Caprivi Strip #6
Cerca del mediodía pasamos por Grootfontain. Manejaba Duby. Entra en la estación de servicio, donde unos grones estaban pintando el techo subidos a una plataforma muy alta de metal. Duby acerca el auto al surtidor y golpea la plataforma de metal. La plataforma se sacudió un poco y los grones miraron asustadísimos. Creo que Duby recién se dio cuenta cuando le dije. Compramos unas papitas para aguantar hasta el almuerzo, y nos mandamos a ver el meteorito más grande del mundo. La entrada costaba 1,5 USD. Pelamos carnets de prensa y con mucha seguridad le dijimos que ibamos a hacer la cobertura del meteorito para los medios de prensa argentinos. Estamos hablando de un flaquito atrás del mostrador que probablemente no sabía ni su nombre. Nos dejó pasar y pidió que escribamos algo en un papel, sin especificar bien qué. En este hostel hay dos gran daneses gigantes y un chancho… como mascotas domésticas. Muy bizarros. En el papel escribimos: “We are here to cover the worlds largest meteorite for argentinean television. We think this is a great turistic destination for most argentineans” o algo así.
Entramos a conocerlo, esperando algo de kilómetros de largo. Era algo de unos 5 metros de diámetro. Un fiasco, pero bueno… el más grande del mundo al fin.
Seguimos camino, y paramos en una granja recomendada por la lonely para almorzar. Aplaudimos llamando a los dueños, y salió un alemanote namibio a preguntarnos qué queríamos. Dijo que solamente abrían a la noche. ¿Recomendaciones? le dijimos. “Vayan a lo de Roy, 50 km más adelante”. Ok.
Ya en Roy’s, nos recibió una gordita muy simpatica, blanquita. Era medio tímida. Nos dijo que podía hacernos unos sandwiches de queso y tomate… es todo lo que tenía. Ok. Sandwiches, pileta de Roy, lluvia, cambio de ropa, seguimos manejando.
Por la noche llegamos a Popa Falls. Paramos en un camping, en donde nos dijeron que era tanta plata si salíamos antes de las 7 am. Algo muy común en los campings de acá es que los seguratas se queden con tu plata si te vas antes de que lleguen sus jefes. La cuestión es que el precio que nos pasaron era igual al que cobraban sus jefes… así que no teníamos apuro por irnos antes de las 7.
Camino a Popa Falls pensabamos que sería muy cómodo cocinar y cenar de una vez por todas en una cocina sin bichos. No pedíamos mucho. No necesitabamos dormir en una cama… simplemente una cocina para cocinar tranquilos y comer bien. Fue EXACTAMENTE lo que encontramos. Al lado del camping, una cocina cerrada con mosquiteros. Genial.
Terminé de armar la carpa y fui a la cocina donde estaba Duby. Entro, y lo escucho hablar en castellano. “¿¿Por qué estás hablando en castellano??”. Resulta que eran italianos, Giogio y Antonello. Al principio hablamos dos o tres palabras, como medio por obligación social. Ellos comieron mientras cocinabamos. Les ofrecimos nuestras sillas plegables (que nosotros no ibamos a usar hasta que terminemos de cocinar). Por alguna razón, siempre que vemos a dos flacos viajando solos creemos que son maricones… seguro los otros piensan lo mismo de nosotros. Cocinamos unos fideos, y nos pusimos a charlar con los muchachos. Eran bomberos. Buena onda. Giogio quería cagar a tiros con ametralladora a los bambis también. Poco tiempo despues de haber iniciado la conversación, los tanos sacaron el tema minas, y para terminar de asegurarnos que no eramos trolos, poco tiempo despues surgió el tema futbol. Buena onda.
Cenamos y al sobre. A las 7 am Duby se levantó y empezó con sus tareas de Shikse. Lavó, limpió… yo seguí durmiendo hasta las 9 am más o menos. Me levanté y Duby ya estaba listo para irse, pero yo quería caminar un toque por el lugar. Había unas rocas copadas atravesadas por un riachuelo que me daban ganas de remontar. Me cepillé los dientes y me mandé en una caminata de 10 minutos por esas rocas. Después Duby vino, nos sacamos una foto en esas rocas, y salimos.
Pasamos por la puerta de la recepción, y Duby quiso seguir de largo para tratar de no pagar. Uno de limpieza empezó a gritarnos y tuvo que bajarse y pagar.
De acá nos fuimos muy pocos Km a Mahgango Game Reserve, donde supuestamente se podía caminar con elefantes. En la puerta la mina fue bastante confusa, como muchos en Namibia. No terminamos de entender si se podía caminar o no, si había leones o no. Entramos, y yo me subí al techo de la camioneta, mientras manejaba Duby. Quedamos que si había un león él aceleraba y yo le clavaba mi cuchillo (que había llevado al techo). Los mismos animales de siempre: jirafas, bambis… ningún elefante, ningún león. La puta madre putos africanos.
En un momento paramos la 4×4 y se bajó Duby a perseguir una jirafa a pie. Después se sintió mal por haber corrido el riesgo de que lo ataque un león y prometió no volver a hacerlo. La jirafa igual se asustó y se fue corriendo. Está filmado. Paramos un toque al lado de un laguito donde se escuchaban hipopótamos, pero no llegamos a verlos. Nos fuimos de Mahgango (habremos estado menos de una hora).
Duby durmió un poco en el camino hacia Katima Mulilo, pueblo de frontera entre Namibia y Zambia. Por fin estabamos en Caprivi Strip, una ruta de unos 150 km en donde te podés cruzar con elefantes sueltos, fuera de un parque. Cada un par de kilómetros hay carteles indicando la velocidad máxima de 80 km/h, acompañados con un cartel con el dibujo de un elefante. Como si fuesen vacas sueltas que se pueden cruzar en la ruta. Genial.
Iba mirando atentamente a los costados buscando elefantes, pero nada. La puta madre.
Las rutas del norte de Namibia nos hicieron ver un país muy diferente. Nos dimos cuenta que hasta ese momento habíamos estado en Alemania. En el norte veíamos tribus, cabañas con techo de paja, gente realmente pobre caminando al costado de la ruta llevando baldes gigantes de agua sobre la cabeza. Otro paisaje.
Ya en Katima, nos compramos dos hamburguesas con fritas cada uno en una estación de servicio. Milagrosa comida. Una de las pocas porciones de carne que comimos en el viaje. Encima acompañadas con una coca cola grande. La gloria.
Es momento de cruzar a Zambia, para conocer finalmente las Victoria Falls. La salida de Namibia fue fácil. Sellito al pasaporte, y adentro.