Qué atrasado vengo por favorrrrrr!!!!!!!!!
No tengo mas jugo de naranja y huevos gratis de desayuno.
Paso directo a año nuevo…
Volvimos de Boca Grande, y pasamos por el super. El día anterior habiamos caminado por el centro buscando lugares para cenar, pero costaban entre 140.000 y 180.000 colombianos (entre 70 y 90 dólares). Así que nos compramos unos Macarroni with Cheeeeeese. Se me cayó el cuchillo mientras los cocinabamos y le corté el dedo chiquito del pie a Zetu.
Bueno, yo me había llevado una camisa Lacoste, porque lo conozco a Zetu y sabía que se iba a emprolijar toda para esa noche, perfumar, vestir, todo prolijito, y yo no quería parecer el esclavo negrito sadomasoquista suyo, vestido en ojotas y remera de 10 pesos del Once. Por lo tanto, nos vestimos bien chetitos. Nos ibamos probando ropas y asintiendo, al mejor estilo Pelado Rawski con sus amigos cuando se van de compras. Muy gays. Esto debería ir en la parte de Secreto de la Montaña.
Cocinamos los macarroni with cheeeeese, y nos sentamos a ver Lo Que Ellas Quieren en la tele del hostel, con Hellen Hunt y Mel Gibson. Por más que sea nazi a mi me cae muy simpático, como el viejo nazi fascista milico del documental de la plaza de Monseñor D’Andrea, que nos invitó con unos cafés, nos trató de puta madre, y de golpe tira: “Los militares en Argentina no hicieron cosas malas, sino que hicieron las cosas mal”. Un groso el tipo. Bueno, Mel Gibson es ese viejo, pero australiano.
La película ya la habíamos visto, pero fue gracioso igual. Sumado a esto el hecho de la botella de ron que nos habíamos comprado y los Cuba Libres que veníamos haciendo. Los argentos iban a pasar el año nuevo en la casa de unas promotoras de NIVEA (esto va para vos gallego), con la familia de estas chicas. Nuestra idea era estar a las 22.30 o 23.00 hs en la Plaza de la ciudad vieja, Plaza de Santo Domingo creo que se llama. A las 23.50 llegamos a la plaza.
Yo había comprado uvas en el super, la idea era comerlas como hacen los españoles, una por campanada y terminar con toda la boca llena, pero no hubieron campanadas, así que la primer hora de la noche estuve invitandole a todo el mundo mis uvas. A la gente le divertía esto, y a mi mas. Eran muchas, como una bolsa bastante grande. Algunos medio que no se animaban, y la verdad es que hacían bien porque las había lavado así nomás, pero ellos no sabían eso. Me acercaba a la gente, les ofrecía las uvas, miraban la bolsa, me miraban la cara, y agarraban. Debo tener cara de buen tipo, porque casi todo el mundo agarraba. Casi siempre agarraba uno primero, y despues cuando veían que alguien había agarrado, agarraban todos. Bueno, esto no parece tan gracioso. Pero en el momento totalmente borracho ofreciendole uvas a todo el mundo, hasta a 4 policías que estaban parados en fila uno al lado del otro contra una pared (los 4 agarraron), era lo mejor del mundo.
Bueno, todo esto fue despues de la explosión de las 12 de la noche. Claro, fuegos artificiales, todo el mundo abrazandose, festejando, un lindo quilombo. Nos tomamos unas cervezas, y zetu pagó con un billete de 20.000 (10 dólares). La mina no tenía cambio y se fue a la mierda… esperamos, y a los 5 minutos vuelve con el cambio. Eso nos pasó mil veces en Colombia, que los tipos no tengan cambio y se vayan a buscar, y que creamos que nunca van a volver, y siempre vuelven, y nunca nos cagaron con nada. Muy bien Colombia!
Festejamos, brindamos, gritamos. Nos pusimos a caminar por las calles atestadas de gente de la Ciudad Vieja, era un quilombo groso. No sabíamos todavía a donde ibamos a ir a bailar, dónde ibamos a pasar el resto de la noche, pero la estabamos pasando bien ahí. Muchos bares ponían mesas en la calle, y se reducía mucho el espacio para caminar. Caminando por un pasillito de estos reducidos, terminamos en una valla de uno de los lugares, que era como una plaza, donde cobraban 140.000 por cenar. Empezamos a hablarle en inglés al policía de la puerta, que decía que teníamos que tener un ticket para entrar: “but we left the ticket at the bar.. the one arround the corner”, etc etc etc. Tambien había un colombiano que trabajaba para una aerolinea creo, y se habia olvidado posta el ticket adentro (o talvez era mejor actor que nosotros, porque le creimos), asi que cuando el policia lo dejó pasar, nos metimos. Estabamos adentro de este lugar de 140.000 pesos colombianos (70 dólares) seguros de que ibamos a poder tomar gratis. Nuestra lógica era que por esa plata debía incluir todo, pero minga. Le preguntamos a un mozo y nos quiso vender una botella de ron por unos 100 dólares. Nos miramos como haciendonos los importantes, como dudando si comprarla o no, cuando era obvio que no, le agradecimos y nos fuimos al coño. De acá, caminamos a la zona de los boliches que está afuera de la Ciudad Vieja, para ver qué onda en el boliche ese de Bogotá muy cheto. Cuando llegamos, todo estaba vacío. Todavía la gente no había empezado a entrar en los boliches, así que nos caminamos otra vez las 5 cuadras hacia la Ciudad Vieja, 5 cuadras en las cuales el alcohol bajó un poco y nos tranquilizamos. Hacía mucho calor, y veníamos transpirando mucho nuestras ropas chetas. Entramos en la Ciudad Vieja, y terminamos en una plaza muy copada. Compré otras cervezas, pero Zetu no se sentía muy bien y dejó la suya. Subimos una rampa, hasta la entrada de un boliche que tenía un espacio muy grande cerca de la muralla con buena vista. Le pregunté a unas chicas a dónde ir y me recomendaron un par de lugares que no recuerdo cuáles eran ahora. Las chicas estas no tenían muy buena onda, a diferencia del resto de las colombianas. Bajamos la rampa, y en la plaza esa estaban los argentos, Fer y Lucas, con sus Nivea Girls. No habían comido, y parecía tarea dificil, pero tenían pensado tirar boca adentro del boliche. En principio ibamos a ir con ellos. Yo entré a un bar y me pedí un Cuba Libre (no aguantaba más la cerveza), que tardaron como media hora en entregarmelo, por lo tanto me fui a sentar mientras lo esperaba. Ahí vino Zetu no se de donde, y se sentó. Los argentos creo que se fueron al boliche ese, y nosotros nos quedamos un rato más ahí. Creo que antes habíamos ido al boliche, que estaba a la vuelta de la plaza, y estaba repleto, una cola terrible. Bueno, llegó mi cubata, con bastante limón, estaba rico. En una mesa cercana a la nuestra, de espaldas a Zetu, se sentaban dos chicas con un flaco (de espaldas a nosotros). Sin preguntarle a Zetu, le señalé a Juliana las dos sillas libres de nuestra mesa, pero se rió y le dijo algo a la amiga. El flaco se dio vuelta un segundo, nos vio, y volvió a mirar a las amigas. Enseguida miró Paula hacia nosotros, y volví a repetir el gesto, el cual fue espejado por ella. Nos levantamos y nos sentamos en su mesa. Las dos trabajaban en la empresa de publicidad de Leo Burnett. Eran cabezas de equipo creativas de Philipp Morris para un par de paises, Paula como diseñadora gráfica. Puteaban bastante a la empresa, y querían abrirse y empezar a trabajar con freelos, pero no era fácil. Charlamos un rato de esto o aquello, Chipi (el flaco), tenía buena onda. El era de Cartagena, y ellas de Bogotá. Tomamos algo ahí, y salimos para unos boliches que conocían ellos. Caminamos nuevamente hacia afuera de la Ciudad Vieja, y nos frenamos en la puerta de un boliche de música electrónica. La entrada: 50.000 pesos colombianos (25 dólares). Nosotros nos la bancabamos, estando de vacaciones, tan lejos. La música electrónica no nos gusta tanto, pero estabamos ahí, borrachos. Un amigo de Chipi, Paula y Juliana salió, reeeee duro, o más bien debían ser algunas pastis, pero estaba para atrás. Les pidió perdón porque no pudo guardarles las entradas gratis que les había conseguido. Ellos no querían pagar la entrada, y nosotros la verdad es que preferíamos ir a algún lugar más colombiano, digamos… salsa y merengue en lugar de música electrónica.
Caminamos nuevamente hacia otro boliche, tambien fuera de la Ciudad Vieja. Creo que no pagamos entrada, o a lo mejor sí, ya estaba un tanto para atrás a esta altura. Subimos unas escaleras, y Chipi pidió una botella de Agua Ardiente (guaros, guaritos). Se toma tipo shots. 5 vasos, y para adelante. Enseguida, Zetu ya se sentía bien, no le dolía más la panza. Yo tambien sentí una claridad en el estómago. Alguien dijo que el agua ardiente era digestivo, y creo que tenía razón. Muy bueno estuvo. No nos pegó tanto, pero estabamos pilas y nos sentíamos bien. Bailamos toda la noche, demostrando los pasos de salsa que nos enseñó Chocolate en Buenos. La “profesora” de Zetu decía que Zetu había aprendido más o menos bien, mientras que la mía se cagaba de risa todo el tiempo. Soy de maderaaaaaaa!!!!
Bueno, fue divertido pasar el fin de año así, mucho mejor que música electrónica. Salimos de ahí muy pilas. Juliana quería ir a buscar más fiestas. A todo esto, ya era de día. Yo estaba de acuerdo, Paula parecía más cansada; le dolían mucho los pies. Zetu se la bancaba también, lo que venga, y Chipi estaba tan borracho que por él seguíamos todo el día tambien. Caminamos un rato por la muralla decidiendo qué hacer. Juliana quería otra botella de agua ardiente, yo no estaba tan seguro de eso. Nos tomamos un taxi para la playa, para Boca Grande. En el camino Juliana le preguntó al tachero si había algún almacén donde vendan agua ardiente a esas horas cerca de Boca Grande, y fue ahí donde nos dejó el tachero. Bajamos, y a mi no me daba para agua ardiente, y nadie quería acompañar a Juliana, así que pedimos una cerveza para cada uno. Las chicas subieron al depto de la tía de Paula a hacer pipí, y nos quedamos los hombres abajo. Daba la sensación que a Chipi le gustaba Juliana, y lo empezamos a delirar, re borrachos. No confesó nada. Nos fuimos a la playa y nos quedamos ahí charlando y viendo cómo salía el sol. Eran ya las 8:30 de la mañana, y empezó a pintar el hambre. Acompañamos a las chicas al depto de la tía de Paula, y nos invitaron a almorzar al depto de no se quien que estaba en la Playa de las Américas. Teníamos pensado seguir viaje para Santa Marta ese día, pero el plan no era malo tampoco. Subieron a la casa, y nos fuimos por un lado con Zetu en taxi, y Chipi se tomó un bondi. La mejor onda todos. El taxi nos dejó cerca del hostel, pero teníamos tanta hambre y estabamos tan pilas que caminamos a la Ciudad Vieja a buscar un lugar para desayunar. Preguntamos a la gente, pero nadie conocía nada abierto un primero de enero a esa hora. Esto no es Buenos Aires. Ah!, Me olvidé!, Zetu a partir de esta noche anduvo todo el tiempo con un sombrero de cowboy que se compró en medio del quilombo de año nuevo!. Parecía un yanqui más… muy gracioso. Lo mejor es tener algo original en año nuevo, para divertirte con eso y joder a la gente con eso. Zetu tenia el gorro y yo las uvas. Así que buscando lugares para desayunar en la desierta Ciudad Vieja, nos sacamos fotos muy gays, Zetu haciendo de cowboy, etc…
No encontramos nada para desayunar. Volviendo al hostel, paramos en un almacén y compramos jugo de naranja y galletitas. Ya en el hostel, estabamos sucios, llenos de arena en pelos, ojos, cuerpos, todo. Desayunamos, y nos entramos a bañar. Decidimos irnos directo para Santa Marta, para no desperdiciar el día durmiendo. Ya un poco más cansados (yo más que Zetu) nos tomamos un taxi a la estación. Anduvimos un rato largo, era un viajecito a la estación que estaba en las afueras de la Ciudad. El tachero cuando estamos llegando nos dice: creo que está cerrada. Pero qué hijo de mil putas, lo podrías haber dicho antes hijo de putaaaa. Llegamos y justo estaba saliendo un micro. Parecía cerrada; rejas cerradas, todo cerrado, pero había un micro saliendo de un lugar medio raro, y nos subimos, con miedo a que lleguemos y nuestros bolsos no estén.
Eso fue la noche de año nuevo. Se viene Santa Marta (Taganga, Tayrona), luego nuestra despedida, y mi partida hacia Medellín y Manizales (donde escribo este mail en un día de lluvia).
Besos a todos.