Monserrate y la Zona Negra (Bogotá) #3

Bueno, entonces…
Compramos dos bananas. Yo pensé que eran las dos para mi, asi que compre una grande y una chica. Me comi la grande, y resulta que Zetu queria la otra, asi que quede como el mas garca por comerme la banana gigante y dejarle la chiquita a Zetu. Tambien me compre un yogur, y un jugo de naranja (no me acuerdo la marca, pero recuerdo que el guia que nos llevo arriba de una montaña en el lago de Atitlan al primo y a mi, nos habia convidado de ese jugo en un momento en el que creiamos que nos ibamos a morir, por lo tanto lo recordaba como el mejor jugo del universo). Finalmente resulto ser bastante fulero.

Nos esperaban unos cuantos para salir en la caminata: Andrea, Lotan, los dos alemanes (ni idea del nombre), uno que no se si era gringo o canadiense, pero tenia uno de esos sombreros grandes de cowboy blancos que solo los gringos usan (pero este a lo mejor era canadiense), una yanqui de Massachusets llamada Libia, y nosotros dos. Creo que nadie mas. A lo mejor me olvido de alguno, pero ese probablemente se lo merezca.

Salimos. Caminamos. Andrea, a quien califiqué como Johanita, porque sentiamos que estabamos siguiendo a una pendeja estupida, que era como nuestra lider. Sabiamos que era una pendeja estupida, pero conocia la ciudad, asi que la seguiamos. Bueno che, hubo gente que siguio a Hitler porque conocia Munich. Teniamos la opcion de subir por teleferico, pero preferimos hacer un poco de ejercicio. Mucha gente subia con nosotros al cerro Monserrate, muchos colombianos, quiero decir. Yo creia que era por navidad, como una peregrinacion, porque arriba hay una catedral. Subia mucha gente descalza. Andrea nos dijo que esa cantidad de gente subia todos los domingos, no solo por ser navidad, pero para mi la mitad de las cosas que decia Andrea eran estupideces, y la otra mitad pelotudeces. Caminaban adelante Andrea, Lotan y el canadiense, y mas retrasados Libia, parejita de alemanes, Zetu y yo. No conversabamos mucho, intentabamos guardar energias para llegar rapido y bien arriba.  Era loco ver a esa gente sacrificandose subiendo descalza.

Ya arriba, nos sentamos en las escaleras de la catedral, despues caminamos un poco por ahi, nos comimos un choclo asado, disfrutamos de la vista de la ciudad, y comenzamos el descenso, en el cual tuvimos oportunidad de conocer un poco mas a la gente con la que habiamos emprendido la travesia. De los alemanes no sabemos mucho, solo que no entendian un carajo de lo que deciamos. Les haciamos chistes y se quedaban quietos, impacibles, no se… eran raros, pero copados. Trataban de relacionarse pero les costaba. Yo les hablaba en aleman, diciendoles cosas a favor de Lufthansa, Wolksvagen Golf Balbastro, Hitler, etc… pero no respondian. Tenian buena onda los pibes, tipo 19 años. De Andrea y de Lotan creo que ya les hable. O de Lotan quizas no. Habia hecho 4 años de ejercito, y se habia ido de viaje, como todos los israelies. Nos dijo que los israelies tienen 3 o 4 “olas”, es decir, circuitos de recorrido. Algunos arrancan en Ushuaia, y van subiendo, otros en Mexico, etc… entonces casi siempre se cruzan con la misma gente porque hacen el mismo recorrido. El flaco medio que no sabia que hacer con su vida, porque con 24 años habia terminado el ejercito y no habia empezado ninguna carrera. Eso le pasa a todos los israelies, le diria Andrea en determinado momento, lo cual es cierto.

Creo que la mas interesante del grupo era Libia, o la mas rara, segun el calificativo que quieran emplear. Tenia 20 años, estudiaba genètica, y estaba trabajando en Cali (se tomo unos dias de vacaciones en Bogota) llevando a la practica algo con plantaciones. Le interesaba ver como habian llegado nuestras familias a la argentina; dijo que queria estudiar arabe porque tiene un compañero de laburo que es libanés, quien tiene un cuadro grande con una foto del líbano que abajo dice: “Lebanon: the city that never surrenders”. Queria penetrar en ese mundo, en el mundo de su compañero de laburo (no se si no era el jefe o algo asi), en el mundo del cuadro. Tenia todas estas concepciones raras de conocer mundos nuevos, de las puertas que abren los idiomas. Me pregunto qué idioma me abrió mas mundos. Del punto de vista de los viajes, por supuesto seria el ingles. Hablaba muy bien el español. La primera vez que la vi subiendo la montaña con los pantalones un tanto cortos, medias verdes fosforescentes, anteojitos, el pelo muy corto, me pareció una mina muy rara, una nerd, la verdad. A Zetu le pareció una lesbiana. Despues empezamos a hablar y era todo un personaje. Nos pregunto que diferencia habia entre Argentina y Colombia, le interesaban todas estas cosas, idiosincracias, relaciones interculturales, etc. No se cómo llegamos a hablar de la globalizacion, de las fronteras, etc. Me dijo que habian tantas preguntas para las cuales no tenia respuestas, le dije que habian tantas preguntas para las cuales nadie tenia respuestas. Me preguntó si ibamos a comer juntos, y la verdad es que no supe si se refería a todos o a nosotros dos.

Esperamos al resto y empezamos a buscar un lugar para almorzar. Libia no tenía plata, y Lotan le dijo que le prestaba. Ya nos había prestado una fortuna a nosotros que no encontrabamos ningún lugar para cambiar por ser feriado. Nos cruzamos con 6 israelíes en una esquina, y Lotan les preguntó por lugares para comer. Ya veníamos caminando como media hora buscando un lugar abierto y estaba todo recontra cerrado por el feriado. Insoportable. Los israelíes nos dijeron que vayamos a un hostel que estaba a 1 cuadra. Lotan y Andrea (el israelí y la que vive en Israel hace 5 años) no querían ir a ese hostel. Lotan lo señaló como un lugar en donde los israelíes se la pasan tomando merca, que es una cagada. Algunos estabamos muertos de hambre, y no nos importaba ver a algunos israelíes tomando merca, podía ser raro pero interesante. Fuimos para ahí. El hostel estaba desierto. Todas las habitaciones de 3 pisos daban a un patio de unos 5 x 5 metros, en donde nos sentamos a esperar que Lotan resolviera la situación. Despues entramos a un living muy sucio, asqueroso, con sillones sucios, piso sucio, paredes sucias, y salió una mina sucia de la cocina que dijo que podía hacernos unos pollos sucios al horno con papas sucias, pero que estaban crudos e iban sucios a tardar. Nos fuimos sucios. Seguimos caminando y buscando lugares.
Alguno propuso de ir a Mc Donalds, y yo dije que prefería no ir, que me daba bastante asco. De todas formas empezamos a caminar en ese sentido buscando otro lugar, y Libia, la hippie asustada, dijo que ella no iba a Mc Donalds. Caminamos, y encontramos un lugar llamado Del Rodeo, que era, seamos francos, igual a Mc Donalds pero colombiano. Servian hamburguesas, fritas, y tenian carteles tipo Mc Donalds, todo muy marquetinero. Libia dijo que no iba a comer ahí. Yo me moría de hambre, y la verdad es que necesitaba sentarme despues de haber caminado tanto, pero a Zetu tampoco lo convencía comer otra vez papas fritas. Se quedaron ahí Lotan y los alemanes, y seguimos viaje Libia, Andrea, Zetu y yo. Nos cruzamos con otro lugar, a mi me gustó… digamos un 7 de puntaje de mochilero hambriento. Pero a Zetu y Andrea no les gustó. Mientras decidiamos si entrabamos o no, Libia dijo que se iba al supermercado a comprar cosas ahi, que no iba a comer en este lugar. Le dije que espere a ver si comiamos ahi, o si seguiamos con ella, pero decidio irse antes. Nosotros seguimos, y a la vuelta encontramos un lugar buenisimo.

Servian comidas corrientes (un plato con arroz, frijoles, ensalada, platano frito, y no se que mas, y aparte podias pedir carne, o pollo o pescado). Es como el Prato Feito de Brasil, para los que lo conocen. Costaba 4000 (2 dólares) e incluía una bebida. Espectacular. Comimos de puta madre, hasta nos dimos el lujo de dejar cosas en el plato. Ah, tambien traía una sopa antes de la comida. Charlamos de todo un poco, la jodimos bastante a Andrea (es increible cómo despues de solo un dia de pasar tanto tiempo con una persona, uno ya tiene esa confianza). Igual creo que se dio cuenta que no nos la bancabamos mucho porque la jodiamos medio que demasiado.

Ya en el hostel, me senté un rato en internet. Se acercó Jason, el canadiense, y me preguntó si queriamos ir a cenar con él por su cumple. Ah, me había olvidado que Jason también subió con nosotros a la montaña de Monserrate, pero lo perdimos arriba y bajamos sin él. Bueno, le dije que sí ibamos a cenar por su cumple. Terminé de escribir unos mails, y lo fui a despertar a Zetu, que se mostraba reticente a concurrir a la cena con todos los inglesohablantes. Prefería quedarse haciendo noni. Yo tenia ganas, pero por otra parte tenia un poco de sueño. Ah, y no teníamos un mango, no nos quedaba prácticamente nada, hasta el otro día a la mañana que abría el banco. Le dije a Jason que no ibamos.

Dormimos una siestita, y cuando nos despertamos le dijimos a Lotan de ir a comer. Buscamos por todo La Candelaria por algún lugar. Caminamos hasta la septima avenida, despues hasta la 19, y seguimos caminando pero estaba todo absolutamente cerrado. Lotan puteaba: “Esta ciudad es un cementerio, es una mierda Bogotá”. Era gracioso escucharlo putear en castellano. La verdad es que tenía razón, no podíamos entender cómo podía estar todo absolutamente cerrado. Nos contó que muchos muchos israelíes lo que hacen cuando vienen a Cartagena, es alquilar una “villa”, como una casa muy grande entre varios, y levantarse todos los dias a las 5 pm, ir a buscar putas, a las que las llevan sin pagarles pero convidandoles mucha merca, se drogan mucho, no paran de cogerse putas, y duermen hasta el otro día a las 5 pm. Muy loco.

Por fin encontramos una pizzeria, nos acercamos, y el de limpieza que estaba en la puerta nos dijo: “no hay servicio”. Cruzamos enfrente, a una sandwichería, y la mina que atendía nos dijo: “me quedan solo esas 3 empanadas”. Pero la reputa madre que te recontra requeteremil parió hija de mil puta la concha de tu madre. No se lo dijimos. Lo convencimos a Lotan de ir a la Zona Rosa. Necesitabamos conocer, porque al dia siguiente teniamos nuestro vuelo a Cartagena, y no nos queriamos ir de Bogotá sin conocer la Zona Rosa o el Parque 93. Lotan no queria porque tenia para un par de dias mas en Bogota, e iba a tener tiempo de conocer esos lugares durante el dia, algun dia que no sea feriado. Pero bueh, al final lo convencimos. Nos tomamos un taxi diciendo: “listo, va a ser como ir a Palermo, barcitos, palermo hollywood, lindas chicas, lindos tragos, fiesta, comida”. El tachero iba a los pedos, pasando semaforos en rojo. Yo corri mis piernas y las acerque a las de zetu que se sentaba al lado mio para no quedarme paralitico si lo chocaban de costado. Encima de ir a los pedos pasando semaforos en rojo, iba escribiendo mensajes de texto y comiendose una empanada de las 3 que le quedaban a la mina en la sandwicheria esa. Dio varias vueltas antes de dejarnos en donde le habiamos pedido. Le habiamos dicho en la 85 y la 13, y en todo el viaje nos preguntaba “en la 83 y la 15?”, nosotros lo corregiamos, y al rato volvia a preguntar lo mismo. Puto sudaca descerebrado. Al final paró el taxi y nos dijo: “listo, estamos en la 83 y la 15”. Le dijimos: “en este caso el orden de los factores sí altera el producto”, así que con esa simple frase le hicimos entender que si bien 85 + 13 = 83 + 15, no es igual en el mundo físico que te deje en la 85 y 13 que en la 83 y la 15.  Así que dio un par de vueltas y nos dejó en una nueva parte del cementerio que era aquella noche Bogotá. A una cuadra de donde nos dejó había una pizzeria, a la cual nos acercamos y nos dijeron “No hay servicio”. Pero la puta madre, para qué tenés una pizzeria si no servís pizza a las 22.30 hs. Cruzamos la calle y nos encontramos con LA MISMA CADENA DE SANDWICHES que estaba en esa avenida de La Candelaria donde le quedaban 3 empanadas, con la diferencia que aca tenia algunos sandwiches (no le quedaba ni tomate, ni lechuga). Se podia pedir un sandwich de queso, pavita, cordero. Asi que la zafamos, pero fue muy loco tomarnos un taxi de lo que serian unos 15 pesos argentinos para comer en, digamos, el mismo lugar que antes de tomarnos el taxi. La Zona Rosa estaba muerta. Lotan la llamaba la Zona Negra. Despues de los sandwiches caminamos un poco, y encontramos, milagro, un barcito con algo de gente abierto. Nos tomamos una jarra de litro y medio entre los tres, de una cerveza roja que estaba muy rica, mientras mirabamos un partido de futbol americano, los NY Jets contra Miami. Lotan nos explicaba las reglas, y cada vez que un tipo salia corriendo con la pelota y corria unas cuantas “yardas” aplaudía, junto con otras personas de este bar. Fue una experiencia copada, aprendí algo, y hasta llegué a emocionarme como Lotan cuando un tipo empezaba a correr esquivando a otros tipos con la pelota en la mano.

De ahí taxi al hostel, y a dormir, muy cansados. Esa noche no dormimos mucho, porque nos daba miedo quedarnos dormidos, y perdernos el avión a Cartagena, y quedarnos en Bogotá que era realmente un cementerio, si bien la habíamos pasado muy bien por la gente que conocimos. Así que cada tanto me levantaba, y salía al patio del hostel a ver si un poco de luz alcanzaba a mi reloj para ver qué hora era y cuánto faltaba para el vuelo. Zetu me dijo al otro día que él hacía lo mismo, igual de nervioso. Teníamos puesto el despertador de su celu y el de mi reloj, pero por las dudas. Al otro día temprano, duchita, y a buscar el banco con el mejor cambio. No teníamos tiempo de desayunar.
Despues de entrar a 3 o 4 bancos, nos dimos cuenta que cuando nos decían: “hace un tiempo que los bancos no cambian mas dolares, ahora sólo lo hacen las casas de cambio”, decían la verdad. Así que empezamos a buscar casas de cambio. En la tercera que entramos encontramos el mejor cambio de 1 DOLAR = 2180 PESOS COLOMBIANOS. Cambiamos como 400 dólares, y volvimos al hostel. Pagamos nuestras deudas al hostel y a Lotan, nos despedimos de todos, y seguimos viaje. Nos tomamos un taxi en la esquina, y le dijimos al tachero que por favor rápido al aeropuerto. En 10 minutos ya habíamos llegado, con gran destreza demostrada por nuestro chofer. Es jodido, porque en Bogotá los taximetros no marcan la plata que uno tiene que pagar, sino un número que despues hay que chequear contra una planilla cuánto hay que pagar, pero el chofer sólo es el que mira esa planilla. Cualquiera. Por lo tanto nos rompió el culo, y de boludos no nos quejamos. Habrá sido un viaje de 10 o 15 minutos y nos cobró unos 10 dólares.

Hicimos el check in en Avianca. No se cómo terminamos hablando de qué significaba en castellano “boludo”, y qué significaba en colombiano “marica” con la mina del check in de Avianca. Tenía buena onda.

Nos fuimos a dunkin donuts, desayunamos bien. Yo me pedí el capuccino sin canela, que no me gusta. Embarcamos, esta vez con más tiempo para que no nos pase lo de Buenos Aires. El viaje fue agradable, sin sorpresas. Ya en el aeropuerto de Cartagena se sentía el calorcito de mar, el aroma, un placer.

Continuará…

Abrazos!

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