Buenos Aires -> Bogotá #1

El otro día nos preguntabamos con Zetu qué pasará el día que nos reconozca a todos por fin que es gay. Probablemente pase algo parecido a lo que pasó con el Mumo: lo terminamos distanciando lentamente del grupo. Espero que eso no pase con Zetu, valoro mucho su amistad. Tambien valoro la del Mumo, pero justificaba más escribir esto así.
A las 16:45 salía nuestro avión. Me desperté en Moldes a las 11 de la mañana despues de la fiesta de iplan; estuvo buena, pero le faltó algo…  no se. Esto no es importante.
Bueno, a las 14 hs pasó el Mumo. Nos llevó al aeropuerto. Yo bajé con mis joggins de viaje. Viajar con jeans es de chetos. Zetu viajaba con sus vaqueros. Gracias Mumo por llevarnos al aeropuerto. Acá son todos muy religiosos, así que hoy pensamos en comprarte un Jebús gigante para que cuelgues en tu cuarto. Esperamos que te guste.
En el aeropuerto hicimos la cola para Air Bolita. Teníamos mucho miedo realmente de subirnos a ese avión. No estabamos seguros todavía si iba a ir por tierra o por aire. Cuando llegamos al primer lugar de la cola, resulta que no nos sentabamos juntos. No se cómo es el sistema de Lloyd Aereo para las reservas de asientos, pero nadie se sentaba con su gente. Viajé al lado de una mina que tenía una hija de 4 años, y la quisieron sentar separada de la hija.
Nos dijeron que adelantaron el vuelo a las 16 horas en lugar de 16.45 hs. Nos sentamos a comer un tostado de queso y tomate con Mumo y Zetu, y a las 15:35 nos levantamos para embarcar. Resulta que ya eran las 15:50, y estamos haciendo una cola de 200 personas en migraciones. El avión salía en 10 minutos. Esos momentos de los viajes en los que uno se siente tan pelotudo. Ya haciendo cálculos de qué carajo hacer si perdemos el avión, sabiendo que todos los vuelos de Air Bolita están sobrevendidos, etc. Tengo miedo nene.
Si vemos una película de dos muchachos sentados en una mesa en un restaurante conversando plácidamente, y el espectador sabe que abajo de la mesa hay una bomba, eso es suspenso. Si la bomba explota sin que el espectador sepa, entonces eso es terror. Era algo así,  no?
Bueno, no perdimos el avión. Se atrasó el vuelo. Lo adelantaron de 16.45 a 16, y se atrasó y terminó saliendo a las 17.
Despegamos, sentados por separado. Yo le dejé mi asiento del medio a un tipo para que se siente con su mujer, y me fui al asiento del pasillo del tipo (más cómodo). Air Bolita es un poco así, como un lechero, un chicken bus, cada uno se sienta donde pueda. Adelante mío se sentaba Lorena. Qué Mundo Nuevo y pequeño. Buena onda, charlamos casi todo el viaje. Le gusta mucho hablar; es agradable. Iba a México, a encontrarse con un ex novio holandés que no veía hace 5 años, con quien iba a recorrer en un mes México y Cuba. A la izquierda de Lorena se sentaba un boliviano con una cara de tooooonnntoooo. Una especie de Mr. Bean pero boliviano. A su lado, al otro lado del pasillo, su mujer. Una gooooorrrrdaaaa… dios, le iba a sacar fotos a toda esta familia porque eran para exponerlas. Podría superar con estas fotografías al gran Tomás Esteban. Así de buenos eran mis personajes. Pero colgué, me daba fiaca sacar la cámara y no las saqué. Sigamos con la gorda que da para horas. Un bicho desagradablísimo. Una musculosa roja, la panza que le sobresalía, el corpiño sucio que se le veía por entre la musculosa esa, una cara de shrek… y muy desagradable. Llevaba un bolso negro gigante, con bolsas blancas. Las iba abriendo a lo largo del viaje y sacaba sanguches de longaniza, de mortadela. En un momento sacó un mondongo… un asco todo. Los hijos… dios, qué familia. La hija una gordita con los pantalones desabrochados, no se si para estar más cómoda o porque no le cerraban. El hijo gritando todo el tiempo “papá! papá!”. No entiendo cómo no se daba cuenta que el padre estaba dormido y yo también la reconcha de su madre. Aterrizamos, y al pibe le empiezan a doler los oídos. Empieza a los gritos. El azafato le trae dos vasos de telgopor, y le indica que se los ponga en los oídos. El pibe se los apoya sin hacer presión, espera una décima de segundo y los tira al piso estallando en un griterío infernal. La madre trataba de contenerlo en lugar de decirle que se calle.
Estamos ahora situados en el aeropuerto de Santa Cruz, Bolivia. El vuelo que debía partir a las 20 hs para Caracas, Venezuela, está atrasado. Parece que sale a las 22.45. Shagui y su novia hacen quilombo, porque a las 6:20 sale su vuelo de Bogotá a Cartagena, y no llegan. Hablan con todo, pero todo el aeropuerto. De golpe nos los encontramos en la confitería del aeropuerto preguntandole al mesero (tilt, no cazaba una) cómo podían comunicarse con un responsable de Avianca para cambiar su vuelo. Lo mismo con empleados del Free Shop, con tipos de seguridad del aeropuerto, hasta los vimos hablando con uno de esos ceniceros que hay en el aeropuerto. Ya fue el colmo cuando empezaron a gritarle a una cámara de seguridad del aeropuerto: “dolar uno a uno! dolar uno a uno!”. Bueno, el vuelo se fue atrasando, atrasando, y nosotros nos ibamos enterando de las novedades a través de Shagui y la novia. No hicimos quilombo, descansamos, dormimos en unos sillones. Finalmente, a las 2 de la mañana salió el vuelo (con 6 horas de atraso). Shagui y la novia perdieron el vuelo, pero finalmente en Avianca les consiguieron otro así que todo bien. Dormimos buena parte del viaje hasta Caracas. En Air Bolita te dan sandwiches de jamón y queso. Literalmente. Eso es comida de avión, señoras y señores. Ah, cada vez que Lloyd Aereo Boliviano iba a despegar, adentro de mi cabeza se mezclaba el canto del Shemá, con una voz interior que gritaba “LLOYD AEREO, LLOYD AEREO, DIOS AYUDAME”. Qué miedo, en serio nunca temí tanto por mi vida en un avión. Parecía Rain Man en el aeropuerto con Tom Cruise cuando no quiere tomarse ningún avión de ninguna compañía porque todas tuvieron accidentes.
Aterrizamos en Caracas, esperamos un rato, y despegó de vuelta hacia nuestro destino final: Bogotá. Llegamos a las 9 de la mañana (se suponía que ibamos a llegar a las 2 de la mañana) despues de 18 horas de viaje. Yo estaba sentado a 5 asientos de la puerta de atrás del avión, junto a unos franceses olorosos que tenían que tomar un vuelo urgente a Panamá, y se les iba el vuelo. Estaban poniendo la escalera para bajar por adelante, así que la azafata les dijo que pidan permiso así bajan antes. Como no hablaban español, me tuve que poner a gritar yo a los pasajeron: “por favor, abran paso a esta gente que se pierden el vuelo a Panamá, como si fuese ambulancia!”. Ahí la gente empezó a abrir paso, y los franceses empezaron a pasar un poco. Vi la cara de Zetu en la mitad del avión, todo dormido, y pegué otro grito: “Por favor, Diego Zetune, abra paso!”. Pero Zetu no me escuchó. Ahí se abrió la puerta de atrás del avión, pero las azafatas dijeron que los de Panamá bajen por adelante, y el resto por atrás. Fue gracioso, porque la gente que iba a Panamá estaba atrás, y atravesar un avión con un pasillito de 40 cm iba a llevar mucho tiempo. Durante unos minutos creí estar dentro de un sketch de Benny Hill: los franceses caminando hacia adelante, la gente hacia atrás, la azafata diciendo: “no, panamá por adelante”, el azafato de adelante diciendo: “los de panamá por atrás”, el comandante por los parlantes otra cosa, y los franceses yendo hacia adelante y hacia atrás insultando a estos paises sudacas como el nuestro los cuales no sabemos hacer nada bien.
Finalmente descendí por atrás, no se qué hicieron los franceses, creo que bajaron por adelante. Lo gracioso es que al bajar, vi que había un micro adelante, y un micro atrás del avión. Obviamente lo más fácil hubiera sido que los franceses bajen por atrás, y caminen al micro de adelante estando ya en tierra. Bajé primero. Esperé a Zetu para hacer migraciones. No llegaba. Me paré con la cámara para filmarlo mientras bajaba. A todo esto, ya habían descendido del avión Shagui y la novia, y estaban hablando con los que cargan las valijas en los carritos para llevarlos a las cintas del aeropuerto para ver cómo podían contactarse con alguien de Air Bolita para que vean cómo solucionarles el problema con Avianca. Despues hablaron con uno de los que ayudan a los aviones a estacionar. Nadie les supo indicar nada. Yo seguía esperando a Zetu. Tanto el micro de los de Panamá, como el otro, ya estaban llenos. Parecía el 60, gente colgada de las ventanas, hasta el último escalón de las escaleras, etc. Empecé a pensar si había alguna forma de que Zetu haya bajado sin que yo lo viera; pensé que quizás ya estaba haciendo migraciones, o ya estaba en una playa colombiana… la verdad no entendía. Los micros se fueron, y me quedé ahí, filmando la puerta del avión, cuando ya parecía que no bajaba nadie. Me acerqué a preguntare a una azafata si quedaba gente arriba, subió, se fijó, y bajó para decirme que sí, que faltaba que baje gente todavía. Ahí bajó una mina con un cochecito y un bebé, y atrás Zetu.
Hicimos la cola de migraciones. Shagui y la novia fueron a una cola diferente a la nuestra que era más cortita, y nosotros terminamos llegando antes.
Las mochilas llegaron sanas y salvas. Agarramos cada uno la nuestra. Una mina apretaba un botón que decía al azar verde o rojo. Verde pasás directo, rojo vas a que te revisen. Me revisaron rápido. No encontraron nada. De ahí, a averiguar por el pasaje de avión de Bogotá a Cartagena, que todavía no habíamos comprado. Nos dijeron que para ir a comprar boletos, teníamos que ir al puente aéreo. Caminamos hasta un micro. El chofer tenía que esperar más gente para ir hasta el puente aéreo, así que estuvimos charlando un rato con el tipo. Nos recomendó lugares para salir, para dormir, para conocer. Ya en el puente aéreo, hicimos la cola de Avianca. Cuando llegamos al primer lugar, le digo a la mina: “sí, dos boletos por favor”. Se me queda mirando. Y ahí sí, le preguntamos por vuelos a Cartagena, precios, etc. Nos pareció muy caro, así que averiguamos en una agencia de turismo del aeropuerto y nos pasaron exactamente el mismo precio, misma compañía, mismo vuelo. A todo esto un grupo de niñas cantaban canciones horribles de navidad en vivo y en directo. Lo gracioso es que el tipo de la agencia de turismo nos dijo que no se las aguantaba más. Al rato pasamos de vuelta por ahí y lo vimos colgado de un cable del techo, ahorcado. Terrible. Volvimos a Avianca, hicimos otra vez la cola (más larga). Cuando llegamos: “Sí, dos pasajes para Cartagena por favor”. Una chica linda con su madre que estaban al lado nuestro comprando sus pasajes se empezaron a reir. La chica del mostrador, inmutable, comenzó a operar con su teclado, sin decirnos nada. Ya me empezó a dar miedo que emita los pasajes para ese momento, así que tuve que interrumpirla y decirle: “para el día 26, perdón”, “Ah, para el 26?”, “sí”. Sacamos los pasajes, sólo de ida, 148 dólares. En micro eran 20 horas. Fue.
Caminamos por el aeropuerto hasta un lugar para tomar un taxi de los oficiales. Estabamos en Bogotá y sabíamos que no era joda estar en Bogotá. Fui aterrizando a dónde estabamos yendo en el avión, cuando la mina que se sentaba al lado mío (la de la hija de 4 años), me contó algunas anécdotas del tipo: “me tuve que ir de Colombia por amenaza de secuestro”, “me apuntaron con un arma gigante por perseguir a una 4×4 que me había chocado”, “manejaba mi marido, nos iban a parar en la ruta gente del ejército, y mi marido me dijo ‘quedate callada y no digas nada’. Le pidieron los papeles y seguimos viaje. Despues mi marido me dijo que no eran del ejército sino de las FARC. Si se enteraban que yo era cordobesa probablemente me hubieran secuestrado”. Muy copado todo.
Camino a tomar el taxi, una chica nos ofreció sacarnos unas fotos con gorritos de nieve, bufandas, con un papá noel atrás, nieve y un escenario todo de nieve. Así que nos sacamos las fotos gratis. Muy bueno. Taxi. Nos llevaba Pedro, un tipo de unos 65 años que manejaba a 60. Seinfeld dice que cada uno debería manejar según la edad que tiene. Un nene de 5 años a 5 km/hora, un pibe de 20 a 20 km/hora, y un viejo de 100, a 100 km/hora. No se. La ciudad estaba tranquila, era domingo, así que llegamos rápido al hostel.
Tocamos el timbre y entramos. Hay dos puertas, hasta que no se cerró la primera, no te abren la segunda. Abrieron la segunda, y medio que no entendíamos dónde era la recepción. Primero en el hostel (Platypus Calle #16 2-43) hay como un patiecito al aire libre chiquito, a la derecha está la cocina, y un comedor. Encontramos la recepción. El flaco de acá nos pidió algunos datos. En Profesión le dije: “entrenador de delfines”. No me creyó.
Conocimos a Germán, quien probablemente sea el dueño del hostel. Muy muy copado. Un tipo tranquilo, buena gente se ve. Le preguntamos por un lugar para ir a comer algo, y nos mandó acá a la vuelta. La mina nos dijo lo que había “tamales, huevos revueltos, carne, etc”. Nosotros queríamos desayunar, pero bueh, estamos en Colombia. Yo me pedí un Tamal, por recomendación de una pareja de colombianos de la mesa de al lado. Muy bueno estaba. Zetu se pidió un huevo, que le vino con tomate y cebolla. Muy bueno también. Nos atendieron de puta madre, gente muy amable acá en Colombia. Volvimos al hostel, y nos tomamos un cafecito. Conocimos a algunas personas: Andrea, Lotan, otro israelí que no me acuerdo su nombre y lo acaban de borrar de la pizarra de las habitaciones porque ya se fue, Daphna, y creo que nadie más en ese momento. Empezamos a hablar con Andrea, que es colombiana y vive en Israel. Su abuelo por parte paterna era alemán, se escapó de la segunda guerra hacia colombia. A sus otros 8 hermanos los mataron. El abuelo conoció a una colombiana, se casaron, y tuvieron al padre de Andrea, quien se casó con otra colombiana, que se convirtió al judaísmo y ahí nació esta colombiana. Era raro escuchar a alguien con tanta cara de colombiana hablar en hebreo. No era linda, al principio a ninguno de los dos nos gustó, pero despues empezó a hacer efecto el puntaje mochilero, a medida que fuimos asentándonos acá. Por otra parte nos dimos cuenta que esta chica tiene algo especial, le dicen Dworf Heads.. va bien en ese sentido. Lotan tampoco entendía cómo estaba hablando hebreo con una colombiana, ni tampoco Daphna, ni el otro israelí. De golpe era navidad y eramos 6 judíos en el patio del hostel. Muy bizarro, pero buena onda. Ahí Germán nos invitó a cenar a la noche ahí en el hostel, dijo que iba a hacer unos tamales para todos los del hostel, con cerveza. El invitó todo. Impresionante.
Despues les sigo contando. Nos tenemos que ir a cenar con un Canadiense. No me acuerdo su nombre, me estoy fijando en la pizarra de no… ah, nada. Ahí acaban de preguntarle el nombre “what’s your name?” “jason”, así que me vino de puta madre para el mail. Nos vamos a cenar con Jason y otros para festejar su cumple, me están esperando. Coincide con el de natidana!!! ASí que feliz cumple nati, te quiero mucho.
Cuidense chicos. Despues sigo escribiendo.
Abrazos grandes.
Pablo / El Loco / Dana / El Loco Dana

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