Shiraz – Persépolis, Irán #10

Los terroristas iraníes nos habían dejado entrar a su país, y durante algunos días nos seguirían agentes secretos persas, pretendiendo ser personas extremadamente hospitalarias del país. Hasta que se dieron cuenta que de espías del Mossad no tenemos nada. Nos sentíamos El Inspector Gadget, pero sin la ayuda de la sobrina. ¿Alguno me explica por qué en los dibujitos animados no existen padres e hijos? El pato Donald tiene sobrinos, Mc Pato tiene sobrinos, El Inspector Gadget sobrinos, Mickey sobrinos… ¿es porque son todos gays y todavía no estaba aprobado el matrimonio homosexual?

Aeropuerto de Irán

A los movimientos bruscos del avión sumémosle la culpa judía por estar aterrizando en Irán un 18 de Julio. Cuando sacamos el pasaje no nos dimos cuenta que se trataba del aniversario al atentado a la AMIA. La ira de Adonay sacudía con toda su furia al avión, buscando demostrarle a estos dos humildes aventureros que con la kipá no se jode. Yo me imaginaba a todos en el acto, pidiendo justicia, pidiendo que se castigue a los culpables, que extraditen a los iraníes involucrados intelectualmente y a los amigos de D’Elia “En Floresta se lo extraña”, mientras aterrizabamos en Irán.

Dios enojado: Cómo que se fueron a Irán?!

Shiraz, no sé para qué se los explico si pueden escribirlo en google y ver el mapa, es una ciudad al sur de Irán.

Nos tomamos un taxi. La negociación fue muy complicada. Era cierta la apreciación del compañero de vuelo de Duby respecto a los Tomares y los Riales. Los Riales tienen un cero más, y son los únicos billetes que se usan, pero la gente te habla casi siempre en Tomares. El taxi nos tiró el precio en Tomares y nos pareció baratísimo… empezamos a mostrarle billetes para asegurarnos que nos estaba cobrando eso, y así nos dimos cuenta que era 10 veces eso. Igual era barato.

Antes habíamos intentado sacar plata de un cajero automático visa electrón y no había funcionado. Ahí nos dimos cuenta que estábamos en Irán, que las relaciones de Irán con el resto del mundo no son del todo buenas, y que estábamos un toque aislados económicamente. Tampoco habíamos podido sacar un pasaje con Mahan (aerolínea iraní) porque Visa no permite pagar con tarjeta a empresas iraníes. Tuvimos que reemplazar Mahan por 3 vuelos de Air Arabia y uno de Air Asia… 24 horas de viaje por el puto embargo yanqui.

Cambiamos plata, y nos subimos al taxi. El tipo de inglés nada. Le preguntábamos cómo se decía “shukram” en Farsi. Nada. Ni contestaba. Cada tanto nos hablaba, pero de lo que él quería. Empezábamos a ver las primeras casas iraníes, en los suburbios. Algunos descampados, chicos jugando a la pelota, nada loco.

Llegamos al hotel, y no habían recibido nuestro mail con la reserva. De todas formas tenían lugar. Nos alojamos en un cuarto privado bastante cómodo, con baño privado. No fue barato, unos 18 Euros cada uno.

Ya eran como las 4 de la tarde y la primer misión era informar a familiares y amigos que habíamos llegado al infierno. Pero teníamos hambre. Salimos a buscar un lugar para comer, y de paso pasamos por el Souq de Shiraz.

Al salir del hotel, nos encontramos con que estábamos en Warnes. La primer impresión fue que todos los talleres mecánicos del mundo son iguales: grasa, posters de minas en bolas, cajas húmedas de repuestos, repuestos. Salvo que acá creo que no había posters de minas en bolas.

Caminamos por el Souq de Shiraz, nos perdimos, nos volvimos a encontrar. Vimos negocios de telas, de alfombras, de bijouterie, de cosas de plata y oro. Muy pocos extranjeros. Casi ninguno diría. Bastante turismo interno; iraníes de otras partes de irán. Las minas por supuesto todas con la cabeza tapada. Según pudimos concluir, las que están de negro, que no muestran ni un mechón de pelo, vienen a ser las religiosas, las que lo usarían aún si no fuese obligatorio. Las que usan esos trapos pero de algún color más fashion, y el trapo les tapa desde las puntas de los pelos hasta la mitad de la cabeza (dejan ver bastante) son las que lo hacen por ley.

Un negocio del souq de Shiraz

Lo primero que nos llamó la atención era que nadie nos miraba. No llamábamos la atención. No sabíamos si estaban acostumbrados al turismo, o si parecíamos locales. Ahora realmente creo que parecíamos locales. Habiendo visto más de Irán, de cómo es la gente. No son árabes, son persas; nada que ver con los árabes. Encontramos gente de pelo largo y barba candado, en musculosa. Es decir, para los que se imaginan que es un país extrañísimo… se imaginan mal.

Encontramos un lugar para comer. La dueña lo manejaba junto con sus hijas. Quisimos asegurarnos del precio antes de entrar, pero no fue fácil. Queríamos un pollo con arroz, sin condimentos, algo tranquilo. Sabíamos que Shiraz es una de las ciudades iraníes con más población judía, y dudábamos constantemente quiénes serían los judíos, si estarían vestidos de cuervo tipo reliquias de Once, o si serían gente normal, como vos, como yo, como él.

Para mi las del restaurante tranquilamente podían ser judías. Terminamos de almorzar, y nos cobraron lo que nos habían dicho. Nada de servicios adicionales, propinas inventadas, facturas que no son facturas sino vigilantes. Todo en orden. Otra prueba que diferencia a persas de árabes.

Volvimos al hotel, mandamos mail a familia y amigos avisando que por ahora ningún terrorista nos había cortado la cabeza con una espada, y salimos hacia la tumba de Hafez, un poeta persa importantísimo.

Caminando hacia la tumba (o monumento con tumba), le compramos unas botellas de agua a un viejito divino, muy buena onda, en la cuadra del hotel. Cuando salimos del almacencito, se nos acerca un pibe de unos 25 años, de contextura física liviana, no muy alto, de anteojos, bien vestido. Hablaba perfecto inglés, uno de los que mejor hablaba de todo el viaje. Estaba hospedado en nuestro hotel (es cierto, yo lo había visto), y empezó a charlar con nosotros. Noté que Duby estaba más reticente a dialogar con el sujeto, más cerrado. Como yo lo había visto en el hotel estaba un poco más tranquilo, y por otra parte habíamos leído tanto de la buena onda de los iraníes, de las ganas de conversar con extranjeros porque sí, que no le di mucho lugar a la paranoia. Nos contó que era de Shiraz, y le pregunté por qué dormía en un hotel. Dijo que la madre estaba en el hospital, o algo así. Sonaba un poco rara la historia. Un pibe de clase media/alta que habla tan bien inglés hospedándose en un hotel de su ciudad. Nos preguntó a dónde íbamos a ir después, cómo era nuestro viaje, de dónde veníamos. Cosas normales. Nos acompañó hasta mitad de camino de la tumba de Hafez, y luego se despidió, se dio vuelta y volvió por el mismo camino por el que habíamos ido. Toda la caminata no había sido camino a donde iba, sino que nos acompañó y se volvió.

Apenas se fue, nos preguntamos si no sería un agente secreto iraní sacándonos información. Es cierto, suena a paranoia completamente, pero había sido rara la situación.

Ya liberados del agente secreto, pudimos seguir con nuestra misión de detectar puntos iraníes donde podíamos matar a más gente al liberar las bombas.

Pasamos por algunos parques. Ya era de noche, cerca de las 11, y nos impresionaba la cantidad de gente que concurría a parques públicos iraníes a esas horas, un lunes a la noche. Muchas personas haciendo pic-nic en familia, tirados en una lona sobre el pasto, o en carpas. Se veían muchas carpas de estas por todo Irán, tiradas en cualquier parte: en plazas, en la vereda, en puertas de negocios. Carpas nuevitas, no carpas chotas de beduinos. También vimos a muchos chicos jugando en la plaza a la noche, en hamacas o juegos por el estilo. Me acordé que cuando mi vieja no quería que venga a Irán, le decía: “No se qué te imaginás, pero te aseguro que en Irán también hay cines, chicos jugando en plazas, todo lo mismo que ves acá en Buenos Aires; no hay terroristas en la calle paseando”.

Picnic iraní y carpas

Llegamos a la tumba/monumento de Hafez. Probablemente antes de venir a Irán imaginábamos que las tumbas hermosas, los lugares simbólicos más imporantes de Irán, tenían que ver con mártires de alguna guerra, con algo relacionado a la violencia. Pero acá estábamos, en una tumba visitada por miles de turistas iraníes por día, y era la tumba de un poeta.

En la puerta un guardia de seguridad estaba distraído, abriendo la puerta para los que se iban, y de paso para los que haciéndonos los distraídos entrábamos sin pagar. La tumba es muy linda. Tiene como un techo redondo arriba de azulejos, y mucha gente (creo que todos iraníes) sacándose fotos y paseando por ahí. Es todo un parque hermoso con la tumba con el techo copado en el medio.

Tumba de Hafez

Un flaquito de unos 25 años le leía poemas a dos pibas iraníes que lo escuchaban muy atentas. Duby no para de llorar por una cucaracha que hay en el baño mientras se baña. El flaco se hacía el fachero, y las pibas escuchaban con atención. En un momento le pidió a una que meta el dedo en una página del libro, al azar… y el flaco empezó a leer esa página. Un capo. Las minitas por supuesto con las cabezas tapadas con trapos.

La tumba de Hafez

Entramos a un negocio y Duby se compró un huevo coloreado. Volvimos al hotel. El recepcionista nuevo nos dio la bienvenida, y se presentó como nuestro guía para la expedición a Persépolis del día siguiente. Muy raro que el recepcionista sea el chofer, pero bueno. Le dijimos que queríamos ir a las 14 horas, para poder dormir tranquilos hasta tarde, hacer check-out del hotel, y salir para Persépolis, volviendo justito para tomar el bondi a Isfahan. Nos recomendó ir bien temprano, a las 8am, porque a las 14hs hace demasiado calor. Nos pareció que lo decía honestamente y no porque era lo que le convenía a él, y aceptamos. Veníamos muy cansados de todo Siria, de todo el viaje desde Sharjah, pero nos pareció la mejor opción.

Nos fuimos a dormir, para amanecer bien temprano, ir a desayunar rápido, y encontrarnos con nuestro chofer para salir hacia Persépolis. Ya en su auto, arrancamos viaje. La primer escala fue cargar nafta. Nos explicó que en Irán, pueden consumir todos un litro de nafta por día por la módica suma de 10 centavos de dólar. Si exceden esa cantidad, el litro cuesta 1 dólar. De todas formas los litros son acumulables, y nuestro chofer tenía en su haber como 500 litros de nafta para cargar por 10 centavos. Intentó cargar los 500 litros pero cuando empezó a rebalsar frenó.

Arrancamos viaje. El chofer era por demás agradable, hablaba bien inglés, había vivido en Rusia y en la India bastante tiempo. Casi seguro se trataba de otro agente secreto, que estaba supervisando nuestra operación en Irán. El paisaje no era muy especial: casas de cemento, terrenos baldíos, algo de pasto, algunas montañas a lo lejos y algún puesto militar bastante grande.

Llegando a Persépolis, salió el diálogo de Ahmadinejad. Que qué pensaba, etc. Como todos los iraníes (salvo uno solo que ya contaré), estaban todos en contra del presidente Ahmadinejad. Nos dijo que el 95% de las personas estaban en contra, y que el 5% restante estaban a favor por ser parientes suyos; en sus palabras: “related to him”. Le pregunté cuántos habitantes había en Irán, me dijo 70 millones, y le dije que Ahmadinejad debía tener MUCHOS parientes. Probablemente hablar mal de Ahmadinejad era un truco para descubrir si éramos espías.

Nos dijo que en las últimas elecciones el gobierno asesinó a 1000 personas, opositores, manifestantes. Que esta información no salió en ningún medio de prensa porque los 300 periodistas internacionales que cubrían las elecciones fueron chantajeados, o se les pagó para que no hablen. Que los periodis… qué raro, tengo un puntito rojo en la frente que se mueve y no se va… Que los periodistas franceses fueron silenciados por su propio gobierno, porque Francia tiene intereses en que Oil Petrol (no me acuerdo el nombre de la compañía, pero era algo así) funcione bien en Irán. El chofer no sabía bien si Francia tiene acciones, o si le compra a mitad de precio el petróleo, o qué.

Con Duby coincidimos en que estas historias nunca son 100% verdad, ni tampoco 100% mentira. No es tan fácil silenciar a 300 periodistas, que no haya ningún loquito dispuesto a escribir que mataron a 1000 personas. En ese caso yo sería ese primer loquito. Pero tampoco creo que el chofer se haya inventado la noticia.

En la conversación tocamos también el tema mujeres infieles, y es absolutamente cierto que las apedrean en plazas públicas. También nos contó que a los ladrones o los meten presos, o les dan 125 latigazos. Que en una época esto se hacía públicamente, pero que ahora lo hace la policía sin necesidad de hacerlo en público. Todas estas cosas le parecían una locura a nuestro chofer, y hablaba en términos muy similares a los que usamos nosotros: derechos humanos, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y demás. Con esto me refiero a que no es que por haber sido criado en Irán, creía que las mujeres son inferiores, o desconocía lo que significa derechos humanos.

Llegamos a Persépolis. El chofer copado nos dejó a 150 metros, y se estacionó en la sombra. Compramos unas aguas congeladas, pagamos la entrada (todos los lugares históricos y museos en Irán valen 100 Rials; 1 peso argentino – seas estudiante o no), y nos mandamos. Muchas ruinas, muy lindo todo. Conquistado por Alejandro Magno en no se qué siglo. Está bueno estar en una ciudad conquistada por Alejandro Magno. Mi análisis profundo llegó a esa conclusión: está bueno.

En Persépolis

Recorrimos las ruinas, los monumentos, las esculturas cavadas o de relieve en la pared. Subimos una cuesta bastante pronunciada donde habían más esculturas y una especie de tumba. Pudimos apreciar una vista espectacular de todo Persépolis desde acá arriba.

Los relieves

Estando ahí sentados, sacándonos fotos bailando con Persépolis de fondo, pasaron un grupo de pibes iraníes de unos 25 años, curiosos al vernos bailar. Alguno le dijo a su amigo: “Italia?” a lo que contesté: “Argentina”.

Inmediatamente fui rodeado por terroristas iraníes con bombas atadas al pecho (que no se veían, pero seguro las tenían). Su demanda: sacarse fotos conmigo. Es muy bueno sentirte Messi al menos por 1 minuto. Esto nos pasó continuamente en Irán, gente que al ver que éramos de afuera, o que éramos argentinos, quería sacarse fotos con nosotros. Se iban turnando para la foto. Un pibe le pidió al amigo que nos saqué una foto, y otro amigo se metió. El primero le pidió que se vaya porque quería estar en la foto conmigo solo. Por supuesto eran agentes secretos.

Messi con iraníes

Nunca faltan el: “Maradona”, “Messi” o hasta el “Riquelme”. Intenté convencerlos que yo no era Messi, pero les daba igual.

Terminamos con estas ruinas, Duby me preguntó si quería un helado de limón, acepté, y me compró uno. Fue rara la situación porque él no quería, simplemente quería comprarme uno. Gracias papi.

Nos costó un poco encontrar el auto. Eran todos bastante parecidos y nuestro chofer estaba con el asiento reclinado durmiendo una siesta más profunda que la de un muerto. En ese momento entendimos que el tipo no había dormido a la noche. Cuando nos recibió a las 11 de la noche diciéndonos que era nuestro guía del día siguiente, estaba empezando su turno en el hotel. Un genio. Después nos dijo que había dormido 2 ó 3 horas, suficiente para manejar los 100 kilómetros ida y vuelta a Persépolis.

Nos llevó a unos dibujos hechos con relieve sobre otras rocas, que nos explicó que probablemente era otra ciudad que intentaban construir por acá, pero que no les dio el tiempo porque “Alejandro Magno se las mandó a guardar” (sus palabras, posta).

Caímos en otro lugar que eran 4 tumbas inmensas, en una montaña. Cada tumba tenía como una montaña propia, y cada montaña formaba parte de una más grande. Nos bajamos del auto, había que pagar entrada. Preguntamos si podíamos caminar hasta las tumbas, pero nos dijeron que no. Para verlas desde adentro de la reja, a 500 metros, las veo desde atrás de la reja sin pagar. Si, si… ratas, era 1 peso, pero la decisión fue más que nada por el cansancio y el calor.

Emprendimos la vuelta a Shiraz. Nuestro chofer resultó ser uno de los conductores más civilizados de Irán. Manejaba despacio, respetando señales, todo muy bien. La noche anterior nos había reservado un micro para ir a Isfahan, a las 11 de la noche. A la vuelta dudábamos si era el mejor horario, si no preferíamos viajar de día (todavía era temprano) y llegar a la noche a Isfahan. Yo prefería viajar de noche, estar tranquilos en Shiraz durante el día, dormir en el micro, y ahorrarnos una noche de hotel. A Duby le daba extrema paja viajar incómodo de noche, y prefería hacer el viaje de día, mirando el paisaje, y dormir bien a la noche en un hotel. Los dos argumentos eran convincentes. Yo le decía que no tenían ningún problema en dormir en un micro, que dormía bien. Qué equivocado estaba.

Una mezquita copada que nada tiene que ver con el relato

Decidimos ir a la estación de micros y ver qué hacíamos. Básicamente ibamos a ver si el viaje duraba menos de 7 horas lo hacíamos de día, y más de 7 horas lo hacíamos de noche. O algo así. Creo que duraba 7 horas justo, el algoritmo no pasó la validación y el mundo se acabó. Nerd.

Decidimos hacerlo de noche. Sacamos los pasajes, con gran ayuda de nuestro chofer que era un fenómeno, una de las personas más hospitalarias con las que me crucé en un viaje. Todo impecable, ayudándonos, correcto, sin ningún interés secundario, simplemente ganas de saber si éramos espías del Mossad o no.

Nuestro chofer le pidió a su amigo el vendedor de boletos que nos de los mejores asientos del micro, y nos ubicó en unos que se podían reclinar sin quejas del de atrás, porque no había pasajeros atrás. Esto confirma una especie de teoría que dice que la reclinación SI depende del que tenés atrás y NO enteramente de la reclinación permitida por la compañía, lo cual me dejó perplejo por algunos días.

De vuelta en el hotel, nos tiramos a dormir una siesta de media mañana, aprovechando que todavía faltaba para las 4 de la tarde, nuestro horario estirado de check-out (por ser amigos del chofer). Duby se levantó antes, creo que por error porque miró mal la hora, y bajó al lobby del hotel o al souq o quién sabe a dónde. Yo me quedé durmiendo. A cada rato alguien abría la puerta del cuarto, veía mis pies dormidos, y volvía a cerrar. Y eso que estaba el cartelito de “No Molestar”. Esto confirma que eran espías iraníes, para mí.

Parece que cuando vieron que Duby se fue, creyeron que el cuarto ya se podía hacer. Al rato me levanté, ducha, y salí para el lobby. Escribí buena parte de lo que quedaba del día, nos fuimos a caminar un poco por el Souq, hasta que cerró y tuvimos que buscar un camino alternativo para volver a Warnes. No fue fácil. Entramos en un callejoncito medio villa, pensando: “esto en Buenos Aires no lo haría ni a ganchos”. Vimos una sombra que se metió por otro callejón, y luego en un galpón. Seguimos caminando, y a nuestra izquierda descubrimos que ese galpón era una parte del souq que todavía estaba abierta. Entramos, encontramos nuestro camino más felices que si los pajaritos no se hubieran comido las migajas de pulgarcito, y volvimos al hotel.

Pedimos un taxi. El recepcionista del hotel nos dijo que a las 22:05 iba a llegar nuestro taxi, que teníamos 25 minutos para cenar algo. Corrimos a la pizzería de enfrente, y nos pedimos una de muzza con dos cocas. Nos sentamos en una mesita de la calle, de las dos que había. En la otra estaban sentados los Beatles iraníes. En realidad nada que ver con los Beatles, salvo uno que era IGUAL a John Lennon. El mismo peinado, los mismos anteojos, la misma cara. Llegó un pendejito en bicicleta y empezó a reírse mientras nos miraba, y a jodernos. Un pibe de unos 10 años. Nos decía cosas como “I love you” riéndose. Usando las pocas frases en inglés que conocía. Los 3 pibes charlaban con el pendejito en farsi. El pendejito me decía: “Thank you”, exacerbando el acento en inglés. Yo le contestaba con el mismo acento y con el pulgar para arriba. El pendejo se reía y me imitaba. Al rato llegaron las pizzas de los Beatles iraníes, e inmediatamente, antes de probar bocado, nos invitaron. No hablaban inglés, pero los gestos hablaban más que mil palabras, como el slogan del Picadero.

Declinamos la invitación, aclarando que esperábamos nuestra propia pizza. Insistieron, pero negamos nuevamente. Muy buena onda. El pendejito estaba esperando su pedido. Se lo dieron, me dijo nuevamente “Thank you” pulgar para arriba, y salió disparado en su bicicleta. Llegó nuestra pizza, y debemos decir que la iraní está entre las mejores pizzas del mundo. En serio lo digo, es increíble. Quién hubiera dicho. Los Beatles iraníes se levantaron de su lugar, y se despidieron cordialmente, salvo uno que se nos acercó, e intentó esbozar una frase en inglés usando solamente la palabra “people”. Decía algo así como: “Irán people brash gadh yujh?”. Después sumó a la frase la palabra “good” y entendimos todo. Quería saber si los iraníes eran buena gente. Le dijimos que sí, entusiasmados. Agradeció, y se fue feliz. Son una masa.

Volvimos al hotel, y el recepcionista anterior ya no estaba. Nos encontramos con nuestro amigo recepcionista/chofer. Le preguntamos por nuestro taxi, y nos dijo que nadie le había dicho nada. Lo pidió, y en cuestión de 5 minutos estábamos arriba de un auto viejísimo sin rastros de ser taxi, con un conductor amargo que le ponía menos onda que Leonardo Simmons si fuese conductor hoy en día (muerto). ¿Alguien me recuerda cómo había fallecido?, ¿Estaba en bolas teniendo sexo con la secretaria, se tropezó, iba a caer por el balcón y la secretaria lo agarró de los pantalones que se le salieron y cayó al vacío?, ¿O yo recuerdo una versión muy enfermiza de la historia?

Llegamos a la estación, compramos unas botellitas de agua, preguntamos varias veces (para estar seguros) cuál era el punto del que salía nuestro micro, y allí nos ubicamos. Se fue acercando la hora de partida y el bondi no llegaba. Se siguió acercando, y nada. Afortunadamente decidimos preguntar nuevamente, porque el micro estaba saliendo desde otro lugar, y ya era la hora. Nos subimos rápidamente, y partimos hacia Isfahan.

El viaje fue incomodísimo. Los asientos apenas se reclinaban, no había lugar para apoyar la cabeza. El espacio entre el asiento y la ventana era gigante, y si ponías un buzo ahí para reclinarte, se caía para atrás. Un desastre.

Con respecto al entretenimiento a bordo (Dani, tenelo en cuenta) pasaron varias colas de películas iraníes. Por supuesto todas las mujeres bien tapadas, pero más allá de eso argumentos bastante parecidos a los nuestros. A los de películas de bondis nuestros. Después empezó la película principal de la noche. No pude entender mucho, era una película con mucho diálogo, pero básicamente el protagonista era una especie de Fabio Posca iraní, cuya muletilla humorística era tirar todo el tiempo frases en inglés (sí, inglés). Al principio no entendía cuál era la gracia que un iraní podía encontrarle a esto. Después entendí que se trataba de una especie del Manosanta de Olmedo, que en lugar de hablar en portugués hablaba en inglés, pero a un nivel Fabio Posca y no Olmedo.

El DVD de la película estaba rayado, y por momentos se trababa y repetía los mismos 3 segundos de diálogo unas 10 veces, hasta que se decidía a seguir. Ya eran las 3 de la mañana, todo el bondi dormido, y el volúmen a todo lo que daba repitiendo esos 3 segundos. Insoportable. Para colmo lo del espacio entre el asiento y la ventanilla… cuando quería ver la película porque no podía dormir, me daba cuenta que no entendía nada y que estaba rayada.

Chipi: “Loqui estaría bueno que en el próximo mail incluyas fotos de terroristas árabes todos armados y tapados. Para darle un poco de amarillismo al tema.”

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5 Comments

  1. Impecable, siendo las 106 del viernes de capital uno piensa sera el mismo mundo el mio que el suyo y si… La buena hospitalidad y sonar famoso me hizo acordar la india, te hacen sentir famoso, me acuerdo que salimos en la tapa de unos diarios por bailar bien en la calle… Muy groso lo que escribis loco. Enjoy your trip. Disfruta de este viaje unico, no te pierdas nada, los quiero chicos

  2. escribo atras del comentario gay de tibu… muy bueno le metes mucho entusiasmo al relato… y queria decir.. que duby esta muy gordo..

    1. jony, aca esta lleno de putañeros jovenes, tipo de 20 años que se “contratan” una chica por uj par de dias… me tengo que ir que me mande una…

      abrazo.

      1. ufff… me mandé una para poder usar internet gratis en el hostel y casi me pescan.

        decía que acá hay muchos pibes jóvenes que se contratan una chica por un par de días, y talvez son pibes facheros… es rara la situación. me hicieron acordar a vos… “yo a tu edad jony…”

        Abrazo.

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