Damasco #5
No recuerdo mucho del vuelo a Damasco. Probablemente nos envenenaron y revisaron nuestros miembros, buscando judaísmo.
Sí recuerdo la llegada, cómo olvidarla. Mucho antes que el avión detenga su marcha, después de aterrizar, todos los árabes se habían parado y ya estaban gritando, buscando sus cosas, empujándose, intentando bajar. Ingresamos en la sala de migraciones, y nos encontramos con un espectáculo único, inesperado.
El aeropuerto era absolutamente convencional: azulejos en el piso, paredes blancas, puestitos de migraciones organizados y con carteles indicando: “CIUDADANOS SIRIOS”, “CIUDADANOS DE OTROS PAISES ARABES”, “OTRAS NACIONALIDADES”. Todo impecable en términos edilicios. La sorpresa nos la dio justamente la gente. Parecía un campo de refugiados montado de improviso en un aeropuerto. Familias enteras sentadas en el piso, antes de pasar migraciones, comiendo sandwiches, manzanas, y tomando agua. Probablemente eran refugiados, otra explicación no puedo encontrar. Estarían esperando asilo en Siria. De todas formas se los veía tranquilos, acampando. Una situación muy extraña. Pasando los puestos de migraciones, vi a los policías sirios y se me puso la piel de gallina. Los imaginé llevándome a un cuarto oscuro, interrogándome, preguntándome si era o no judío, si había ido a la tierra prometida. Yo negando, ellos abriendo este Blog y diciéndome: “¿te pensás que somos pelotudos?”. Nos paramos en la cola de OTRAS NACIONALIDADES, un poco nerviosos los dos. Atrás nuestro había una casa de cambio en donde se amontonaban sirios hombres, a los gritos, discutiendo o hablando a los gritos. Es difícil saber la diferencia entre los árabes. Siempre gritan, siempre discuten. Mientras los escuchábamos gritar, veíamos como un grupo de unas 30 mujeres de negro, con telas en cabeza y cara, que intentaban colarse. Los tipos las puteaban y las minas se volvían a su cola. Por atrás de migraciones pasa un flaco gritándole a un policía sirio: “THAT’S YOUR PROBLEM, NOT MINE”. A la pelota, a este lo van a fusilar, pensé. En medio de tanto grito, nervios, refugiados, etc, me doy cuenta que tengo el carnet de prensa de America en el bolsillo trasero de mis pantalones. En ese cuarto interrogatorio, encima de descubrir que soy “de la cole”, me iban a “hacer la cola” por tener un carnet de prensa falso. Intenté meterme la mano en el bolsillo para romper el carnet, acceder al papel de adentro, destruírlo, y tirarlo hecho pedacitos a un tacho. Una tarea absolutamente imposible de realizar de incógnito. Decidí olvidarme del asunto y confiar en que nadie me iba a interrogar o torturar.
En algún momento Duby se fue a otra cola, y dividimos esfuerzos colales. Llegó él primero, y me llamó. Me dio un poco de cosa meterme adelante del que lo seguía a él, pero insistió y me mandé. Inmediatamente el que estaba atrás nuestro le dijo algo en árabe al de migraciones. La puta madre. El de migraciones empezó a preguntarme por qué me había colado. El de atrás empezó a decir en árabe: “ya fue, dale”… tipo “meshi”… que es algo así como “dale” o “vamos”. El de migraciones insistía con la pregunta. Le expliqué que estabamos juntos, me hice el que meterte en la cola cuando tenés a un amigo es algo muy común en occidente, o algo por el estilo. Finalmente el de atrás no insistió, y el de migraciones continuó con su trabajo. Buena forma de empezar en Siria, ¿no?
Primero venía el pasaporte de Duby. Le hizo varias preguntas. “Thki Arabi?” (¿hablás árabe?). Duby entendió la pregunta pero se hizo el boludo. Si bien no habla árabe, no quería contestar que no de una. El tipo siguió con el inglés. Le preguntó si tenía ascendencia árabe. Duby le dijo: “Sí pelotudo, mirá mi apellido, ignorante”. El tipo siguió preguntando. Cuántos días nos íbamos a quedar, etc. Cuando llegó mi turno, pensé que se venían las mismas preguntas, o peor. Que iba a figurar en la pantalla: “PABLO DANA, HIJO DE LIBANÉS, JUDÍO”. Con letras rojas y fondo amarillo, titilando, y la música de Crónica de fondo. Nada de eso. El tipo ni enterado. No me hizo ni una sola pregunta, y pasamos. Agarramos las mochilas, que estaban hiper comprimidas por el viaje. Revisé a ver si estaba todo y noté que me faltaba el necesser que me regaló Monda en 2004. Adentro tenía solamente el cepillo de dientes, peine y dentífrico, pero me deprimí más que cuando me robaron la mochila con cámara de fotos y todos mis CDs en centroamérica. Duby me decía que no pasaba nada, que son cosas que no valen un mango, pero yo estaba enojado. Enojado con los árabes, con los marroquíes, con los sirios, con la aerolínea, con la bienvenida que me daban a su país. No podía superar la bronca.
Salimos del aeropuerto y ahí nos esperaba nuestro chofer del hostel con un cartelito: “Pablo Dana”. Muy simpático el hombre, nos acompañó hasta su auto. En el camino nos preguntó si hablábamos árabe. Le contestamos que no, y le preguntamos si él lo hablaba. Se rió. Estábamos muy dormidos para buenos chistes.
La ruta podía tranquilamente ser Buenos Aires – Ezeiza. Muchos más árboles a los costados, y las líneas de la ruta no estaban bien marcadas, pero más allá de eso parecía tranquilamente una ruta argentina. A nuestra izquierda pasamos una lámpara maravillosa tipo de Aladino. Ahora no entiendo por qué se llama lámpara. Si es como una tetera. Era una lámpara de genio inmensa, gigante, tipo monumento, en la altura. Nuestro chofer no manejaba el inglés. Yo seguía puteando un poco por mi necesser, más que nada preocupado porque me hayan robado algo más, por no haber tenido tiempo de revisar bien la mochila. Al mismo tiempo avanzaba pensando en mis abuelos. En que habían nacido ahí, se habían escapado en 1947 y nunca habían vuelto. Empezaba a fabricarme las primeras imágenes de ellos en Siria.
Llegamos a la ciudad, después de un corto viaje. A nuestra izquierda vemos la muralla de la ciudad vieja. Nuestro chofer la señala y dice: “the hostel”. Nos quedamos mirando sin entender dónde estaba el hostel, qué señalaba, si lo único que veíamos era la muralla de la ciudad vieja. Manejó durante 15 minutos más, y no entendíamos qué estaba haciendo si ya habíamos pasado el hostel hace rato. Estacionó dentro de la ciudad vieja, bien pegado al cordón, como yo.
Nos bajamos, y nos guió por el laberinto que es la Medina, la ciudad vieja de Damasco. Meto la palabra Mediná porque recién releí todo esto y repito mucho Ciudad Vieja. Así tengo backup de palabra. Fuimos avanzando y en serio era un laberinto de callejuelas diminutas, vistas como a través de un gran angular, cayendo sobre nosotros. A los costados continuamente imágenes de vírgenes, estatuas de vírgenes, cruces, iglesias. El chofer nos iba indicando todas las vírgenes y las iglesias, como orgulloso.
Paredes grises, suciedad, pero al fin y al cabo todo lo pintoresco que tiene una ciudad vieja. Las puertas de madera antiguas, una señora que nos saluda mientras pasamos a las 5 de la mañana (en el patio de su casa alcanzamos a ver algunas banderas gigantes de Brasil), y finalmente la puerta del hostel. Nuestro chofer la abre, nos invita con dos vasitos de agua a cada uno, nos muestra dónde está la máquina de Sparkling Siria, y nos entrega la llave de nuestro cuarto. Estaba bastante bien: aire acondicionado, baño privado, ducha… lo cierto es que era más caro de lo que esperábamos: 18 euros por noche cada uno. La ONU debería establecer precios mínimos para el tercer mundo y precios mínimos para el primer mundo.
Entramos al cuarto, yo maldiciendo por no tener cepillo de dientes. Abro la mochila para buscar algo y encuentro mi maldito necesser ahí. Me sentí el más boludo del mundo, y Duby debe haber sentido lo mismo porque me dijo: “Sos el más boludo del mundo”.
Nos despertamos cerca de las 10 de la mañana, escuchando algunos ruidos de afuera, de gente desayunando, de un televisor prendido. Salí y me encontré con Theresa, una alemana que viajaba con su novio Thomas, canadiense, que estaba descompuesto encerrado en su cuarto hace un par de días. Había comido algo en la frontera con líbano que lo destruyó. Ambos vivían en Inglaterra. Me serví algo de desayunar: un té, pan árabe, un queso parecido al lebne (aunque de queso y no de yogurt), un dulce de damasco, un huevo duro… lo mezclé todo adentro del pan porque no sabía bien cómo se comía eso. Hice lo que pude.
Mientras tanto Theresa me contaba de Líbano, y yo muy entusiasmado interrogaba. Si es seguro, si hay controles de Hezballah (¿significa ejército de Dios o recuerdo mal?), si se puede andar por cualquier parte, si da para alquilar auto o mejor con un tour, en dónde dormían, etc. No le dije que mi viejo era libanés, que yo nunca había ido y que él se fue a los 8 años y nunca había vuelto. Podía abrir la canilla de muchas preguntas que no estaba seguro si podía contestar: ¿y por qué se fue?, ¿y por qué nunca volvió?, ¿es católico? Etc. Es judío, se fueron para el ojete, como que se tuvieron que escapar, y nunca volvieron porque en la siguiente vida prefieren ser delfines antes que jabón NAZI DE MIERDA DEJAME DE JODER CON TUS PREGU… perdón.
Me contó que hay unas ruinas a 30 minutos de la frontera con Siria en Aanjar que están copadas. Que Baalbek tiene las columnas y ruinas mejor preservadas. Que plantan cosas, que es muy verde. Que hay dos montañas entre Siria y Líbano y que en el medio se genera un micro-clima donde plantan cosas copadas. Que hay para probar vinos, viejos viñedos, muy lindo. Que en Baalbek es como que se exhibe Hezbollah, que ahí se portan joya, educan a los chicos, les dan de comer, todo para poder lavarles la cabeza y que estén contentos. Todas palabras de la alemana, las cuales me sorprendieron, aún más dichas en Siria. Yo no me atrevería en Siria a decir que Hezbollah le lava la cabeza a los pibes. Ella llevaba más tiempo ahí. Dijo que no pasa absolutamente nada con Hezbollah, que no los pararon para preguntarles nada, pero que si uno pretende ir para esas zonas mejor hacerlo con un tour, sin alquilar auto. Que en las cercanías de Beirut ni pensarlo, 100% seguro alquilar auto. Que Jeita Grotto es una caverna muy famosa, y que se puede andar en un bote por abajo (underneath) de las cavernas. Que Byblos es muy lindo. Que Jouiners es un pueblo pesquero con muy buena comida. Cedars sky area (¿significará área para esquiar? Ni idea, estoy leyendo los apuntes de lo que me iba diciendo la piba). Por el sur hay que ser más cuidadoso, calculo que con Hezbollah.
El tour privado, con almuerzo, ir a los viñedos, etc, vale 75 dólares con guía.
NAKHAL (Ni idea por qué escribí esto).
Que está muy bueno para quedarse en casas de familia. Se puede contratar online en una compañía que se dedica a eso llamada L’Hote Libanais: www.hotelibanais.com
Eso es todo lo que pude sacarle a la nazi. En medio del desayuno, atrás mío, un grupo de personas escuchaban música de la tele y aplaudían y cantaban en árabe. Eran los empleados del hostel con una vieja que vivía ahí. Era como una casa de familia de jóvenes, como 4, que calculo que vivían ahí, y la vieja. Como un taringa con vieja. Conocimos a Matt, que al principio pensé que era Max, que nos dijo que era el “encargado de IT del hostel”. Muy gracioso. En realidad se llamaba Ohman Mahumad Alí o algo muy muy árabe, pero su profesora de inglés le había puesto Matt. IT consistía en un router que solamente andaba si te sentabas en un sillón al lado de la cocina, con una pierna enganchada atrás del cuello. Sino no hay wi-fi. Decía… se pusieron a cantar, aplaudir, al ritmo de la música. Muy natural y muy lindo todo. Al lado nuestro una imagen de Jebús y una estatua de la vírgen. No entendíamos bien qué onda en Siria con tanto cristianismo. En este momento se nos acercó Jackie, una de las chicas del hostel, y nos mostró un mapa de la ciudad vieja. Muy agradable la chica, muy simpática. Nos mostró que el hostel estaba en la zona cristiana de la ciudad. Nos indicó dónde estaba la zona musulmana, y la judía, donde dijo que no había casi nadie.
Salimos a caminar. El hostel tenía dos salidas. La primera era por el camino por el que habíamos entrado, y la segunda era por el lugar que nos había señalado nuestro chofer cuando llegábamos: por la muralla de la ciudad vieja. Increíblemente el hostel tenía una escalera que colgaba desde el hostel hacia el piso a través de la muralla, toda hecha de sogas y palos. Miramos hacia abajo y nos dio pánico, pero teníamos que trepar por la muralla de la ciudad vieja. Aventura pura. Primero bajó Duby, sin problemas. Deposité la cámara en un balde, y la bajaron junto con la Lonely Planet con una soga. Bajé yo. Muy amables y serviciales los muchachos del Damascus Hostel. En el sitio dicen que no están recibiendo más turistas, porque el dueño, Raymond, se fue de viaje por unos meses, así que solamente toman gente que se quede mínimo 6 meses. De cabezas duras llamamos y conseguimos lugar. Excelente hostel. Un poco caro nomás.

Dimos la vuelta a la muralla y entramos a la ciudad vieja. Lo primero que nos llamó la atención fue que no llamábamos la atención. Nadie nos miraba. O estaban acostumbrados al turismo, o parecíamos locales. Del hostel nos habían indicado cambiar plata en Miami Shoes, un negocio de zapatos (creemos) con buen cambio. Lo buscamos por todas partes, transpiramos bajo el sol del mediodía como perros. Aunque los perros transpiran por la lengua, pero se entiende. Un calor insoportable, peor que los calores de Buenos Aires. No teníamos un peso para agua. Finalmente, preguntando un poco, encontramos Miami Shoes, pero estaba cerrado. Atravesamos todo el souq caminando con este calor, hasta volver a salir de la ciudad vieja y encontrar un banco.
En todo el trayecto por la ciudad vieja nos dimos cuenta que muchas mujeres iban con el pelo suelto, muchas vestidas de forma completamente occidental, por más que ya habíamos salido del barrio cristiano.
Subimos al primer piso del banco. Podía ser tranquilamente una sucursal del Banco de Galicia o del Deutsche. Limpito, prolijito, tipo Zetu. Todo impecable. Sacamos número y esperamos. Nos atendió una mina que tranquilamente podría ser Argentina. Digamos, ni rastros de islam, ni de árabe. Pollera azul, camisa blanca, tipo uniforme de banco. Esperabamos algo mucho más raro de Siria me parece. Cambiamos la plata sin problemas, y seguimos nuestro camino.
Recorrimos un poco el Souq de Damasco. Lo primero que nos sorprendió fue que nadie nos quemaba la cabeza para vendernos nada. Caminábamos mirando las cosas una a una, preguntando precios, sin que nadie te vuelva loco para venderte. Cada tanto pasaba un auto volando que obligaba a saltar a un costado. Están todos locos. Alguna carretilla también gritando camino, sin frenar un segundo, y las motos eléctricas que vienen desde atrás y ni se escuchan. Era bastante enloquecedor. Terminamos en un resturante recomendado por el hostel, muy acogedor, donde comimos por unos 30 pesos cada uno. Nos pareció muy barato, para todo lo que comimos, pero no conocíamos los verdaderos precios baratos. La comida consistió en una Kibbe y un Aleppo Kebab para mí, y un Shish Kebab para Duby. Apenas nos sentamos trajeron agua mineral, y cuando terminamos de comer, sin pedirlo, trajeron sandía, otra fruta parecida a la pera pero más chiquita, y unos dulces.

Volvimos al Souq. Yo necesitaba una toalla (me la había olvidado en casa). Paseando por allí, encontré una toalla increíble de Undertaker, una especie de personaje mitológico de Lucha Fuerte. Me vi obligado a comprarla. Otra novedad de este Souq: los precios son prácticamente los que figuran. Por la toalla no conseguí ningún descuento, y eso que me fui, insistí… volví un buen rato después, etc. La pagué 20 pesos. Je. También le compré un regalito a NatiDana.

Pasamos por una heladería donde tenían una bocha de helado. No, posta, tenían kilos y kilos de helado sobre el mostrador, ahí tirado, y cuando se lo pedías lo agarraban de ahí. Creo que un solo gusto vendían. Había una cola terrible, y la gente se desesperaba por ese helado.
Un tipo disfrazado de no se qué vendía té.
Encontramos un pasacalles atravezando el Souq que decía: “Thousands of greetings and salutations to the freedom fleet. The syrian people condole his excellency president of Turkey & the families of all the martyrs and highly admire the sacrifices and efforts they have offered. Where is the security council & the united nations from all that is happening? Victory is coming god willing at the hands of his excellency president Bashar Al Assad.”

Volvimos a dormir una siesta, agotados. En un momento, llegada la noche, se cortó la luz de nuestro cuarto y empezamos a sentir un calor agobiante. Cuando volvió la luz, a los pocos minutos, volví a encender el aire, lo cual hizo que se corte nuevamente. A los pocos minutos nos dimos cuenta que cuando encendíamos el aire y se cortaba la luz, se cortaba en todo el hostel. La flasheabamos que talvez se cortaba en toda Siria, así que antes de apretar el botón de encendido del aire gritábamos “TOMEN SIRIOS PUTOS”, y cortábamos la luz del país. Finalmente nos cansamos de hacer la guerra, y salimos.
Era la final del mundial. Theresa nos recomendó un bar para verlo, donde se iban a reunir extranjeros, y donde vendían alcohol (barrio cristiano). Duby no tenía muchas ganas de verlo, pero me acompañó. Llegamos bastante tarde, cuando ya estaba empezado. De casualidad conseguimos lugar en un barcito diminuto, repleto de árabes, pegados al televisor. Al lado mío tenía un aire acondicionado gigante parecido al Arturito de iplan, pero sin que salga el aire caliente para afuera (unos genios). Me pedí lo mismo que el de al lado por no tener idea cómo se pedía algo. Nos trajeron como agregado una botella grande de agua mineral, pistachos pelados y semillitas de girasol. Lo que me había pedido resultó ser un licuado de frutillas o algo así. Estaba claro que todos hinchaban por España. Probablemente siempre hinchen por el más latino. De todas formas tenían algo parecido a los españoles, de gritar “Gol” cuando la pelota pasaba cerca del arco propio. Tiempo suplementario, gol de Iniesta, gritos y festejos como si fuesen españoles, y salimos del bar. Mientras nos dirigíamos afuera, escuchábamos a los holandeses del piso de arriba del bar cantar: “Robben! Robben! Robben!”. Pobres perdedores. 3 finales y no ganaron ninguna.
Era bastante tarde y yo tenía más hambre que el Tibu en el Golden borracho. Caminamos buscando un lugar para comer. Duby se conformó con un helado, y yo finalmente encontré un puestito que vendían cosas árabes y pizzas. Me pedí algunas cositas, una sprite, y terminé pagando 4 pesos por todo. Una cena de primera.
Duby le acaba de comprar el decimo regalo a Serdi. Me pidió que lo escriba para que se ponga contenta.
Mientras comía veía pasar autos tocando bocina, camionetas con gente parada arriba gritando “Ole Ole Ole Ole Ole Ole”… no eran españoles, eran sirios. Los tipos no tienen chances de festejar nunca nada, no pueden llegar nunca ni a clasificar al mundial, así que toman prestado los festejos ajenos. Había gente tirando petardos en la calle, bocinazos, etc. Muy limado.
Nos fuimos a dormir.
Al día siguiente desayunamos lo mismo que el día anterior, charlamos un rato con Theresa y con Thomas, su novio en recuperación, y quedamos en viajar juntos, contratando un chofer del hostel, a Palmyra y Crac Des Chavaliers. Era conflictivo porque el precio era el mismo independientemente de cuántos seamos. Nosotros queríamos que nos dejen en Hama, nuestro próximo destino, pero eran 45 minutos de Crac des Chevaliers, y la nazi no quería que el chofer nos alcance hasta ahí y volver porque tenía hora y media de viaje de más (ya eran 3 horas desde Damasco a Palmyra).
Llamamos por teléfono a Air Arabia para resolver la cuestión Visa de Dubai. Logramos que nos extiendan una visa de tránsito por 60 dólares, pero teníamos que ir a pagarla ahí. La minita del hostel dijo taxi, pero nada de eso. Nos pusimos a caminar. Atravesamos el Souq nuevamente, pasando frente al puesto de la toalla de undertaker, y salimos al sol. Un delirio el calor que hacía. Pocas veces en mi vida sentí algo así. El viento en lugar de consolarnos, nos asaba. Era un viento hirviendo. Como si el motor del mitsu se hubiera prendido fuego y estuviese metiendo la cabeza en el capot. Quemaba. Mientras tanto en Buenos Aires frío polar. Un viejito pedía monedas en la calle, a cambio de pesarte en su balanza, bajo el sol. Cruzamos la calle corriendo peligro de muerte (como en cada calle que cruzábamos en Siria), y caminamos. Nuestro primer objetivo era el Museo del Ejército, y el segundo Air Arabia por el tema Visa. Caminamos mucho, demasiado, y no aguantábamos más el calor. En alguna esquina encontré un bebedero, y tuve que hacer la cola. Cuando llegó mi turno un gordo chivado se quiso colar y no lo dejé. Tomé agua de la canilla en Siria… bien por mí. Seguimos caminando con destino Museo del Ejército, y de casualidad encontramos la oficina de Air Arabia. Increíble. Decidimos volver después del museo.
Seguimos caminando, hasta que encontramos un hotel muy cheto. Algunas personas salían de una conferencia. Nos paramos en la puerta. Sentía las gotas de sudor resbalando por mi cuerpo. Un muchacho cortó su celular, y nos acercamos a preguntarle. Le costó bastante entender qué queríamos. Representamos el ejército disparando armas imaginarias, y aún así creo que no nos entendió, hasta que le dijimos que buscabamos el Hollyday In (cerca del museo), y nos dijo que esperemos que en 5 minutos llegaba un amigo de él que hablaba bien inglés y que nos podía alcanzar. Mientras esperábamos, como podíamos, hablamos de Líbano. Nos preguntó si habíamos ido a Beirut, con una sonrisa picarona. Me da la sensación que Beirut es una fiesta. Todos los sirios, o de todos los paises árabes deben ir a Líbano a enfiestarse como locos.
Llegó la 4×4 muy cheta del amigo. Lo ayudamos a subir unos carteles a la parte de atrás, y arrancamos viaje. Le comentamos que íbamos al museo del ejército. El flaco hizo 5 cuadras en la dirección por la que habíamos llegado al hotel, y nos indicó que ya estabamos en el museo. Habíamos pasado por la puerta sin darnos cuenta. Nos bajamos, agradecimos, y entramos. Adentro, resultó que el museo estaba cerrado por restauraciones y que en el resto del edificio tomaba lugar una especie de feria del libro. Entré un toque pero estaban todos los libros, por supuesto, en árabe.

Caminamos nuevamente hasta Air Arabia. En el camino nos compramos unos jugos de naranja. Nos dijeron que el precio era 40 (4 pesos) y cuando nos lo entregaron lo cambiaron a 50. Arabes de mierda hijos de una gran puta. La onda era dejarlo e irnos, pero nos moríamos de sed. Terminamos los jugos, y llegamos a Air Arabia. Adentro, un flaco muy excitado por hablar en inglés o por encontrarse con turistas nos recibió muy alegre. No nos dejaba hablar. ¿Vienen a comprar un pasaje?, ¿qué hacen en Siria?, ¿en qué los puedo ayudar? Antes que nada callate putito. Le explicamos lo de la Visa de Dubai, etc, y nos dijo que teníamos que ir a otra oficina de Air Arabia. Le pedimos que nos pare un taxi y establezca tarifa él.
Apenas salió el putito a la calle, se quiso matar. El calor que hacía era insoportable. Estuvimos 5 minutos intentando parar un taxi pero estaban todos ocupados. El flaquito dijo que le indiquemos la dirección al tachero, que no paguemos más de 50, y que iba a estar todo bien. Volvió a entrar a su guarida acondicionada.
Esperamos como 10 minutos más. Todos los taxis ocupados, insoportable. En algún cartel de temperatura vimos la realidad: 39 grados. Finalmente un taxi. Nos pidió 70, le dijimos 40, terminamos pagando 60. Eran 3 cuadras de donde estábamos. Maldito putito y puto tachero.
Entramos a Air Arabia, y nos atendió una chica muy amable que nos invitó a sentarnos mientras se encargaba del papelerío. Le dimos fotocopias de pasaportes, información de nuestros vuelos, pagamos los 60 dólares cada uno, le pedimos un recibo y nos fuimos.
Volvimos a caminar por el Souq. Esta vez nos compramos un helado cada uno en esa famosa heladería (que justo Serdi ese día nos había dicho “hay una heladería famosa en Damasco”). Paseamos con el heladito. En realidad lo del helado fue antes del museo del ejército y de air arabia, pero paja cut&paste.
Entramos a almorzar a un puestito del Souq. Pedimos un Kebab cada uno, con una gaseosa cola tipo inca-cola. Se nos complicó preguntar si el kebab era de cerdo. Me tuve que poner a imitar animales tipo Stepan. Primero imité una vaca, después un chancho, y después un elefante. Los pibes negaban, pero no representaban el animal real. Simplemente indicaban el tamaño de una gallina. Creo que era una gallina. Fueron entrando grupos de minas tapadas completamente. Nos miraban curiosas, como si fuésemos bichos raros, pero al mismo tiempo riéndose, con simpatía, como los chicos. Al lado nuestro se sentaron dos señoras Jordanas. A Duby le agarraban paranoias todo el tiempo, y decía que para él eran israelíes. Después nos pusimos a hablar y parecían en serio Jordanas. Le llamó la atención que entre ellas hablaban en inglés. También pensamos que Thomas y Theresa irían a Israel después de Jordania (su próximo destino), pero no estábamos seguros.
Terminamos de comer, y nos fuimos a conocer la mezquita de Damasco. Como no se puede andar en shorts en la mezquita, nos tuvimos que poner una pollera que alquilaban ahí mismo. La cara de la gente en la mezquita, viéndonos pasar con pollera, era increíble. Se cagaban de risa. A medida que pasábamos, las cabezas se daban vuelta. Creo que estábamos increíblemente sexys. En algún momento nos cruzamos con algún otro turista, que también llevaba pollera, y nos jodimos mutuamente: “A mi me queda mejor”, “Irresistible!”, “Atractivo!”… y cosas así.

Adentro de la mezquita, la parte de hombres está separada de la de mujeres. Un nene jugaba arriba de un altar, revolcándose, con la camiseta del Barcelona de Messi. Todas las camisetas de estos países árabes son de Messi en el Barca. Unas chicas, de su lado de la soga, nos miraban curiosas. Se acercaban una a la otra riendo y nos señalaban, con timidez, pero cagándose de risa. Nos veían adentro de la mezquita con pollera, y lo cierto es que tenían motivos para reírse.

Salimos de la mezquita, y nos fuimos a un locutorio a llamar a nuestro contacto en Damasco: Albert Cameo, el presidente de la comunidad judía de Damasco&Aleppo. Nos lo había conseguido Jo Hamoui, primo italiano de mi viejo. Primero nos sorprendió mucho que existan judíos en Siria. Llamé por Skype, y atendió una señora. Intenté comunicarme primero en inglés, pero fue imposible, después switchee a francés, y más o menos me pude hacer entender. Todo a los gritos. Del otro lado había una vieja que no escuchaba bien, y mi francés es muy limitado. La gente del locutorio se daba vuelta y me miraba, sin entender ni por qué gritaba, ni por qué cambiaba de idioma cada 6 segundos. “Me gustaría hablar con el señor Albert Cameo”, le dije en francés. Finalmente entendió. Quiso saber de qué trabajaba, si era periodista. Le dije que no, que era amigo de Jo Hamoui. Me pasó por unos 5 segundos con Albert, quien se cansó de intentar entenderme, y me volvió a pasar con la vieja. La vieja también se cansó, y me dijo que en su casa había una persona que hablaba inglés. Me la pasó. Hablé con ella un rato en inglés, y otra vez con la vieja, quién resulta que hablaba un poco de español (MUY limitado). Me preguntó de qué trabajaba de vuelta, si era judío, cuál era el apellido de mi papá, el apellido de mi mamá. Yo gritando: “Dayan” o “Hamoui” en un locutorio… paranoico por mi condición de judío. Me preguntó como 15 veces por Jo Hamoui, parece que nadie en esa casa lo conocía, ni siquiera Albert Cameo. Finalmente la llamada se cortó porque me quedé sin crédito de Skype, y resultaba imposible comprar desde ahí.
Un sueco buena onda que estaba escuchando mi conversación ofreció su celular. Gracias sueco. Llamé nuevamente a la vieja. Me dijo qué quería de ellos. Le dije que nada, simplemente conocer a Albert. Me preguntó nuevamente qué quería, si quería pasear. Insistí en que sólo lo quería conocer. Era raro, toda la situación era rarísima. Pero queríamos ver qué onda los judíos de Siria, los pocos que quedaban. La mina empezó a intentar explicarme cómo llegar a su casa, a preguntarme dónde estaba yo. Resultamos estar en la misma calle que donde vivía, pero como no existen las alturas de las calles en la maldita Siria, todo era más complicado. Me pidió que le pase con alguien que hable árabe. Le pasé con el pobre sueco que estaba estudiando árabe hacía 1 mes, y no cazaba una. La cara del pibe cuando le pasé el teléfono fue genial. Al final le di el celular al pibe del locutorio, quién después de hablar unos minutos, cortó y nos dijo que enseguida nos venían a buscar.
Al cabo de 5 minutos llegó Albert, un hombre no muy alto, un tanto robusto y jorobado. Caminamos algunas cuadras hablando poco. Le preguntamos si hablaba hebreo y dijo que muy poco. Hablaba francés, pero yo todavía no me animaba. Llegamos a la casa y subimos 2 pisos por escalera.
Cuando entramos, saludamos a una señora vestida en camisón, que estuvo casi todo el tiempo en la cocina, a una mina de unos 40 años medio desagradable, y a la vieja, que resultó ser la hermana de Albert. Del techo colgaban cosas en hebreo, cuadros, todo muy judío. Resulta que en Damasco quedan unos 150 judíos nada más. Que hay algunas sinagogas, pero una sola funciona. La de los Miniane está en ruinas. La hermana de Albert decía que ruinas, y Albert decía que no era para tanto. Nos explicaron que la situación desde 1992 con los judíos es buenísima, que no hay ningún problema, ni discriminación de ningún tipo. Le comenté a la hermana de Albert (en francés) que cuando le dije a mi abuela que me iba a Siria, se asustó mucho. Se empezó a reír mucho, no lo podía creer. Me dijo que le diga a mi abuela que no pasa absolutamente nada, que más seguro para los judíos no podría ser. Dijo que se puede vivir, hacer negocios, como cualquier otro, sin necesidad de esconder nada.

Nos trajeron café turco y unas masitas que no estaban mal. Charlamos de los Dayan, de Herta Dayan, de los Dana, de la sinagoga de los Miniane, del abuelo de Raymond que la construyó. No ubicaba ni a los Dayan ni a los Dana, pero obviamente conocían la sinagoga. Me preguntaron el nombre de pila del abuelo de Raymond pero no lo sabía. De todas formas ubicaban la sinagoga inmediatamente con sólo decir “Miniane”. Al poco rato empezaron a preguntar si no teníamos plata para ayudar a reconstruírla. Les dijimos que no, que estábamos viajando como podíamos. Hicieron algunas llamadas para ver si nos podían abrir la sinagoga que usaban normalmente, y la de los Miniane. Encontraron al key-master y nos dieron el Ok. Antes de irnos, la hermana de Albert nos preguntó si teníamos algo de plata para donar al templo. No nos gustó la pregunta, y talvez se notó en nuestros rostros, porque inmediatamente empezó a aclarar que esto había sido idea del key-master, que era medio asquerosito, que le importaba la plata, pero que Albert nada que ver. Ninguna boluda la vieja. Le preguntamos cuánto, pero no sabía, nos dijo que si queríamos o si podíamos, sin ninguna obligación de ningún tipo, si teníamos. Yo creo que esperaban algo tipo 500 dólares. Les dimos 50 pesos entre los dos. Es algo.
Lo cierto es que no pidieron la plata de usureros, de ambiciosos. Vivían en una casa más que humilde, chiquita, con humedad… le preguntamos a Albert de qué trabajaba, y nos dijo que su trabajo era ser Presidente de la Comunidad Judía de Siria & Aleppo. Nos quedamos con la curiosidad de qué hacían el resto de los judíos de Siria. Si vendían telas en el souq como cualquier hijo de vecino musulmán, etc. O si eran todos presidentes de alguna pelotudez. Ser el presidente de 150 personas que van al templo sólo en fiestas… raro.
Salimos a buscar la primer sinagoga. Nos metimos por el barrio judío de la ciudad vieja. De barrio judío no tenía nada. Ni una mezuzá. Aparentemente era el barrio judío simplemente porque los judíos vivían ahí en una época. Llegamos al templo, y nos sorprendió lo bien conservado que estaba, la cantidad de torot que había, lo limpio que estaba. Parecía un templo que cualquier viernes a la noche podía prestar servicio. Le preguntamos si había rabino, y dijo que no. Le preguntamos si había Sofrim, y dijo: “Somos todos Sofrim”, si había Mohalim (los que te la cortan a los 8 días de nacer), y casi que dijo: “Somos todos mohalim”, aunque después corrigió y dijo que venía alguien de no se dónde a cortarlas. De todas formas hacía 40 años que no se la cortaban a nadie, porque lo triste de la historia es que las 150 personas de la comunidad judía de siria son mayores de 40, y todos solteros. Tanto Albert como su hermana eran solteros. Todos los casados o con hijos se habían ido a “America” o a “Mexico City”. Inclusive otros hermanos de Albert con sus sobrinos. Le preguntamos si nunca había pensado en irse a vivir a Israel, y siempre contestaba: “si me voy a israel no puedo volver”… insistimos con lo de irse a vivir, pero insistía con esta respuesta. No lo dejarían entrar a la vuelta. Es triste pensar que en 40 ó 50 años no va a quedar un solo judío en Siria.

Duby se puso los tefilim y cantó el Shemá en Damasco. Todo un evento. Albert y el key-master debatían señalando lugares del templo. Talvez decían: “Eso lo tiraría abajo y pondría un caño tipo Tinelli”.

Salimos de este templo y nos llevaron al de los Miniane. Desde afuera nadie puede darse cuenta que se trata de un templo abandonado. No tiene ni mezuzá, ni nada en hebreo. Es simplemente una puerta de una casa. Unos muchachos estaban sentados en la vereda de enfrente cuando llegamos. Nos metimos, y empezamos a recorrer el templo. Un pedazo del techo se había caído. El resto estaba sostenido por columnas de madera improvisadas. Había mucho polvo. Todas las torot se las habían llevado al otro templo (al de French, el primero que fuimos). En el medio había como un estrado muy alto, de un metro y medio de altura. Encontramos una silla donde probablemente se la cortaban a los bepis, y nos imaginamos a Raymond ahí arriba. Carlita, ¿sabés si lo circuncidaron ahí a tu viejo? Ah, qué boludo.. si nació en Francia… Pregunté si no había una placa que diga Miniane, y me ayudaron a encontarla. Ahí estaba nomás: a la izquierda de las torot, ahí arriba. Todos los nombres de los que construyeron la sinagoga. Le saqué una foto.



A los Miniane: talvez pueden reclamar por este templo, que probablemente les pertenece!
Cuando intentamos salir, la puerta había sido trabada del lado de afuera. Albert y el key-master parecían tranquilos. En broma, le dije a Duby que lo único que faltaba era que prendan fuego el lugar. Intenté levantar lo que trababa la puerta con una madera, pero el palito se rompió y la traba ni se movió. Albert vió pasar a una mujer por afuera y le pidió cordialmente que le abra. Lo hizo sin problemas y salimos. Nos habían trabado con una barra de metal. Le pregunté a Albert qué había pasado y me dijo que ni idea. Probablemente una joda de esos pibes. El templo no funciona hace 30 años, así que dudo que sepan que era un templo, o que éramos judíos, así que no vale la pena paranoiquearse con esto.
Dejamos atrás al key-master, y Albert nos preguntó si queríamos conocer l’ Ecole. No entendimos a qué se refería, si no había chicos judíos en Siria. Le pregunté si era para estudiar Torá. Al rato llegamos. Lo primero que vimos al entrar fueron varios cuadros del presidente sirio. Le preguntamos qué onda y nos dijo que era un muy buen presidente, que había hecho mucho por la integración, mucho por el país. El presidente sirio es oculista, y tuvo que ocupar el cargo de presidente cuando murió su padre (que también dicen que fue muy bueno para el país). Los pésimos fueron los anteriores. Nos invitó a pasar a su estudio, y nos mostró todos los cuadritos judíos que tenía: este cuadro representa la historia bíblica de las dos madres que reclaman un hijo, y el rey salomón indicando que lo corten al medio, etc… yo iba sacándole fotos a los cuadros hasta que me quedé sin batería, y para ahorrarme la paja de explicarle, me hice el que todavía sacaba fotos.
Después nos pidió que lo sigamos. El edificio era inmenso. Realmente inmenso. Era una escuela, ya abandonada, donde se hacían algunas actividades. Tenía como 3 ó 4 pisos. Talvez Raymond estudió acá, ni idea. Subimos al primer piso, y nos mostró las aulas abandonadas de secundaria, y después las de primaria. Se te ponía la piel de gallina, realmente. Ver un lugar así de grande, donde tanta gente estudió, prácticamente abandonado. Y todos los restos de ese momento eran 150 viejos (si contamos a los de 40 como viejos).

Salimos al patio, bien pintadito, donde los chicos jugaban a la pelota, y por último a la terraza, con muy buena vista de Damasco. Mi francés mejoraba cada vez más, y con Albert ya casi nos entendíamos a la perfección.

Mientras bajabamos las escaleras, sonó el teléfono. Me pidió que atienda, pero no llegué. Nos lavamos las manos, Albert apagó luces, cerró, y nos fuimos. Nos preguntábamos cómo mantenían un lugar así de grande, un templo tan lindo, si se los veía tan pobres. La única respuesta que se me ocurrió fue con plata de afuera. Los Safra probablemente les mandarían plata para mantener estas cosas, o alguna familia de esas. Otra explicación no encuentro.
Caminamos con Albert, haciéndole varias preguntas más. No nos quiso decir su edad. Ya habíamos pegado buena onda con el tipo. Nos despedimos amistosamente, dijo que mandemos saludos a todos, que están todos invitados a conocer Siria y visitarlo. Muy agradable el viejo. Calculo que con un idioma en común debe ser más agradable.
Llegamos al hostel, y yo me puse a escribir, mientras Duby se fue a ver a un contador de historias, uno de esos árabes que se sientan en un barcito, y cuentan historias en árabe poniéndole mucha garra, subiendo y bajando los tonos, golpeando cosas con un bastón a medida que hablan. Yo lo había visto en Marrakesh, pero este viejo que vió Duby estaba disfrazado con unas ropas raras, y tenía ese bastón.

Mientras escribía en el hostel se me acercó un sueco o un alemán o un finlandés o un austríaco, se presentó, y me preguntó si quería fumar porro en la terraza. Le dije que en un rato, tipo en media hora. Me dijo que iba a estar arriba. Nunca subí. Creo que me colgué escribiendo. Se sentaron alrededor mío las personas del hostel: Jackie, Matt y una vieja que llevaba pañuelo en la cabeza. Y dos minas más que recién llegaban. Jackie me invitó con un arroz con una especie de yogurt con pepinos, pero rechacé. Al rato de verlos comer no resistí la tentación y le pregunté si era XXXXXXXXXXX (no me acuerdo el nombre ahora!). Me dijo que nada que ver, pero posta era parecido. Probé un poco y estaba buenísimo. La gente del hostel era como una familia, tenían la mejor.
Al rato llegó Duby del contador de historias, y salimos a comer nuevamente al lugar de las pizzetas y las comiditas árabes del día del partido. Compramos todo y lo llevamos al hostel. Nos sentamos a comer tranqui, y a charlar. Pedimos en el hostel que nos reserven cuarto en Hama, nuestro próximo destino, y así lo hicieron. Terminamos de comer y le pagamos a Jackie el tiempo que habíamos estado. Nos quería cobrar como 44 Euros por noche, por 3 noches. Le dijimos que por teléfono habíamos arreglado 36 Euros por noche (los dos, claro), y que eran 2 noches y no 3. La discusión estaba en que el día que llegamos habíamos entrado al cuarto como a las 5am. Lo cierto es que Jackie tenía razón, el check-in es más tarde y si entrás a las 5am te cobran el día, pero nos hicimos los recontra boludos, le dijimos que era una confusión porque nuestro vuelo se había movido, que pim que pam, le rompimos tanto los ovarios haciéndonos los boludos que nos cobró sólo 2 noches a 36 Euros. No daba pagar tanto por 3 noches, es carísimo. Claramente si Jackie hubiese sido árabe en lugar de cristiana no nos hubiera dejado salirnos con la nuestra. Nos sentamos a usar un poco la compu, a escribir, leer mails, mientras vimos llegar a una numerosa familia de dinamarca. Venían con 4 chicos de entre 6 y 10 años, algunos contentos por subir la muralla en esa escalera (los chicos subían con chaleco, atados, por si se caían) y otros muy asustados. Al final resultaron ser dos familias amigas, que viajaban por Siria de hostel en hostel. Una familia convencional, no estoy diciendo hippies sucios. Todos impecables, con sus valijas, llegando al hostel. Se sentaron a comer unas pizzas que habían pedido. Nos fuimos a dormir, sin entender por qué en algún momento le tuvimos miedo a Siria.
El 13 de Julio amanecimos tempranito, cerca de las 7 de la mañana. Nos dimos una ducha, y a las 7:30 estábamos desayunando con Theresa y Thomas, nuestros futuros compañeros de viaje del día. Intentamos desayunar caprichado, para aguantar durante el día hasta el almuerzo. Llegó nuestro chofer (el mismo copado que nos había traído del aeropuerto). Nos preguntaron si queríamos salir por adelante (escalera de la muralla de la ciudad vieja) o por atrás. Thomas y Theresa eligieron adelante: nunca habían bajado por ahí. Las mochilas bajaron con una polea que funcionaba con un motorcito eléctrico, y después nosotros. Nos despedimos de todos los agradables del hostel, y emprendimos camino hacia Palmyra.

Tu historia de semi-judio me chupa una pirila
Te desayuno fielmente
muy bueo loco, me dieron muchísimas ganas de concoer rumania y siria, parecen lugares re amistosos, es reloco que parece qeu fueran una cultura totalmente distinta pero nada uqe ver
arbazo de gol
Loco querido muy interesante todo, pero dividilo en capítulos. Escribís más eterno que yo! Volví a Baires finalmente, espero que nos juntemos a tomar una cerveza y hablaremos del viaje…
Che, cuando vengas te paso data para que publiques en diarios si querés. Vos recopilá info y habla con mucha gente. Anotá todo.
Abrazo!
Hola, muy bueno tu relato de Siria, yo viaje en el 2001 con mi esposo y realmente fueron muy agradables con nosotros a pesar s
de ser judios, estoy tratando de conseguir el numero de telefono o mail del Sr. Cameo pero hasta ahora no pude conseguirlo, por favor si lo tenes podrias pasarmelo, si Dios quiere el año que viene quiero viajar nuevamente.
Una pregunta, como te fue en Dubai? se puede viajar tranquilo. Gracias por tu atencíon Liliana Suez
Liliana, ¿cómo estás?
Por ser la primer persona que no conozco en dejar un comentario, te ganaste un boleto de lotería vencido y un beso en la frente de parte de Duby. Felicidades.
Sí, Dubai es MUY tranquilo, no hay ningún problema y está lleno de extranjeros. De todas formas no me gustó mucho, es muy grande, muchas distancias por recorrer, mucho shopping y edificio moderno… no es mi tipo de ciudad. Talvez lo mejor sea alquilar auto (cosa que nosotros no hicimos)…
Ahora te contesto por lo de Albert vía mail.
Saludos!
Hola Pablo:
Hemos pasado una tarde muy divertida con tus aventuras sirias.
Nos llamó la atención tu apellido, ya que sufrimos del mismo dolor.
Estamos haciendo la historia de mi padre que sí nació en Damasco y buscando fotos, encontramos tu blog.
Somos del clan judío que llegó a Mexico City, si algún día pasas por acá, avísanos, nos gustará conocer a un primito perdido en el universo. Ruth y Victoria Dana (de origen sirio, nacidas en México).
Hola! Ya estuve en México City en el 2001 y lo disfruté mucho. En realidad estuve recorriendo… hermoso país.
¿Por qué “sufrimos del mismo dolor”?
Besos!
hola pablo soy ruth de mexico creo que mi hermana como es escritora escribe mucho pero no dice nada. al “mismo dolor” se refiere a que nosotras tambien somos dana y la verdad es que no nos causa ningun dolor sino mucho orgullo, la historia de mi padre que estamos escribiendo comienza en damasco y termina en mexico pero ilustrar la parte de su infancia esta algo dificil por eso empezamos a buscar por internet. pero bueno me sorprendio que lo que encontre mas cercano a lo que estaba buscando lo haya escrito una persona con mi mismo apellido. que casualidad.
Eso del mismo dolor es una estúpida manera mexicana de decir que tenemos el mismo apellido. Cuando mi papá salió de Damasco con su familia, fueron a Beirut donde los atendieron los Dana, seguramente tus abuelos o bis. Cuenta que se quedaron a dormir en casa de la familia y luego partieron a Marsella. Una parte de nuestra familia decidió radicar en México y la otra en Argentina. Entre los judíos, si le rascas, encuentras.
Saludos, Victoria Dana. Me emociona tu afán de viajar y hacernos viajar contigo.
Hola Victoria y Ruth, qué casualidad. Es probable que hayan pasado por lo de mis bisabuelos, ellos eran de Damasco y después mi familia paterna se mudó a Líbano. La materna es de Aleppo. El mundo es una kipá.
Cariños, Pablo.
Felicidades por tu escrito! Al leerlo me dan ganas de conocer Siria. Pero no puedo pues vivo en Tel Aviv, y los sirios no me permiten entrar, ja ja! En fin… Ni hablar.
La única observación que te hago es el uso del término en inglés, “Mexico City”. También me extrañó que las hermanas Dana, siendo mexicanas, lo hayan utilizado.
Tanto tu como ellas, hablan y escriben en español. Habría sido mejor poner “Ciudad de México”.
Por lo demás, felicidades nuevamente, y gracias por compartir tus viajes.
de ahora en más DF!
Gracias.
My name is mark minyan and I wanted to thank you for this blog. I live in brooklyn NY and never got the whole story on how I was related because my grandfather who is also mordechai (the same name on the shul) had passed when I was young. if you do have any more picture please email them to me. Thank you
I also have relatives in mexico city that I don’t Know. I only remember my grandfathers brother by the name of moze minyan that I have not seen since I was 6 years old. I am now 39. Thank you again
Mark, thank you for your comment! Do you speak spanish? I do have more pictures, what are you interested on? The temple? The city?
Pablo.
Muy bueno y divertido tu relato de viaje. Sabés que siempre escuche de mi abuelo y de mi padre (ojo que tengo 60 años) el relato que un antepasado era el que había tenido una sinagoga en Siria como minian y ahora veo que es cierto
Gracias