Dios. Ruta 66 en moto.
Año nuevo en Nueva York, despues descapotable a lo Thelma & Louise y Ruta 66 hasta California… ooooooooOOOOOOOHHHHHH… dios.
Llegué a Manizales, junto con 3 chicos con cara de sudacas pero que hablaban en un inglés perfecto. Me bajé del micro, y los vi entrar antes que yo a la estación, que aparentemente había que atravesar para llegar a donde se toman los taxis. En ese momento se me activó el trigger de individualismo, y salí disparado bordeando toda la estación de autobuses, con la intención de llegar antes que ellos al taxi, y por consiguiente antes que ellos al hostel. La idea era no quedarme sin lugar. No tengo idea si conseguí llegar antes que ellos. Se que tardé demasiado porque bordeando la estación me encontré con un alambre de puas, despues con un perro ovejero alemán y un dogo argentino, despues tuve que preguntarle a Hans que recién volvía de Irak cómo salir de la puta estación que ya me estaba haciendo perder la paciencia, hasta que pude salir y tomarme un taxi.
El tachero era rarísimo. A todo lo que me decía agregaba al final “Oís?”. Me trataba de usted, pero al final siempre agregaba el “Oís?”, preguntándolo de una forma muy extraña. Me contó que los caballos de la policía eran importados, y que los caballos de las carretas eran colombianos y desnutridos. Despues me dio vueltas por todo el barrio donde se suponía que estaba el hostel. Las calles en Colombia son de locos, no se orientan ni los tacheros. La cosa creo que es más o menos así: supongamos que Cabildo es la Carrera 10. Entonces… Cabildo, entre Juramento y Echeverría, es la 10, entre Echeverría y Sucre es la 11, y entre Sucre y Pampa es la 12. O sea, la calle cambia de nombre a medida que uno sube. Muy loco. Bueno, el tachero en parte se perdió, y en parte daba vueltas para cobrarme más. La tarífa del taxímetro no era tan alta, y la verdad es que me divertía charlar con el tipo y ver lo que la gente le contestaba cuando preguntaba por una calle. En una un viejo con sombrero de cowboy se acercó y me preguntó de dónde venía. Cuando le dije de Argentina me contó toda la historia de su familia, que tiene un cuñado segundo que vive en Argentina al lado de la cancha de polo. Estuvo cerca de 5 minutos hablándome mientras el taxímetro seguía contando. Poco a poco fui dándome cuenta de qué trataba este pueblo. La policía no sabía ni siquiera en qué calle estaban ellos, y mucho menos podían indicarnos para qué lado ir. Dimos vueltas por la misma manzana como 10 veces. Poco a poco fui sintiendo que estaba en la aldea de Asterix; que Manizales era un pueblo que resiste ahora y siempre al invasor. Era interesante tener esta concepción, y por unas horas, a cada lugar que iba, le asignaba una locura diferente a la gente. A lo mejor no estaban todos locos, pero yo ya estaba convencido de que lo estaban y me divertía con esto.
Encontramos el hostel, el Mountain House. La puerta se abrió y vi a 3 muchachos jóvenes (que probablemente eran los 3 yanquis, pero ni les miré las caras) a quienes la administradora les decía: “no hay lugar”. Cagué, pensé. Enseguida pregunté si había lugar y me dijeron que sí. Supongo que tenían una cama pero no tres. La administradora entonces me acompañó a mi cuarto, luego me mostró las instalaciones (idénticas a las del Palm Tree Hostel): la hamaca paraguaya al lado de la computadora, los carteles en baño, living y cuartos, la sala de la tele con los colchones en el piso. Todo igual. Salvo que había que pagar por internet, y no había huevos y jugo gratis para el desayuno.
Dejé las cosas, y salí a almorzar. Ya eran como las 3 de la tarde, y necesitaba encontrar internet para avisarle a Iary en qué hostel estaba. A las 15.30 salía su micro. Caminé bastante hasta encontrar un internet. Estaba lleno, y me dijeron que tenía que esperar como 10 minutos. Tenía bastante hambre, y Iary ya debía estar en el micro, así que salí a comer con intenciones de escribirle el mail despues para que él lo lea cuando llegue a Manizales. Ningún lugar me convencía. Terminé entrando en uno que tampoco me convencía, muy grande, como si fuese un restaurante de una cadena pero sin cadena. Como el eslabón de una cadena sin que exista cadena. ¿¿¿Un eslabón de cadena sin cadena, sigue llamándose eslabón???. Eslabón de lujo. Bueh, me pedí un sandwiche de pollo diminuto. Seguía con hambre. Me atendía un mozo colombiano que tenía una cara de italiano que se caía. Parecía el narigón de Los Sopranos, el sobrino de Tony. Así: alto, flaco, narigón, cara de tano tano. Gestos de tano. No me pareció muy agradable el tipo, pero bueh. Es comida. Despues me pedí el típico plato colombiano que ya me tenía podrido: arroz, frijoles, pollo. Esta vez el pollo vino frito, como empanado (milanesa), pero con los huesos adentro. Dificilísimo de comer, porque no sabés si abajo de la milanesa hay carne o hueso. Putos yanquis y sus costumbres fritas. Viva Bush.
Salí de ahí y me fui al hostel. Me tiré a dormir una siesta, y llegó Iary. Ah, me había rebotado los mails que le mandé. Entendí mal su letra. Les mandé un mail a las cordobesas para que me pasen su mail, pero no llegué a leer su respuesta para escribirle a Iary. De todas formas se vino para el Mountain House y nos reencontramos.
Creo que esa primer noche fuimos a cenar al Shopping, al Centro Comercial Cable Plaza. Un muy buen plato, por un precio bastante alto. Comimos bien. Despues salimos a pasear, buscando algo de joda. Era jodido, siendo martes. Paramos en una esquina donde vendían choclo asado, y nos compramos dos. Le preguntamos a unos pibes de unos 20 años dónde había joda, y nos dijeron que siendo martes jodido, y que aparte al haber llovido, salía menos gente. De todas formas nos dijeron que vayamos a La Herradura, o algo así. La verdad es que estabamos un tanto cansados, y no sabíamos si creerles a estos pibes que había joda en La Herradura, así que nos volvimos al hostel.
Al otro día nos fuimos a caminar por el centro de la ciudad. Ya casi habíamos decidido dejar afuera a Cali del viaje. Si ibamos, era para estar 1 noche. Era viajar al pedo, y en Manizales había feria, había gente de todo el país, pintaba para quedarse y ver qué onda. Recorrimos un poco el centro, que habiendo feria parecía el Once pero con mucha más gente. Mucho quilombo. No se podía caminar. Iary se quería comprar una bota donde se lleva alcohol. Yo miraba sombreros, con la idea de comprarle uno al primo para que no use más el del gallego cada vez que se quiere hacer el Brad Pitt con alguna Geena Davis. Tambien miraba botas para que el gallego tenga dónde poner su calimocho. Finalmente no compré ninguna de las dos. El sombrero se me iba a hacer mierda hasta que viaje en avión, y las botas eran carísimas (perdón muchachos).
Bueno, nada demasiado especial Manizales, salvo por la feria. Si van a Colombia, vayan a Manizales sólo si hay feria, sino no es tan recomendable. Es decir, en un lugar de Manizales podés pagar como un tour y subir a una montaña donde hay nieve. Creo que para los colombianos es loco eso, de subir a una montaña altísima para ver nieve, y quizá por eso lo recomiendan. Pero bueno, Iary vive a 45 minutos de los Alpes, y yo vi la nieve unas cuantas veces, así que no se si vale la pena irse hasta Manizales, Colombia, para ver nieve. Pero la feria está copada. Más que nada por toda la gente que va a Manizales, y porque me dijeron que las peleas de gallo (que no pude ver) son muy locas e interesantes.
Volvimos al hostel, no se qué hicimos, pero salimos a comer a la noche. Entramos en un restaurante que nos dijeron que era como una cadena de restaurantes llamada Mario Bros. En el viaje llegando a Manizales, le sonó el celular a la viejita que iba al lado mío, y yo estaba seguro que esa era la canción del Mario Bros. Resultó no ser esa. Bueno, entramos al Mario Bros y nos pedimos una Carne de Res con salsa de Barbacoa. Le pregunté a Iary la canción del Mario Bros y la cantó como pudo, pero no estaba seguro si era esa. Este es Iary cantando la canción del Mario Bros: http://www.youtube.com/watch?v=JdUE7OA1kQc
Luego, le pregunté a la moza si la sabía: http://www.youtube.com/watch?v=yuqQlmcpMxo pero no tenía ni idea.
Bueno, la idea era fiesta. Miércoles a la noche. Había llovido pero creíamos que iba a estar mejor, o al menos teníamos esa esperanza. Caminamos, y entramos a un bar. Ah, esa tarde antes de comer y antes de ir al hostel, nos habíamos tomado un litro de cerveza cada uno en una plaza, donde ponen mesas, luces, y venden cerveza Poker ahí en la plaza. Muy lindo todo. Bueh, entramos a un bar, y había movimiento. Quisimos pedir dos cubas libres, pero en Colombia no te venden tragos así, te venden la botella. Y bueeeehhhh… nos pedimos media de ron, y coca cola aparte. Fuimos mezclando, y al rato estabamos con una mezcla de barbacoa, res, ron, coca cola… medio que se nos complicó digerir las costillas de res, y ninguno de los dos se sentía muy bien. Maldito Mario Bros, aguante Luiggi!!! Bueno, como siempre, los colombianos la mejor. Me senté en el lugar de una mina, y pareció que lo hice a propósito porque me di vuelta y la miré y no me levanté. Al segundo me di cuenta, volví a mirar y había un colombiano gigante mirándome. Me levanté enseguida y le dije a la amiga del gigante que se siente. El gigante me agarró del brazo y me dijo: “no, por favor.. todo bien, siéntate”. La mejor. Despues me puse a hablar con otros flacos que eran de Manizales. La mejor. Iary me decía que no hable tanto con los locales porque nunca se sabe, pero tenían la mejor onda… no se. La mejor, la mejor, la mejor. Cómo repetí eso en este párrafo.
Salimos de ahí porque no nos sentíamos muy bien. Creo que antes habíamos entrado a otro lugar que era más vallenato a pleno. Estaban todos parados cantando alrededor de una bandita. Todo el boliche cantaba las canciones de vallenato. Muchos usaban como unos ponchos pero más cortitos, que les llegaban hasta la cintura, y todos tenían sombreros tipo de gaucho y las botas donde llevar el alcohol. Muy buena onda ese lugar, y las canciones de vallenato van como piña de mongólico.
De ahí, Iary me dijo que vayamos al hostel, que no se sentía bien. Teníamos las costillas de res atravesadas en nuestras costillas. Yo no me sentía tan mal, pero sentía que todo el ron que había tomado todavía lo tenía en la traquea, y que no bajaba porque una costilla gigante que estaba un poquito más abajo de la tráquea se lo impedía. Bueh, volvimos al hostel.
Iary se fue a dormir, y yo le pedí un dvd a la administradora. Intenté ponerlo pero resultó que 2 días antes se había roto el dvd y la mina se había olvidado. Así que me tiré a ver tele hasta tarde. Me sentía en casa, de vacaciones, tranquilo, sabiendo que afuera no estaba Buenos Aires sino Manizales. Entró Torsten y se me puso a hablar. ¿Ya les hablé de Torsten y Patricia?. Bueno, esa noche arrancamos la noche en realidad con ellos. Una pareja. El alemán y ella polaca. Los dos enseñaban alemán en una universidad en Barranquilla. Patricia era muy linda. Tenía siempre mirada seductora, por más que no esté seduciendo. No podía evitarlo, estaba en su naturaleza. No seducir, sino la mirada.
Un escorpión quiere cruzar un lago, pero como no sabe nadar, le pide a una rana que lo cruce. La rana le dice: “no puedo, si te cruzo me vas a picar, y voy a morir”. A lo que el escorpión replica: “no te voy a picar, porque si te pico, nos hundiríamos y yo también moriría”. La rana lo piensa y ve que tiene lógica. El escorpión se sube sobre la rana y emprenden la marcha. En la mitad del recorrido, la rana siente un ardor sobre la espalda: el escorpión la había picado. Mientras se hunden, antes de morir, la rana le dice: “pero por qué me picaste??”. El escorpión: “no puedo evitarlo; es mi naturaleza”.
Torsten me contó de su experiencia docente en Barranquilla. Me dijo que está muy cómodo ahí, porque nadie le exige nada; nadie le pregunta cómo van sus clases; nadie supervisa el programa. Es como la FUC, digamos. Me contó que la costa colombiana es muy así: gente que vive la vida en otro ritmo, muy tranquila, con mucha felicidad. Salen, toman, bailan cualquier ritmo. No les importa si viene de EEUU, si es de ellos, si es electrónica, cumbia o vallenato. Ellos se divierten, se conforman. Como contrapartida, claro, hay mucha más mediocridad, no les interesa aprender, están todos tranquilos haciendo la suya y no se preocupan por nada, por avanzar. Es interesante la cuestión. Es lo que siempre pasa. La simplicidad de la felicidad; la infelicidad en la excelencia. Es complicado, ¿no? Torsten había enseñado también en Córdoba, y me contaba que la experiencia había sido absolutamente diferente. Que allá sí buscaban la excelencia, eran mucho más exigentes con él y por consiguiente con los alumnos. Que eso le gustó más, por un lado. Pero por el otro, si uno lo piensa, en Córdoba estuvo 7 meses, y en Barranquilla iba como 2 años de comodidad. Al fin y al cabo, la comodidad es la muerte del artista. El estaba cómodo. Le pregunté si se contagiaba de esa mediocridad, y me dijo que por supuesto. Que si nadie lo controla, nadie lo exige, él va exigiendo menos y menos al alumnado.
Bueno, a ver… falta un día y una noche en Manizales, y despues para Bogotá a tomar el avión de vuelta a Buenos.
Saludetes.