Esa noche entonces habíamos ido a tomar algo con Paulina, amiga de Paulina y Iary, el tano de Torino. La noche había terminado temprano, y nos fuimos al hostel.
Yo me dormí, pero Iary se quedó despierto hasta tarde, escribiendole un mail a Paulina en el que realizaba una catársis narrativa en bits. Parecida a la que yo hice en mi momento cuando me rompieron la pierna. Le digo catársis porque Paulina no habla italiano, y Iary escribió un mail de varias páginas todo en italiano.
Al otro día amanecimos con la idea de irnos a Santa Fe de Antioquia, un pueblito a una hora de Medellín. Damiano, el otro tano que vivía en EEUU enseñando italiano, nos iba a acompañar. Damiano es una de las personas con más cara de buen tipo que conozco. Es un tipo que te cae bien apenas lo conocés. Para colmo, su apellido es Bonuomo (buen hombre, claro). Más bueno que Lassie. Bueno, estabamos ahí, desayunando en el hostel, juntando energías para pasar el día en Santa Fe de Antioquia, cuando llegan 3 chicas. Guapas ellas. Se me ocurrió que podían ser argentinas, pero últimamente la estaba pifiando con mi sensor reconocedor de argentinos; no se exactamente por qué, siempre lo tuve muy afilado.
Al rato Diana me confirmó las sospechas. Ella estaba sentada en la computadora haciendo algunas cosas, y de golpe todo el hostel hablaba de las 3 cordobesas que habían llegado. Era todo una conmoción. Se activaron todas las endorfinas, epiglomides, células poliglúpidas de todos los hombres del hostel. Por fin mujeres, y tres. En la sala de la compu la gente hablaba de las cordobesas, en la cocina la gente hablaba de las cordobesas, en el patio la gente hablaba de las cordobesas, en la sala de la tele la gente hablaba de las cordobesas, en la legislatura colombiana la gente hablaba de las cordobesas. Se me acercan Iary y Damiano, y en broma me dicen de postergar el viaje para quedarnos con las 3 mujeres que habían llegado. Ojo, las 3 cordobesas no eran lo que se puede decir 10 civil sobrio a punto de casarse con una modelo. Eran un 5, un 6 y un 8 mochilero. Pero el hostel parecía un barco que venía navegando por el océano pacífico en búsqueda de la Atlántida hace 14 años, lleno de marineros, sin contacto con el sexo opuesto, y encima con un italiano tatuado gigante que andaba solamente con un short ajustado por todas partes. Qué miedo mami. Y bueh, llegaron las cordobesas. En cuanto me confirmaron que eran argentinas, la verdad es que mi primer reacción no fue la usual de acercarme a saludar recontra excitado por haber encontrado compatriotas. No se, creo que no había pasado tanto tiempo, y las colombianas son tan copadas… pero bueh, entré a su cuarto, y conversé con una de ellas. Buena onda. Despues bajé las escaleras y me senté en una silla del patio junto a las otras 2 de ellas que estaban recostadas en unas hamacas. Tenían muy buena onda, y hablamos de esto y aquello. Al rato, salgo del patio, me acerco a Iary y a Damiano, y les digo como si fuese poca cosa: “Las cordobesas vienen con nosotros a Santa Fe de Antioquia”. Quedé como el más capito. O sea: “muchachos, nos bajamos de este barco lleno de marineros homosexuales y gigantes tatuados con shorts ajustados que quieren violar a las cordobesas, para llevárnoslas lejos, muy lejos, con nosotros”. Ja. En realidad todo fue muy diferente, pero para mi quedé como un capo!. La verdad es que estuve charlando ahí en el patio, les dije que nos ibamos a Santa Fe de Antioquia, y ellas solas dijeron “bueno, vamos”. Tampoco fue que las convencí, pero los tanos estaban re contentos. Decían todo el tiempo “seguro, seguro”, repitiendo como loros. Ver en el mail anterior la sección “Seguro”.
Salimos pues. Eramos 6. Nos tomamos el metro. En el camino nos sacamos algunas fotitos, y llegamos a la estación de autobuses. Ahí averiguamos para Manizales. Iary y yo sacamos los pasajes para el día siguiente a las 9 de la mañana. Salimos para Santa Fe de Antioquia. Yo me senté junto a Marcela, la más jovencita de todas, de unos 25 años. Era muy copada, más adelante me hizo acordar un poco a May, en la forma de hablar, y en lo colgada!. De golpe, sin darse cuenta, tiraba comentarios muy colgados que alguien en la conversación ya había tirado y acerca de los cuales habíamos estado hablando, con mucha frescura. Era graciosa. Adelante mío se sentaban Virginia (la más linda de las 3) y Valeria. Creo que las 3 eran María X: María Marcela, María Virginia y María Valeria. Al cabo de charlar un rato con Marcela, se durmió. Iba cabeceando todo el camino, así que le puse mi buzo abajo de la cabeza, se despertó por un segundo, me agradeció, y siguió durmiendo. Adelante, Virginia y Valeria también dormían. La cabeza de Vale iba de lado a lado, y se golpeaba durísimo en las curvas contra la ventanilla. Muy duro, hacía ruido y seguro dolía. Así que puse mi mano entre su cabeza y la ventanilla, y de esta forma le dolía menos. Así fue gran parte de mi viaje: sosteniendo el buzo bajo la cabeza de Marcela con una mano, y la cabeza de Vale con la otra. Tengo filmados los vaivenes de la cabeza de Vale y los golpes que se daba. Es un video muy gracioso que despues les mostré y se cagaron de risa. En un momento se dió un golpe contra la ventanilla, y ahí puse la mano, pero como estaba medio despierta por el golpe, vió mi mano, se dió vuelta y se cagó de risa. Le expliqué que era por los golpes que se estaba dando.
Llegamos a Santa Fe de Antioquia, y partimos de inmediato a almorzar. Comimos en un lugar muy lindo, como si fuese eso que llaman “Patio Cordobés” en España. Esos patios de las casas coloniales en donde si llueve cae todo el agua en el patio. Es decir, con un cuadrado abierto en el medio del techo de la casa. Comimos ahí en ese patio, casi todos pescado, salvo Damiano que resultó ser vegetariano y comió arroz, frijoles, ensalada, platano frito, etc. Muy buena onda en la mesa. Las cordobesas eran lo más y el grupo era espectacular.
Terminamos de comer y nos acordamos que teníamos que ir a comprar los pasajes para volver ese mismo día a Medellín. De vuelta caminar hasta la estación, compramos los pasajes para las 19:30 horas, y comenzamos a caminar aleatoriamente por el pueblo, intercambiando parejas de conversación como siempre que uno vaga por lugares desconocidos con gente recién conocida. Las 3 son arquitectas. Vale y Virginia tienen como su empresa propia, y hacen cabañas ahí en Córdoba. Marcela creo que no se dedica a la arquitectura del todo. No se, eran copadas las 3. Recorrimos el pueblo, sacamos fotos, conocimos las catedrales, las casas coloniales, nos sentamos en las escaleras de una iglesia frente a la plaza del pueblo a ver la gente pasar, y salimos para la estación.
Ah, cuando compramos los pasajes en Medellín, me di cuenta que los tipos te piden tu nombre, lo ponen en tu pasaje y en sus registros, pero despues no te piden documento. Así que cuando fuimos a sacar los de vuelta, empecé a inventar nombres con Iary. El mío era Benedicto, despues tiré una Maria Gracia (Cuccinota) y Iary tiró algunos nombres italianos como Giovanni o Marco. Nos enganchamos tanto con lo de inventar nombres, que nos pasamos con los de hombre. Dijimos como 4 de hombre, y cuando nos dimos cuenta metimos 2 de mujer. Y bueh. Cuando volvimos a la estación, había una cola tremenda para salir, los micros estaban todos atrasados, había gente discutiendo porque no tenía lugar. Lo primero que pensé es: acá nos garcan, nos piden documentos, se fijan los registros, y nos dejan afuera del micro y le dan prioridad a los que están gritando. Cosas que aprendió uno viajando con su primo por centroamerica: hasta que el micro no sale, uno no sale, y hasta que el micro no llega, uno no llega. Por suerte, el micro salió y llegó con nosotros arriba. Todo bien. Lamentablemente no me pude quedar con una copia de los pasajes con los nombres falsos, pero bueh. Valió la pena.
Llegamos tardísimo a Medellín. El supermercado cerraba a las 22 horas y estabamos empezando el viaje en metro a las 21:50 hs. Por más que nos apuramos, cuando llegamos el super ya estaba cerrado, así que ibamos a ver cómo nos arreglabamos. Empezamos a juntar cosas que cada uno tenía: unos fideos truchos de las cordobesas, unas pastas italianas Barilla de Iary, otros Barilla de Piero (el tatuado) que ya se había ido y había dejado algunas cosas, otras pastas de Damiano, y un plátano mio. Dios, más sudaca imposible lo mio. Iary y Damiano se encargaron de la cocina, Marcela se fue a bañar, y yo me quedé charlando con Virgi y Vale mientras se “hacía” la comida. Comimos todos juntos, excelente cena, la mejor onda. Así dan gusto los hostels, y más cuando tienen naranjas y huevos gratis. Terminamos de cenar aún con la duda de si salir esa noche o no. Nosotros teníamos que estar a las 9 am en la estación de micros para salir para Manizales.
Iary había recibido la respuesta por parte de Paulina de su mail en italiano. Decía que ella también se había quedado medio mal con la última vez que se vieron, y que estaría bueno que almuercen juntos al día siguiente. Pero si nuestro micro sale a las 9 am!. Bueh, un pelo de concha tira más, y Iary decidió ir a la estación antes de que salga, y ver si lo podía cambiar para poder almorzar con Paulina.
Decidimos ver una pelicula con las cordobesas, y le pedimos a la chica del hostel el DVD de “Rosario Tijeras”, una pelicula nueva colombiana que allá es bastante conocida, y a lo mejor llegue o llegó acá. La película no es mala, creo. Yo estaba cansado, y al principio me pareció de muy bajo presupuesto muy mal actuada, pero la disfruté igual, y sobre el final de la película creo que remontó mi puntaje de la actuación, o remontaron las actuaciones, no se. Marcela en la mitad de la película se fue a dormir, diciendo que la iba a terminar de ver al día siguiente. Virginia un poco despues tambien se fue a dormir porque ya la había visto. Me pidió que la despierte para despedirme al día siguiente. Vale la vió hasta el final, junto conmigo y con Damiano. Iary también se fue a dormir antes.
Me desperté, y me crucé con Vale que recién se levantaba. Desayunamos algo rápido, hicimos los bolsos, saludamos a las cordobesas con las cuales intercambiamos mails, y salimos para la estación. Ibamos Iary, yo, y una chica de Liechtenstein, un país diminuto que queda entre Suiza y Austria, con más plata que el llanero solitario. Ella no viajaba, pero quería averiguar algo en la estación.
Iary preguntó si podía cambiar su pasaje para las 15 horas, y le dijeron enseguida que sí. Partí de esta forma solo hacia Manizales, quedando con Iary en que le mandaba un mail en cuanto llegue con la data de en qué hostel estaba. En el Palm Tree Hostal me habían recomendado que vaya al Mountain House, “un hostel muy parecido a este”, según me dijeron.
El viaje llevó unas 4 horas, y creo que vi una película de Van Damme, o dormí unas horas. No se. No lo recuerdo como algo loco. Ah, bueno… hicimos una parada en un lugar muy lindo en donde tampoco comí nada salvo un heladito. Despues de la parada se me sentó una viejita al lado que impidió que pueda acostarme. La pasé bien en el viaje, flasheando con mi próximo viaje. Me gustaría hacer EEUU en auto, y estar en todos los lugares donde siempre se filman películas. Ser Thelma o ser Louise, o mejor el camionero que las persigue al cual le explotan el camion; ser De Niro en una de Scorcese en New York, o ser Alan Alda en una de Woody Allen, o ser el mismo Woody Allen; ser Mitch Buchanan en California. La idea es comprar una combi en New York, bajar hasta la frontera con México, y recorrerla hasta Los Angeles. Cómo la flasheé con este viaje… EEUU es un destino que casi ningún mochilero quiere hacer, que ningún mochilero respeta, porque EEUU “es un imperio que conquista y son todos malos”. Bueno, a lo mejor sí, pero quiero ser Spike Lee en Nueva York, quiero ser Pacino, o Silvester adentro de un tunel que explota, o Arnold, o Indiana Jones que nunca se filmó ahí pero qué me importaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!! Viva Bush!!!! Viva Hitleeeeerrrr!!! Bueh, no mentira, chucha.
¿Por dónde iba?
Ah, bueno… fin de Medellín + Viaje. Sigo con Manizales en algún momento diferente a este, porque uno nunca recorre el mismo río, como dijo Hamui.
Besos.