí lo era. Al menos los padres. Dijo que se postuló para ir a trabajar a USA pero la rechazaron. No debe ser fácil para una mina de Namibia ir a USA. Ahí le saltamos con el chamuyo de Dani Zelmann: “We have a friend.. .his job is to send people to the states to work… perhaps he can find you something there”. Nos dejó el mail… De alguna forma Duby empezó a tirarle onda, yo me pedí otra cerveza, y Duby le preguntó si quería venir a cenar con nosotros, que eramos grandes cocineros. Nos dijo que había quedado para cenar con sus amigos, y señaló a los que estaban de nuestro lado de la barra. Después le preguntó si podían ir a dar una vuelta, y se fueron a caminar. Me quedé yo con el grupo de alemanotes que se preguntaban qué carajo estaba pasando, por qué su amiga Miranda se había ido a dar una vuelta con un sudaca. Yo ahí con cara de poker sin saber qué decir. Me puse a mirar las fotos y después a filmar sus caras de “qué está pasando?”. La que se parecía a Anita estaba con el novio pero no paraba de mirar para nuestro lado. Si bien yo iba por mi segunda cerveza, creo que no fue mi imaginación. Anita le dice a su novio: “che, loco, andá a chequear qué pasa con miranda que no vuelve”, o al menos eso interpreté yo. El novio se levanta haciendose el machote, y antes de que vuelva llegan Miranda con Duby. No había pasado nada, ella estaba de novia. Por dios, qué olor tienen estos flacos. En el cyber no se puede estar, posta. Es tremendo. Tengo una gorda al lado que se debe bañar con mierda de cuervo.

Saludamos a todos alegremente, como mejores amigos, y nos fuimos al sector carpa. Yo estaba un tanto afectado por las cervecitas, y cuando pasa eso siempre pinta omelette. Duby no podía entender cómo tenía fuerzas para hacer con ese cansancio, y a esa hora (debían ser las 22 hs, pero parecían las 3 am) una omelette. Apareció un segurata de por ahí, que siempre estaba alrededor nuestro y no entendíamos si nos cuidaba a nosotros, o si cuidaba al lugar DE nosotros. Le pregunté si quería omelette y me dijo tímidamente que sí. Tardé basante en hacerla con nuestra garrafa de gas, en una sartén chiquita con mucho huevo. Cuando terminé el segurata no estaba más por ahí, y nos bajamos la omelette entera enre Duby y yo. Nos fuimos a acostar, y al lado de nuestra carpa, sobre un banco, dormía nuestro segurata personal. Dormí maso… frío, calor. Al segurata le agarró un ataque de tos en un momento que no podía parar, y no me pude dormir hasta que se alejó tosiendo. Al rato volvió y le empezó a sonar el Handy, llamandolo por su nombre… lo repetían incesantemente pero creo que el flaco estaba dormido y no lo escuchaba. Más tarde creo que otro segurata se acercó y se pusieron a hablar al lado de nuestra carpa. Duby durmió joya.

A las 6 am nos levantamos, aún de noche, desarmamos la carpa, hicimos un te con galletitas, que convidamos a los seguratas (muy contentos ellos), y salimos hacia Etosha. Eran unos 100 kilómetros nada más, mirando el amanecer mientras escuchabamos “está saliendo el sol / que es sin duda mi dios…”. Excelente viaje. La ruta es mágica.

Por fin carteles indicando Etosha… Namibia es un país raro. Ni siquiera los destinos más solicitados tienen indicaciones. Llegamos, y en la puerta tuvimos que completar un formulario con la hora de entrada, patente del auto, cantidad de ocupantes, etc. Buena onda el tipo de la puerta. Ya estabamos dentro del parque, y en cualquier momento podríamos cruzarnos con un león, una hiena, una girafa. Teníamos completamente prohibido bajar del auto. Estabamos en Africa.

Nos acercamos al primer camping, y pagamos por recorrer el parque (sin pagar aún el alojamiento). Salimos a pasear con el auto. Las únicas zonas seguras, en las que se puede caminar, son los campings. Hay 3 campings a una distancia de 70 kilómetros cada uno. Fuera de los campings (que están en el medio del parque) sólo se puede andar dentro de la seguridad de tu 4×4.

Paseamos por el parque bajo la lluvia, y nos sorprendía ver a todos los animales completamente quietos, como si se tratase de un cuadro… como paralizados. Muy raro. Esa mañana (entramos al parque a las 7:40) vimos Bambis (los odiamos, si tuviesemos ametralladoras los habriamos matado a todos), Antílopes, un animal típico de Namibia y Jirafas. Lo único groso fueron las Jirafas, de las cuales vimos varias. Son una masa. A los Bambis los queríamos cagar a tiros porque de lejos nos confundían y pensabamos que podían ser leones. Seguimos recorriendo bajo la lluvia, viendo los animales paralizados, siniendo que no iba a parar de llover por meses (cielo negro), cuando empezó a clarear e increiblemente 10 minutos después nos acompañaba un cielo celeste, y los animales volvían a la vida.

To be continued…

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