Tres Días y Ni Un Tiro #2

Esto es un fiasco. Tres días y ni un tiro.

A veces pensamos que vamos a tener suerte cuando vemos pasar una moto sospechosa y nos mira. Creemos “por fin llegó el momento de demostrar para qué sirvió ver tantas veces las películas de Indiana Jones”, pero nunca pasa nada.
Así que eso, tres días y ni un tiro.
Igual hoy me recuerda Zetu que pasó algo. Estabamos en la Ciudad Vieja de Cartagena, caminando tranquilos, y vemos una 4×4 que sube una de sus ruedas al doblar (las calles y veredas son muy angostas) sobre la banquina, la rueda cae cuando termina de doblar, y sigue adelante, con el baúl gigante abierto (la patente no se veía). A todo esto un milico empieza a tocar el silbato para que pare, varias veces. Despues agarró el Handy y llamó a otro patrullero para que lo persiga. Pero no hubieron tiros.
Les sigo contando de Bogotá mejor.
Ahí en el patiecito del PlatyPus (el hostel) conocimos a esta gente. Con Andrea nos fuimos a dar una vuelta. Ella había nacido en Bogotá, y se había ido a vivir a los 18 a Israel, así que nos servía de guía. Caminamos unas cuadras, en las cuales nos contó que en Amsterdam fumó mucho porro en un Cofee Shop, y vió a un tipo levitar con las piernas cruzadas. Puta drogadicta, le dijimos, pero ella aseguró que era cierto. Hasta le sacó una foto para verla despues y constatar si era cierto. Me mostró la foto, y por lo que ví, es cierto. El tipo está con las piernas cruzadas como se sientan los hippies, con un bastón a su lado, levitando como un metro. Bueno, mientras nos contaba esto nos dijo si queríamos fumar de su porro, que tenía en el hostel. Volvimos caminando las dos cuadras que habíamos hecho mientras nos contaba esta historia, con Zetu picamos el faso, mientras charlabamos con Jason, un canadiense que acababamos de conocer en el cuarto de Andrea. Canadiense copado que cumplía 32 al día siguiente. Terminamos de picar, Andrea lo armó, y salimos a caminar nuevamente, esta vez con las incorporaciones de Tal y de Lotan (dos israelíes). Ninguno de ellos fumaba porro. Lotan nos dijo que nunca había probado ninguna droga que no sea tabaco. Es la cuarta persona de entre 20 y 30 que conozco que nunca probó el porro, junto con Gato, Mumo y Paco de la Fuc (que coge sillas, así que no tira ninguna piedra).
Fumamos. Caminamos mucho, hablamos de cualquier cosa. Me gustaba leer grafitis e interpretar qué querían decir, porque no estaban del todo claros. Probablemente las interpretaciones sean más copadas que lo que realmente decían; o no, nunca lo sabré. Caminamos por La Candelaria, el barrio donde quedaba nuestro hostel. Una especie de San Telmo, barrio bohemio, casitas pintorescas pintaditas, charcos de agua de las cloacas corriendo por las aguas como ríos cristalinos, etc. Lo que sí, muy limpio, mucho más limpio que San Telmo.
Le pregunté a un tachero volviendo de la Zona Rosa (supuestamente una especie de Palermo colombiano) cómo hacían con la basura en Bogotá, y me dijo que cada edificio dejaba su basura en un depósito propio del edificio, por el cual el camión pasaba a buscarla. No entendí bien cómo alcanzaban con el tiempo para hacer esto. Probablemente cuentan con más camiones, no se.
Bueno, caminamos por el barrio, fuimos a la Avenida 7, o séptima, y pintó el hambre frente el restaurante Kokorikos, algo medio yanqui, pero limpio, y las fotos de la comida estaban buenas. Me pedí un arroz con pollo, Zetu unas papas francesas con queso (papas fritas con queso derretido) y despues un helado, y el resto de la gente no les voy a contar, porque qué carajo les importa. Tal no hablaba mucho, apenas manejaba el castellano, y no pintó hablar en inglés con el flaco, pero parecía copado, creo que su vieja lo quería. Aquel, Lotan, era una masa, despues les cuento más. Obviamente, los dos llevaban 32 meses a la enésima potencia viajando, como todos los mochileros que uno se cruza, malditos sean, cabrón hijo puta maricón.
Comimos y volvimos al hostel, bastante enloquecidos aún. Nos servimos unos cafés, y a mi me asombraba observar cuando tiempo antes teníamos que empezar a aspirar para no quemarnos. Es decir, si los labios tocan el café hirviendo y uno no está aspirando, te quemás, pero al estar en ese estado, empezabamos a aspirar mucho antes. Germán, el dueño del hostel, una verdadera masa, nos invitó a cenar. Dijo que a las 19 había Tamales para cenar, y prácticamente nos dijo que agarremos todas las cervezas de la heladera que querramos. No fue tan así, pero siempre que ibamos a buscar… bueno, a ver… el sistema es tipo “trust system”, uno agarra una botella de la heladera, y anota en una hoja arriba de la heladera que la agarró, con palitos vas marcando cuantas. Así despues cuando hacés el check out te van anotando. Pero siempre que ibamos a agarrar una, Germán, ( el dueño del hostel, una masa) decía que era navidad y que agarremos sin anotar. Hubo una sola vez que lo agarré desprevenido y pude anotarme una cerveza en la cuenta.
Dormimos una siestita, me entré a bañar, despues Zetu, y nos comimos los tamales (yo, porque zetu no come esas cosas y se murió de hambre). Un tamal es como… agarrás las hojas del plátano, verdes, gigantes (el plátano no es como la banana de allá, sino mucho más grande), agarrás esas hojas, y formas como una bolsa de hojas, y adentro ponés no se qué, con no se qué, con no se qué. Creo que es arroz, pero alguien me dijo hígado de no se qué (ahí no pregunté más), también tiene pollo, y alguien me dijo que entre todo eso había tambien cerdo. La cosa es que cierran esa “bolsa” formada por hojas de plátano con un hilo, y la meten en agua hirviendo; de esta forma se hierve todo lo que está dentro, saborizado con las hojas de plátano. Esa mañana yo había desayunado eso por recomendación de la mina del restaurante y una pareja de comensales, así que no estaba seguro de querer repetir para la cena, pero Germán invitaba, y me senté en una mesa con 20 tamales, 3 ingleses (que me dijeron que nos regalan las Malvinas, que ellos firman lo que nosotros querramos), una colombiana, un israelí, 3 yanquis, una canadiense, dos collombianos, más yanquis, canadienses, australianos, etc. Esto era la noche de navidad, 24 de Diciembre. La mayoría de estos / estas yanquis, venían de hacer trabajos sociales en sudamérica, para sentirse buenos. Se sentían buenos. Seguramente eran buenos. ¿quién sabe la diferencia?. ¿Tonto es el que tonterías hace?
Terminamos de comer, y abrimos una botella de ron que habíamos comprado. Es importante remarcar que cuando llegamos al aeropuerto de Colombia con Zetu cambiamos 30 dólares nada más, porque siempre te cagan con el cambio en los aeropuertos. Estuvimos muy boludos, porque era domingo (todos los bancos cerrados) y al día siguiente feriado (por navidad), así que no teníamos un mango. Por lo tanto, nuestro amigo Lotan nos prestó 60.000 pesos colombianos (30 dólares). Tomamos ron, y descubrimos lo gracioso que puede ser un israelí borracho. Lotan nos confesó un calificativo que usan para definir a una mujer muy fea: “Shoá”, así que nos la pasamos toda la noche usándolo (cuando correspondía). Bueno, era navidad, así que muchas pilas, a tomar ron, con las cervezas de Germán, con mis antibióticos (nunca bajé tantas pastillas de Amoxidal Duo con alcohol, dios). Anginas. Ya no tomo más antibióticos. Al rato salimos a buscar fiestas. Caminamos por toda La Candelaria (de punta a punta, habremos caminado unos 300 kilometros). Tremendo, no encontrabamos nada en la noche de navidad!, no lo podíamos creer. Andrea era nuestra líder, una especie de pendeja pelotuda que ya odiabamos, pero la seguíamos a todas partes porque se suponía que conocía la zona. Eramos un grupo grande. Ella estaba bastante fumada, parece. Le preguntaba a todos los tacheros que se cruzaba, o milicos con armas gigantes, dónde había joda, si en la Zona Rosa, si en el Parque 93, ahí en La Candelaria, pero parece que nada. De alguna parte salió un folleto de una fiesta en esa noche. Buscando la calle habremos caminado otras 300 cuadras, siguiendo a la pendeja estúpida esta, que estaba más fumada que Dazo. Lo gracioso es que las calles de Bogotá tienen números, por lo tanto suponemos que no debe ser difícil orientarse. Si el número sube, y queres ir a un número más alto, tenés que seguir caminando en esa dirección, y sino dar la vuelta. Ninguno de nosotros tenía ganas de agarrar el folleto y ponerse a ver para qué lado ir, y confiabamos en la boluda esta. Despues de 1 hora de caminar llegamos al boliche este, que estaba vacío (1 de la mañana), completamente vacío, sin música. Dijeron que ya iba a arrancar y que iba a durar hasta las 8 de la mañana, pero la imagen era patética, unos pendejitos en la puerta tratando de organizar una fiesta de navidad como si fuese el cumpleaños de mi primito recién nacido Eitán Ariel. Despues nos fuimos de vuelta al hostel, a descansar y disfrutar del día siguiente.
Despertamos el 25 de Diciembre, día del cumple de Nati. Yo me di una ducha, y cuando salí me lo encontré a Lotan que nos dijo de ir al cerro Monserrate, que tiene arriba una Catedral. Se puede subir por teleférico, o caminando (una caminata en subida constante de cerca de una hora). Nos esperaron mientras nos comprabamos unas bananas, yogures, panes y queso para desayunar (todos se habían despertado antes que nosotros) y luego subir al cerro…..
Mañana sigo.
Abrazos.
Pablo.

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *